sábado, enero 29, 2005

Hoy no circulo

I don't understand how someone can MAKE love
without BEING in love

Tereza in The unbearable lightness of being

Ayer al salir del trabajo decidí caminar y ver qué se me ocurría hacer.
No tenía dinero, osea que mis opciones eran más bien limitadas, pero yo con la actitud de gorda desatada ante el buffette gratis de la vida.
Así amanezco algunos días, con ganas de comerme el mundo de dos mordidas, para luego toparme con la noticia de que el mundo es un pañuelo.
Qué manera de arruinarle los momentos a uno, pero no me doy por vencido fácilmente.
Caminé un rato y a los 15 minutos me di cuenta de que debí haber calculado mejor y no haberme puesto estas botas mineras que pesan 5 kilos cada una.
Tengo pases para el cine y me doy cuenta de que algo me queda en mi tarjeta, pero la cartelera no me muestra su mejor sonrisa.
Además, ayer vi Bon Voyage y a pesar de ser divertida no es para ver dos veces como Isabelle Adjani tiene -a sus cincuenta- el cutis más hermoso que haya visto el cine, después del de Juliette Binoche.
Pinches viejas, las dos se acostaron con Daniel Day Lewis. Una en la vida real y hasta un chamaco resultó de ello, y la otra en la ficción en "La insoportable levedad del ser". Las perdono por que son buenas actrices.
Después de ver la programación nada prometedora, cruzo rumbo a la Universidad y me encuentro con un amante ocasional que me hace señas desde su auto.
Me hace seña de ¿vas a querer?
Yo lo pensé brevemente y le dije con la mirada y la cabeza no gracias, hoy no.
El susodicho pone cara de decepción y yo de ya me voy.
Llego al crucero y casi tropiezo con otro detallito del pasado más bien reciente.
Generalmente es escurridizo y misterioso, pero eso no hace sino agregarle sex-appeal, por eso le perdono sus lagunas mentales.
En realidad se las perdono porque es uno de los mejores amantes que he tenido, con una líbido inagotable y una desfachatez corporal que me desarma.
Hasta le perdono que no sea guapo.
Esta vez me saluda con gusto y con una sonrisa pícara.
-¿Cómo te has portado?, me dice.
Traducción: ¿Has cogido?
-No tan mal como quisiera, contesto.
(¿ocupa traducción?)-
Falta de onfianza...
Me sonrío y le digo:
-Pues ya ves, lástima que ahorita no pueda. Estoy esperando que un amigo venga por mi.
(mentira)
-Orale.

En eso se aparece el M. enfrente haciendome señas desde el otro lado de la calle. Me despido agradeciendo la coartada perfecta y el otro se queda con ganas de decir algo mientras yo cruzo a encontrarme con mi excusa emergente.
¿Por qué será que cuando uno los ocupa ni sus luces y cuando andamos en la quinta pregunta se aparecen como boleto de lotería con reintegro y uno con hueva de ir a cambiarlo?

-Te estoy pitando y haciendo señas desde hace rato. Me dice el M.
-Ando como distraído, contesto estrechando su mano.

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