-¿Qué tipo de ropa interior usas?
-Trusa de manga larga.
-¿Cómo es esa?
-Así mira...
-Ah, órale. Se llaman boxers.
-...
-A mi me gustan más los bikinis. ¿Has usado los de hilo atrás?
-No.
-A mi me gustan mucho. Me excitan.
-¿No son incómodos?
-No, al contrario, con esos se te para porque se te para.
-Órale.
-También me gustan estos que traigo puestos, porque te sostienen bien atrás y adelante.
-Yo prefiero las trusas, no me gustan los bikinis.
-Están bien chilos.
-Pues sólo si te gustan los estampados de camuflaje en la ropa interior.
-¿No te gustan?
-Siguiente pregunta.
-Se te ven bien esos blancos, pero te quedarían mejor los de hilito.
-Mi idea de comodidad no incluye estar todo el día ensartado como vedette ochentera.
-No eres de aquí, ¿verdad?
-Sí, ¿por?
-Hablas como de fuera.
-¿Fuera de dónde?
-No sé, no tienes acento sonorense.
-Qué loco, porque sí soy.
-Te voa decir la neta: yo soy fotógrafo.
-...
-Te puedo tomar unas fotos chilas cuando quieras. Desnudo si quieres.
-Ya me he tomado fotos desnudo.
-¿Neta? ¿Cómo son, en qué poses?
-Normal, nada de poses. No eran de promoción de nada, eran parte de un trabajo.
-¿Qué clase de trabajo?
-De la escuela.
-¿Las tienes?
-No tengo copias todavía.
-Yo te puedo tomar unas acá donde se te vea un pitote y unas nalgotas.
-...
-Yo me he tomado unas bien machín, con trajes de baño de colores y la piel mojada.
-...
-Te puedo tomar unas con un bikini blanco, mojado acá bien chilo.
-Tengo sed, voy por algo de tomar.
jueves, junio 30, 2005
lunes, junio 27, 2005
We love Paris!
Well, at least I do, y no por las razones que probablemente estén pensando, ni por su pésimo gusto para vestirse ni su inmediatez urgente por desvestirse, ni por sus chaparreras ni su culo chato. Ni siquiera por sus millones ni por llevar en el apellido la esencia del one night stand (si se apellidara El Parador o Motel del Fuego sería más entrañable) ni siquiera por callarle la boca a los reporteros con pretensiones intelectuales a la hora de entrevistarla tipo ¿qué hace usted exactamente, señorita, para ser famosa?
A lo que contesta con frescura Evian: -I’m a brand, y Letras Libres se queda con su palmo de narices y no tiene más remedio que aceptar en su crónica que fue puesto en su lugar sin necesidad de ninguna Enciclopedia Británica.
I Love Paris porque la Hilton me regresó la líbido perdida: el unicornio azul que ayer se me perdió y no había podido hallar regresó en forma de e-mail, en forma de un archivo comprimido que el Windows Media Player me desplegó en todo su esplendor tamaño laptop.
Y uno se pregunta cómo una mujer que simboliza con cinismo y soltura lo peor de la cultura gringa sin pedir disculpas puede devolverle a uno algo tan personal y enigmático como la libido o el deseo sexual.
Y luego uno deja de preguntárselo cuando no puede dejar de ver los escasos segundos de un encuentro sexual entre la hija de un magnate hotelero y el semental en turno. Una micro-comedia hard core donde dos personajes se disputan el protagónico frente a una cámara digital.
-Am I in there?, pregunta el protagonista masculino cuando la rubia se acomoda en su verga, empujándolo hacia atrás y sacándolo de cuadro para mostrar con libertad su anatomía y dejando sólo eventualmente que se vea lo único que obviamente le interesa de su compañero.
Así, la breve experiencia erótica se vuelve una lucha protagónica donde quien sale ganando es el espectador, porque muy pocas producciones porno pueden presumir de manejar con este humor (involuntario, por supuesto) un encuentro sexual que no tendría que diferenciarse de algún otro, salvo por la obviedad mesurable (el tipo está bien dotado pues).
