Te diría que me quedo con nuestros mejores momentos. Aquellos donde nuestros brazos descansaban en el cuerpo del otro o cuando nos quedábamos en silencio después de coger, sin importar que el semen sobre nuestro vientre se secara mientras nos acariciábamos la cara, el cabello y las manos, besándonos los hombros y el cuello.
Te diría que sólo te recuerdo sonriendo y midiendo las asimetrías de mi rostro divertido ante sus imperfecciones, deteniéndote en mis ojos para besar los párpados.
Te diría que olvidé los momentos amargos y desagradables. Mi indolencia ante tus ausencias y tu insistente búsqueda de algo a lo que aferrarte, tus deslices compulsivos aprovechando mis despistes, llegando al punto de poner en mis narices lo que yo no tenía interés en ver. Porque querer significarlo todo para una persona es casi como querer que nunca oscurezca y porque los celos nunca han sido cute ni alimentan nada que no tenga apetito por sí mismo.
Te diría que lamento no haber estado nunca en tu mismo canal y en insistir cambiar el rumbo de una discusión o en apagar los reclamos con el control remoto de mi huída. Me declaro culpable por no tener el suficiente entusiasmo para acorralarte y asfixiarte como estoy seguro hubieras deseado, por que para ti el amor es una opera sin acto intermedio.
Te diría que lamento haberme tragado mis palabras al volver contigo: no una, sino varias veces, pero yo necesito de intermedios y hay secuelas en la vida que valen la pena, hasta que ya no.
Te diría que te extraño... pero sería confundir sentimiento con déjà vu.
4 comentarios:
Me parece tan familiar tu post... un beso grande.
Estas cosas tienen eso; ni para qué esforzarse en ser original cuando puede uno regodearse en el cliché.
La vida misma es un cliché a la cuál uno le puede hacer un determinado núnmero de variantes, sin saber si quiera el resultado final.
love is a cliché
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