Lo peor no es que exista gente pendeja sino que tengan opinión propia e iniciativa. El asunto es cuando se les paga para que tengan iniciativa y sólo la usen para ostentar su pendejez, como ha hecho Fox, nuestro flamante presidente con relación a la postura del presidente argentino a la integración económica latinoamericana.
Es igualito a cuando te invitan muy a huevo a una fiesta y te la pasas criticando desde el catering hasta la decoración, hablando pestes de todo lo que te comes de a gratis pero que apenas puedes articular palabras de la empachada que te estás dando.
Para nadie es una revelación la magnitud del desatino de nuestro inefable mandatario, pero cuando le da material a todo el mundo para que haga mofa de los mexicanos, los resquicios de nacionalismo que todos llevamos dentro (aunque no nos sepamos el himno) empiezan a retorcerse y encienden la mecha, esa que se parece a la olímpica que apagaron a orines unos co-nacionales en Grecia.
Se acerca el fin del mandato de Vicente y nos queda la triste impresión de que fuimos gobernados por una pareja compuesta por un mal comediante y una arpía con aspiraciones peronistas.
La primera vez que emití un voto estábamos a finales de los ochenta y fui a la urna como quien va a escoger a la reina de la graduación, con un optimismo a prueba de balas y sin tener la más mínima idea de nada, fascinado por mi recién estrenada mayoría de edad, pensando que ya no tendría que hacer caras y vestirme como mamarracho para que me dejaran entrar a ver las películas de adultos y que de alguna manera también había dejado de ser la tentación que viaja en tranvía para tanto pederastra rondando por ahí.
Seguía siendo virgen y no tenía idea de cuántos años más habrían de pasar para despojarme de mi mustiedad pueblerina que tanto gracia le hacía a mi compañero del Cobach, que me daba raite de vez en cuando haciéndome preguntas que me hacían sonrojar y me impedían verle directamente a sus verdes y rasgados ojos pícaros, como si tan sólo miralos me hundiera en el fango que ahora es mi colchón.
Mis hormonas no sabían de partidos políticos, a pesar del panismo inaudito de mi familia, emocionada años atrás con la posibilidad nunca cumplida de Rosas López como gobernador.
Frente a mi casa había un señor naquísimo que pertenecía al PPS y tan sólo ver la calidad de familia populista, cantando a todo pulmón canciones de Pedro Infante y Yolanda del Río tuve clara mi primera lucidez política: nunca votar por partidos que combinen en su logo el color rosa y las palabras popular-socialista, que a mi me sonaban a música auto-conmiserativa, señores cornudos (mi papá se cogió a su esposa, eugh!) y embarazos no deseados. Como todavía no sabía quién era Rosa Luxemburgo, ahora tan en boca de un oligofrénico Hugo Chávez. Me temo que eso de que cada quien tiene el gobierno que se merece no habla bien ni de mi ni de todos mis amigos.
5 comentarios:
Hay ahorita un escepticismo en la política y en los politicos, que quiero que sepas, nadie cree en nadie, porque se sabe que llega el que tenga mas billetes, sea socialista, capitalista, negro o blanco....
un dos tres por todos mis amigos...
¿Pero cuaál es tu opinión Victor Hugo?...
No le saques.
muy fácil: entre el populismo pendejo (y ratero)de la izquierda y el populismo rastrero (y raterísimo) de los priistas y el populismo teologizante del panismo: chinguen a su madre los tres. je.
nombre, este día la poesía se me da, se me da.
My dearest...
Love your writing skills.
Just one imphimous correction.
El mexicano que apagó la llama con pipí lo hizo en Francia, no en Grecia, y fue la llama al soldado desconocido, no la olímpica...
Correct me if I'm wrong
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