Y ahora no dejo de preguntarme si esas escenas en las que he sido protagonista frente a espejos de diferentes habitaciones tendrían esa misma dosis de despreocupación y soltura, si en lugar del espejo hubiera sido una cámara, ¿me habría ganado mi close-up?
Sólo hay una manera de descubrirlo...
jueves, junio 23, 2005
Marguerite... y no Yourcenar
Se estarán preguntando porqué el autor de este blog no escribe últimamente de su vida personal, como lo había venido haciendo desde un inicio, sin pudor y sin pelos en la lengua.
Se estarán preguntando lo mismo que yo.
¿Acaso se acabaron los acontecimientos interesantes en la vida de este auto referencial personaje? Igual y sí, igual y no.
Igual y justo ahora que están pasando cosas realmente interesantes en su vida no tiene humor de escribir de ellas o son demasiado íntimas y reveladoras para desnudarlas ante los hipotéticos lectores, que hipotéticos o no han mostrado más interés en la vida erótica del que esto escribe que en otras cosas más sustanciales.
Y no es reproche, que para eso es uno superficial y vulgar como se debe en estos tiempos y no se puede andar por ahí desprestigiando la solemnidad y luego quejarse de que no lo tomen a uno en serio.
El caso es que paso por un receso circunstancial, una pereza crónica muy a la Golthier (aunque sin tos ni flemas), pero en plan extremo, con temperaturas que hacen que se sienta uno paleta de vainilla derritiéndose en el asfalto sin que haya lengua samaritana que le haga el paro a uno.
Bueno, la verdad es que samaritanos nunca faltan, pero luego la pickynés hace su aparición y la socialdemocracia se va al carajo con todo y La Internacional, la bondad de los desconocidos le parece a uno puro oportunismo y el rictus de monja diabólica se va instalando sin pedir permiso y de pronto ya todo le da a uno flojera, hasta tener el pié en punta resulta harto dificultoso y la gente...ay, la gente con su autocomplacencia y falta de rigor hace que me pregunte: ¿Cómo pretenden que no se haga uno alcohólico o drogadicto con ese panorama desolador? Yo preferiría ser yonqui sexual, pero evidentemente me equivoqué de ciudad. Una ciudad cuyos habitantes piensan -como Lyz Taylor- que para acostarse con alguien es necesario casarse o vivir juntos or something close to that no es precisamente terreno fértil. Si no, explíquenme porqué una ciudad con poco menos del millón de habitantes tiene entre sus giros comerciales más rentables todo lo relacionado con las bodas: los vestidos de novia (hay más de 6 tiendas que exhiben vestidos blancos en sus aparadores), las fotos de novios, las fiestas de boda, las secciones de sociales de los periódicos locales están inundadas de fotos de boda y creo que hasta hay eventos tipo la semana de la novia son un exitazo.
Yo no tengo nada en contra de las novias o las misses, cada quien se peina como quiere para ir al patíbulo, pero lo que me llama la atención es que pareciera que toda la infraestructura social de la región está en función del matrimonio y no hay prestigio mayor que haber pasado por el circo de tul y turrón, coronado por un niño, o dos o tres para sobrepoblar los kinders y las guarderías.
Ahora, imagínense la legalización del matrimonio gay aquí sería el negociazo del siglo XXI, la autocomplacencia institucionalizada que pálida se quedaría Jolette, esa Lucía Méndez que se merecen las nuevas generaciones.
Se estarán preguntando lo mismo que yo.
¿Acaso se acabaron los acontecimientos interesantes en la vida de este auto referencial personaje? Igual y sí, igual y no.
Igual y justo ahora que están pasando cosas realmente interesantes en su vida no tiene humor de escribir de ellas o son demasiado íntimas y reveladoras para desnudarlas ante los hipotéticos lectores, que hipotéticos o no han mostrado más interés en la vida erótica del que esto escribe que en otras cosas más sustanciales.
