Un día quería ser rubio y tenía cinco años: el domingo, en el comedor donde estaba toda mi familia, mi abuelo oyó, me llevó a la biblioteca, me dijo que bajara la cabeza y cerrara los ojos. De un cajón del escritorio sacó oro molido y lo derramó sobre mi cabello, me cayó algo en los ojos y me dijo:
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Ahora ya eres rubio.
Todo brillaba y todo desaparecía de inmediato. Al volver al comedor ya todo era igual...
Julio Galán (Múzquiz, Coahuila, 1959-Zacatecas, 2006)
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