La prensa se vuelve cada vez más rosa y ante la expectativa de los recién aprobados matrimonios entre personas del mismo sexo en España y, próximamente en Gran Bretaña -entre otros países que se les adelantaron- corren el riesgo de no darse abasto para cubrir tanta cursilería marica que se avecina.
Por las razones que sean, cientos de parejas gay contemplan la posibilidad de pasar a la historia como la punta de lanza de una tendencia progresista que tiene al Vaticano parado de chichis, ajustando concilios y bajándole más el dobladillo a la falda mustia del pudor cristiano.
Todo parece indicar que el proceso es imparable, al menos en Europa y ya en Inglaterra Sir Elton John escoge su ajuar para sellar la unión de más de diez años con su pareja (cuyo pésimo gusto puede justificarse perfectamente). Lo mismo hará George Michael, cuyo más reciente éxito fue el close-up mediático, gracias a al glory-hole de unos baños públicos de California.
Ahora, los paparazzi (que no sé cómo no los imaginó Orwell como los invasores más temidos) deberán reajustar sus estrategias de vigilancia a las vidas íntimas de las celebridades porque todo tiende al aburrimiento del turrón y el velo, a la domesticación de un estilo de vida que en su momento asustó por su radical hedonismo y su desdén por esas instituciones que ahora los reciben en su seno, no sin ciertas reservas.
Las enseñanzas de Lyz Taylor están por rendir sus frutos y así como ella se casaba y divorciada a la velocidad de la luz, sin un criterio estético de por medio, el divorcio recuperará su estatus de gran acontecimiento (y negocio obviamente).¿Acaso no es doblemente más lucrativo un buen divorcio que un mal matrimonio?
Pero no nos adelantemos y dejemos que las cosas sigan su curso: esperemos a ver si la iglesia reconoce las ventajas económicas y políticas de esos acuerdos y en menos que canta un gallo ya está oficiando las primeras ceremonias religiosas gay, aumentando considerablemente su feligresía y convirtiéndose en la poderosa fuerza que fue a principios del siglo pasado.
Suena un tanto descabellado, pero hay que recordarle al Papa Benedicto XVI que si quiere pasar a la historia no tiene tiempo que perder, que ésta se registra cada vez con mayor premura y es probable que no tenga las mismas oportunidades que su antecesor, que lo superaba no sólo en carisma sino en versatilidad.
Si alguien será feliz en todo esto (aparte de los novios y novias, claro) son las tiendas departamentales que verán aumentar su ventas de artículos domésticos de primera calidad pues -si el estereotipo tiene razón- los matrimonios gay que no serán necesariamente más estables o longevos que los tradicionales pero sí tendrán mejor gusto o mayor poder adquisitivo (que noes lo mismo), no escatimarán en gastos para tener la casa de sus sueños, con lo mejor de las últimas tendencias, autos, cosméticos, en fin, una vida diseñada a medida.
Los matrimonios heterosexuales podrán sentirse amenazados -más que nada- porque el perfeccionismo de sus competidores pondrá en evidencia los defectos de fábrica de una institución autocomplaciente que nunca había pensado en renovarse.
4 comentarios:
Oye ¿y tu también das tres minutos de sexo al primer comment?
Pues yo no creo en el matrimonio, ni gay ni hetero, pero pienso que es una decisión personalísima y que si les otorga certezas jurídicas a las personas pues está bien, es lo importante y para eso no se necesita la bendición de nadie... que afán de los curas de meterse en todo, si ya dijeron que los putos que ejercen viven en pecado ¿que chingados les importa si se casan o no si de todas formas ya se condenaron? pues es su pedo y listo...
¿Tiempo sexo por comentario inaugural? Nunca lo había pensado, pero digamos que por menos de eso he dado más de 3 minutos de placer (tiempo que es muy relativo porque habrá para quienes sea suficiente -sobre todo si es heterosexual pose de misionero y ya- o para quienes sea totalmente insuficiente).
Lo voy a pensar muy seriamente.
En cuanto al matrimonio, el post intenta ser -sin lograrlo, claro- un análisis imparcial del asunto. Si me preguntan, estoy totalmente de acuerdo con la igualdad jurídica, pero yo voy más con la idea sesentera del amor libre, que en realidad de libre no tiene tanto, pero al menos intenta llevarle la contraria a una institución tan regulada como es el matrimonio. Las imitaciones me parecen de muy mal gusto, y si se trata de bodas, peoor.
Imáginense las bodas gay en Hermosillo, ya me imagino la reseña de sociales de Luz Alicia M. de Biel, que según los expertos es gay de closét, y la foto de primera plana....
Bueno, se puede arreglar, podemos ir acumulando los minutos y cuando ya tengamos un tiempecito razonable los hacemos válidos... porque yo con misionero y ya no quedo a gusto, necesito más.
En cuanto al matrimonio pues yo sólo le veo la ventaja jurídica... igual habría que replantearlo todo y quizá con otros formatos sí funcionara... tal vez contratos refrendables cada 5 años o algo así...
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