Y no es reproche, que para eso es uno superficial y vulgar como se debe en estos tiempos y no se puede andar por ahí desprestigiando la solemnidad y luego quejarse de que no lo tomen a uno en serio.
El caso es que paso por un receso circunstancial, una pereza crónica muy a la Golthier (aunque sin tos ni flemas), pero en plan extremo, con temperaturas que hacen que se sienta uno paleta de vainilla derritiéndose en el asfalto sin que haya lengua samaritana que le haga el paro a uno.
Bueno, la verdad es que samaritanos nunca faltan, pero luego la pickynés hace su aparición y la socialdemocracia se va al carajo con todo y La Internacional, la bondad de los desconocidos le parece a uno puro oportunismo y el rictus de monja diabólica se va instalando sin pedir permiso y de pronto ya todo le da a uno flojera, hasta tener el pié en punta resulta harto dificultoso y la gente...ay, la gente con su autocomplacencia y falta de rigor hace que me pregunte: ¿Cómo pretenden que no se haga uno alcohólico o drogadicto con ese panorama desolador? Yo preferiría ser yonqui sexual, pero evidentemente me equivoqué de ciudad. Una ciudad cuyos habitantes piensan -como Lyz Taylor- que para acostarse con alguien es necesario casarse o vivir juntos or something close to that no es precisamente terreno fértil. Si no, explíquenme porqué una ciudad con poco menos del millón de habitantes tiene entre sus giros comerciales más rentables todo lo relacionado con las bodas: los vestidos de novia (hay más de 6 tiendas que exhiben vestidos blancos en sus aparadores), las fotos de novios, las fiestas de boda, las secciones de sociales de los periódicos locales están inundadas de fotos de boda y creo que hasta hay eventos tipo la semana de la novia son un exitazo.
Yo no tengo nada en contra de las novias o las misses, cada quien se peina como quiere para ir al patíbulo, pero lo que me llama la atención es que pareciera que toda la infraestructura social de la región está en función del matrimonio y no hay prestigio mayor que haber pasado por el circo de tul y turrón, coronado por un niño, o dos o tres para sobrepoblar los kinders y las guarderías.
Ahora, imagínense la legalización del matrimonio gay aquí sería el negociazo del siglo XXI, la autocomplacencia institucionalizada que pálida se quedaría Jolette, esa Lucía Méndez que se merecen las nuevas generaciones.
martes, junio 21, 2005
Hipertensas
Interior día. Se abre la puerta del departamento de Myriam y se asoma el rostro de Ramona que sonríe:
-Buenos días, Myriam, ¿cómo estás?
Myriam se acomoda la bata y apresurada trata de alisarse inútilmente el cabello
-Buenos días, Mochi. Aquí intentando despertar, no he preparado ni café y con esta facha de cero glamour. ¡Qué pena!...Pero pásale, mujer.
Monchi entra y echa un vistazo a la estancia que tiene signos evidentes de depresión o de falta de servidumbre. Hace a un lado uno de los cojines y se encuentra debajo una tanga de Victoria´s Secret, vuelve a poner el cojín y se sienta encima.
-¿Quieres una taza de café? –pregunta Myriam- Está buenísimo, me lo trajeron directamente de Chiapas.
-Me gustaría, pero no sé si será buena idea, creo que soy hipertensa.
-¿De veras?...No me digas, ¿te has sentido mal?
-Muy débil, me da mucho sueño.
-Dime todos los síntomas, de seguro yo también tengo eso.
-Pues sobre todo debilidad, mucho desgano, sueño y lo que es más grave, cero apetito sexual, no se me antoja para nada mi marido.
-¿No será cansancio y nada más?
-Pues no sé, tal vez son los antidepresivos.
-¿Tomas antidepresivos?
-¿A poco crees que puede una ser así de encantadora de manera natural?
-Buen punto. Pero dime, ya fuiste al doctor.
