Vio la luz un día como hoy, al inicio de los años setenta. Se supone sería el último miembro de una célebre dinastía, pero la matriz de su madre cambió de opinión cinco años después y decidió despedir su etapa productiva con un retoño más que echó por la borda su sueño guajiro de ser el más peque de la casa.
Hay fotos que testifican el cambio en su rostro y cabello al corroborar sus sospechas: los rizos dorados de su cabeza se fueron convirtiendo, por obra y gracia de la rabia contenida, en rojos alambres que dejaba crecer y caer en su rostro en un arrebato de inútil y prematura elocuencia.
Gozó temporalmente de los mimos de un padre para quien un niño pierde toda su gracia al rebasar la barrera de los cuatro años (tener conciencia de la edad puede resultar estresante para alguien tan pequeño). Desde entonces intenta encontrar la sutil diferencia entre la indiferencia y el rechazo y es hora que no da con ella.
Se dio cuenta que perdió la oportunidad de ser un pequeño gran tirano cuando vio a su hermana menor convertirse en uno: recibiendo la mayor mesada y empleando a las vecinas como asistentas de un reino impenetrable donde el mayor tesoro eran unas golosinas que por más que sumaba y restaba, no daban cuadratura al círculo de la justicia.
Tuvo una madre y varias sustitutas. La mayor siempre tenía las respuestas listas para el montón de interrogantes que le pesaban en los bolsillos y a manera de pago accedía a cepillarle el cabello.
Para otras fue un juguete simpático que recostar en su estómago mientras dormía, pero pasando el tiempo los brazos se fueron alejando y urdía escenarios en los que fingía quedarse dormido para que lo cargaran a la cama: la mesa de la cocina era su favorito, sobre todo después de cenar tortillas de harina recién hechas.
Espiaba sistemáticamente a otra de sus hermanas cuando dibujaba y era reprimido con frecuencia al usar las revistas de moda para trazar rostros y figuras con alguna pluma que había encontrado distraída. A veces sólo recogía una vara en el patio y se ponía a dibujar en la tierra usando las plantas de sus pies descalzos como borrador.
Para sus hermanos mayores pasó de ser punching-bag a cómplice o testigo mudo de travesuras de todos los tonos.
El preescolar (donde otra de sus hermanas era maestra)no aguantó su costumbre de abstraerse en su cuaderno y dibujar animales en lugar de hacer párvulos, por lo que entró a la primaria a los seis, sabiendo leer y escribir.
No tenía ningún problema para relacionarse, pero sus compañeros tendían a aburrirlo. Sus maestros (sobre todo las maestras) lo elegieron varias veces como jefe de grupo y él se sentía muy orgulloso hasta que se dio cuenta que eso no servía para ganar todos los concursos y recibir todas las felicitaciones.
Se enfureció el día que uno de sus amiguitos ganó el primer lugar en ortografía al acentuar una palabra aguda en una “ene”. Su maestra y su amiguito se miraron una al otro en silencio cuando reclamó enconadamente... es hora que no entiende el porqué.
No supera el trauma del mismo concurso en la secundaria técnica (donde estuvo en el taller de contabilidad y su materia favorita era mecanografía: ¡a un paso de ser secretaria!) cuando no supo como escribir escasez, como si en los ochentas no empezara a escasear todo en este país.
Se especializó en extraordinarios, sobre todo de física y español y gracias a ellos tuvo que entrar a la prepa nocturna, donde se convirtió en la mascota de un grupo de divertidísimos trabajadores mayores que él.
Eligió dibujo técnico y no le gustó aunque pasó con diez, repitió trigonometría y no quiso cambiar de turno cuando se lo ofrecieron porque disfrutaba las caminatas nocturnas de regreso a casa, incluso después de ser hostigado por un sátiro en bicicleta ofreciéndole placeres orales que él siempre rechazó entre divertido y asustado.
No estaba seguro porqué, pero tenía clara la idea de que tenía que salir de esa ciudad y lo hizo antes de cumplir dieciocho, estiró su adolescencia lo más que pudo hasta que no le quedó de otra más que irse a perfeccionar su adultez a una ciudad lejana que lo recibió con sorpresas, zancadillas y revelaciones.
Ahí creció, trabajó, conoció, tropezó (con el rosal espinoso de eso que algunos llaman amor y otros co-dependencia) y exprimió de esa ciudad todo lo que podía hasta que la última gota cayó sobre suelo fronterizo y empezó la comezón en la planta de los pies que lo trajo de vuelta a tierras desérticas.
Un día como hoy, empezó a escribirse el cuerpo y hoy cada recoveco, cada pliegue, cada peca tiene una historia escondida, una marca indeleble, un signo de interrogación tatuado con tinta invisible a lo largo (y ancho) de su anatomía.
Lo que no tiene son respuestas, sigue tan asombrado y escéptico como la mañana en que le obligaron a despertar de su sueño amniótico, sus bolsillos llenos de preguntas se rompieron y están regados en el bosque, cual Hänsel camino a la casa de dulces de una vieja diabética y resentida que se llama destino...
10 comentarios:
tus palabras siempre son las mejores en y fuera de mi compu. feliz cumple!
Long Live Manuel!
Many Happy returns my friend
Felicidades muchas.
Llegué a ti hace meses…..
No pasa semana sin que te lea….
A veces te odio y otras te amo; otras me confundes….
¿Cómo puedo sentir esto por las letras de una persona sin cara (por lo menos para mí)?
No necesito conocer tu exterior si casi tengo de memoria tu interior desbaratado en letras…
Me gustas de una manera que desconozco…
¿Morbo? ¿y?
Felicidades
L
Gracias medea, sylvia, cassius, rusted y muy especiales a L (que me hizo el día al refrescarme el ego)...
Saber de Ti, de tu vida , de tus cosas, se convierte en mi desayuno predilecto TODOS los dias.
Acompañado de ese buen postre llamado Arpia.
Feliz Cumple.
feliz cumple manuel...
una de tus blgroupiies
Tu groupie número uno ya te mando saludos ayer pero lo reafirma.
En verdad me has inspirado a decirlo:
Feliz cumpleaños!!!
Gracias, Paola, Barro, Merce y lo(a)s groupies anónimo(as), incluso a los detractores y a los mudos... Ha sido un muy buen cumpleaños.
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