viernes, enero 04, 2008

Bonjour Tristesse

He cambiado el colchón por un futón. Esta vez la ventana del cuarto da a una calle mucho más transitada que la anterior y si me asomo no puedo ver el Ángel de Avenida Reforma, pero sí el avance del proyecto de ampliación del Metrobús. Esta vez sí puedo escuchar las conversaciones de quienes pasan por la calle y ya no me despiertan los gatos pasando por encima de mi ni los cánticos de los lavacarros haciendo segunda a Ana Gabriel.

Año nuevo, deambular nuevo. Varias semanas después de mi mudanza gitana ya viví una navidad y un año nuevo en casa ajena, una versión improvisada de familia expansiva y de nuevo la misma sensación que he tenido desde que tengo uso de razón: de que no pertenezco a ningún lado y que ningún lado me pertenece. Pero me reconforta que al menos en algo soy consistente y me sorprende mi capacidad gatuna de caer parado no matter what.

Este año nuevo fueron chocolates en vez de uvas, pero a mitad del doce se me acabaron los deseos. No sé si alegrarme o entristecerme, no soy generalmente de los que se conforman. Este año no estrené outfit ni me amanecí en estado alterado, el despertar de un nuevo año para mi fue despertar de domingo a lunes sin nada importante qué hacer, cubrirme del frío que se estrena calando hasta los huesos y no ver la luz del sol hasta dos días después, no exponer mi piel al agua ni bajar los cuatro pisos que dan a la calle insospechadamente desierta de esta ciudad cobijada en su hacinamiento.

Los periódicos hacen quedar a mi pesimismo como un juego de niño malcriado. La cuesta de enero agarra vuelo gracias al ánimo perdiodístico, a su infalible apuesta por lo terrible para no equivocarse de tal manera que mis estrategias anímicas se desvelan como ridículas e innecesarias. No dejo de reírme de mi mismo, otro acierto a mi constancia.

Ojeo un libro de ilustraciones de mi host emergente y me topo con este fabuloso poster de Saul Blass que me habla de tú.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Tristesse, toujours!
Entonces ¿cuándo es que el vermú adereza el vaso ajeno que le erige, aunque no sea el rigor rojo el que lo aclare? Sigue pendiente la invitación, amigo...

Manuel dijo...

Cuando usted diga, Sr. Yo soy materia dispuesta. Merci!

El diablo probablemente dijo...

Ya de cambiaste de piso...Ahora pa dónde? Saludos

Manuel dijo...

Estoy quedándome unos días con Iván, en lo que llega mi hermana o yo encuentro depa para mi.