-Ay, los doctores son una lata, siempre te dicen que no tienes nada, como si no se conociera una...
-Te lo digo por que según yo los síntomas son otros: dolor de cabeza, tarantas y esas cosas que dice la gente...
-También puede ser que no he pegado ojo y me acabé la dotación de vodka de mi marido.
-Hellooou?! Ha de ser eso, mujer. Lo que necesitas son unas vacaciones.
-Tendrás toda la razón, pero ¿sabías que la hipertensión es asintomática generalmente?
-Es verdad, igual que la diabetes.
-Sí, y como mi padre era hipertenso.
-...
-¿Qué preferirías: diabetes o hipertensión?
-Hipertensión, es menos agresiva y controlable.
-Pues la diabetes ya incluye la hipertensión.
-Es verdad, y nosotras que somos un pan de Dios, unos dulces.
-Sí, estamos perdidas.
-Tendremos que hacernos hippies.
-¿Quieres decir vegetarianas?
-Sí, no hay de otra y tener siempre buena vibra.
-Y andar siempre de mamarrachas, ¡qué horror!
-Y decir siempre: me encanta ir al Jung’s.
-Pero si puras agruras consigue una ahí y sólo tienen tres platillos.
-Y carísimos además.
-Sí, además termina una hartándose por la falta de carne y engorda una más...Bueno, yo, tu no engordas ni con las anticonceptivas.
-Tanto que me chocan los vegetarianos con su arrogancia naturista y voy a terminar vegetariana por necesidad. ¡El acabose!
-Ash! Yo los detesto: siempre he pensado que son impotentes.
-Ándale.
-Pues nos convertiremos vegetarianas con frigidez...
-Esa es la parte que más me preocupa...
-...y con gripa. Ya ves que siempre andan resfriados.
-...no tener apetito sexual
-Pues es mejor no especular y hacerse unos exámenes, has de estar pasando por una etapa recesiva porque no eres precisamente la Madre Teresa.
-A mi me parece que la de Calcuta era una experta tijeril, una leona que ensombrecería a Safo.
-¿Tú crees?..
En lo que suena la cafetera, Monchi se acerca a la lánguida Myriam, desabrocha su bata y dirige su mano derecha a la entrepierna de su vecina, quien entrecierra los ojos y se recuesta en el sofá, voltea hacia la cocina y mira las gotas del café caer una por una por una.
lunes, junio 20, 2005
Mi árbol y yo
viernes, junio 17, 2005
jueves, junio 16, 2005
El diario no hablaba de mi... ni de mi
Todos los días leo periódicos, discrimino noticias, checo artículos, leo una que otra editorial, veo alguna galería, checo las reseñas de películas, me hago una idea de lo que pasa en el mundo: pasan temblores, accidentes, asesinatos, muchos asesinatos. Hay muchos asesinos y muchas más víctimas, asesinos con licencia y sin ella, víctimas propiciatorias y otras no tanto, fiambres con pancartas colgadas al suero que los mantiene vivos, no-natos con discurso bajo el brazo, células madre con el gen del Apocalipsis, políticos ingenuos y maquiavélicos, masas enardecidas como llamarada de petate: la ira es la materia prima más desaprovechada.
Todos los días hay una madre que llora un hijo muerto de negligencia endémica, de irresponsabilidad crónica. Hoy por ejemplo, una de ellas le espeta a su presidente recién reelecto que es mucho más trabajo el perder un hijo que ser el portador de la noticia y Bush ni se inmuta ni se disculpa ni nada, va derecho y no se quita. La frivolidad de los presidentes está a la orden del día y si el nuestro es tan patético y entrañable, en ese gesto de indulgencia se nos va la esperanza sin darnos cuenta, se nos escapa como agua entre los dedos.
Día a día hay una noticia chusca, que si la abuelita niñera tuvo un derrame y cayó encima del bebé que murió de asfixia, que si el alemán se sentía agobiado por la obsesión que tenía su mujer con su miembro y se lo corta, se lo avienta a la cara y después la degüella, que si esto o lo otro hacen a éste el mundo raro que decía José Alfredo.
Noticias van y vienen, miles de palabras pasan frente a mi para comprobar en el monitor que allá afuera algo se mueve, el mundo gira sobre su eje y yo quiero girar con él, salirme del cuadrito, sacudir, escupir, vomitar, caminar, volar, correr, escapar, descubrir, descansar y volver a empezar...Sí, como Yuri.
Todos los días hay una madre que llora un hijo muerto de negligencia endémica, de irresponsabilidad crónica. Hoy por ejemplo, una de ellas le espeta a su presidente recién reelecto que es mucho más trabajo el perder un hijo que ser el portador de la noticia y Bush ni se inmuta ni se disculpa ni nada, va derecho y no se quita. La frivolidad de los presidentes está a la orden del día y si el nuestro es tan patético y entrañable, en ese gesto de indulgencia se nos va la esperanza sin darnos cuenta, se nos escapa como agua entre los dedos.
Día a día hay una noticia chusca, que si la abuelita niñera tuvo un derrame y cayó encima del bebé que murió de asfixia, que si el alemán se sentía agobiado por la obsesión que tenía su mujer con su miembro y se lo corta, se lo avienta a la cara y después la degüella, que si esto o lo otro hacen a éste el mundo raro que decía José Alfredo.
Noticias van y vienen, miles de palabras pasan frente a mi para comprobar en el monitor que allá afuera algo se mueve, el mundo gira sobre su eje y yo quiero girar con él, salirme del cuadrito, sacudir, escupir, vomitar, caminar, volar, correr, escapar, descubrir, descansar y volver a empezar...Sí, como Yuri.
martes, junio 14, 2005
Preach
Voy asido al barrote del bus como si fuera el bastión de mi fe, respiro profundo mientras con la otra mano aprieto la cubierta de piel de mi Biblia de cruz plateada al centro. Las manos me sudan, levanto la cara y veo de frente a la multitud que empieza a darse cuenta de mis intenciones.
Estoy por decir algo y un salto provocado por un vado hace que sólo salga un “ouch” quedito. Limpio mi garganta y vuelvo a tomar aire para decir a todo pulmón:
Buenas tardes, persona. Jesús de Nazareth esté contigo, vengo aquí a traerles la palabra de Dios, que murió por nuestros pecados. Vengo a decirte, persona, que rectifiques el camino del pecado y voltees hacia las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo, que este mundo está lleno de maldad y tienes que elegir el camino del bien, alejarte del pecado. No puedes, persona, servir a dos amos: a Dios y al Diablo, porque son caminos que jamás se juntan y uno te lleva a la gloria y el otro al infierno, y el infierno es una agonía sin fin, una penitencia eterna. Jesús dice, persona, que no ames las cosas de este mundo, porque en este mundo sólo hay maldad y pecado, la verdadera felicidad está en el reino del Señor, en la tierra estamos para vencer las tentaciones que se nos presentan y rendir tributo a nuestro Señor -¡Gloria a Dios!- el diablo tiene mil caras, persona. Puede ser tu vecino, tu amigo, tu compañero de trabajo, puede ser la persona que más quieres y quien menos te imaginas, pero si eres fiel a Jesús, él te protegerá y tu misión será cuidar de quienes no han visto la luz, enseñarles el camino para que salgan de esa oscuridad. Persona, aún hay tiempo de que salves tu alma, hay un espacio de gloria reservado para ti....
Respiro hondo, tomo el aire suficiente para seguir y me cuesta trabajo respirar. Miro la gente boquiabierta y las madres tapándole los ojos a sus hijos, no entiendo porqué no me miran a la cara, volteo hacia abajo y miro en el piso la Biblia que momentos antes tenía en la mano que ahora sujeta mi verga en erección... una estela blanca alarga el grabado de cruz plateada hacia el piso.
Me aferro con más fuerza al barrote de metal mientras con la otra mano me cubro el rostro que empieza a cubrirse de lágrimas, esperando que la tierra se abra para sumergirme en ella.
lunes, junio 13, 2005
Pereza, pudo ser mi nombre
Dice la finada Berlanga: “deja la lujuria un mes, y ella te abandona tres”, así que tengo que apurarme porque por lo visto Doña Lujuria es implacable y tres meses de celibato es algo que nadie en su sano juicio debería tolerar, a no ser que haya hecho los votos y se los tome en serio.
Tal vez será que lo que necesito es un claustro para que salgan mis demonios internos y encuentre arousing hasta el trapeador con que limpia uno los pisos de piedra caliza en los que camino descalzo, arrastrando el hábito y el rosario de culpas que traigo amarrado a la cintura, tan largo como el velo de novia de Lady D.
Anoche que platicaba con unos amigos (una doctora pop y un pintor sinaloense) me di cuenta de eso cuando en la conversación se coló el tema del último revolcón que tuvimos. Todos tenían fresco en la memoria el aroma a sexo menos yo, que casi casi me pasaban en sepia las imágenes de mi último recuerdo erótico. Tres semanas para nuestro gremio equivale a meses y no es para nada algo de qué presumir, es algo que raya en la patología.
No es que la presión social ejerza demasiada influencia en mi, pero el capital erótico siempre es algo que hay que cultivar y exhibir, lo opuesto no precisamente.
Tengo que confesar, sin embargo, que me embarga (viva la cacofonía) la pereza sexual, el desgano glamoroso de Margherite Gauthier que tose y tose fingiéndose flemática cuando en realidad se atraganta con toda la semilla de varón que ha consumido la mustia.
Mustio no soy mucho, ni tragón como la Gauthier pero me gusta la languidez coronada por camelias, lástima que sea alérgico a las flores y a la cursilería, no podría ser carne de literatura ni del Dumas ni de la Cartland.
Tal vez lo que necesite sea un poco de violencia doméstica para reavivar mi deseo como Angelina Jolie y Brad Pitt en el churrito estridente que estrenaron este fin de semana, que con unos puñetazos y unas patadas encarrilaron de nuevo su matrimonio. Aunque en mi caso tendré que (a falta de réplica) proponerme como víctima propiciatoria de algún ataque homofóbico, que no faltará algún ciudadano samaritano que cumpla mis incipientes expectativas masoquistas y me saque de esta pereza endémica.
Tal vez será que lo que necesito es un claustro para que salgan mis demonios internos y encuentre arousing hasta el trapeador con que limpia uno los pisos de piedra caliza en los que camino descalzo, arrastrando el hábito y el rosario de culpas que traigo amarrado a la cintura, tan largo como el velo de novia de Lady D.
Anoche que platicaba con unos amigos (una doctora pop y un pintor sinaloense) me di cuenta de eso cuando en la conversación se coló el tema del último revolcón que tuvimos. Todos tenían fresco en la memoria el aroma a sexo menos yo, que casi casi me pasaban en sepia las imágenes de mi último recuerdo erótico. Tres semanas para nuestro gremio equivale a meses y no es para nada algo de qué presumir, es algo que raya en la patología.
No es que la presión social ejerza demasiada influencia en mi, pero el capital erótico siempre es algo que hay que cultivar y exhibir, lo opuesto no precisamente.
Tengo que confesar, sin embargo, que me embarga (viva la cacofonía) la pereza sexual, el desgano glamoroso de Margherite Gauthier que tose y tose fingiéndose flemática cuando en realidad se atraganta con toda la semilla de varón que ha consumido la mustia.
Mustio no soy mucho, ni tragón como la Gauthier pero me gusta la languidez coronada por camelias, lástima que sea alérgico a las flores y a la cursilería, no podría ser carne de literatura ni del Dumas ni de la Cartland.
Tal vez lo que necesite sea un poco de violencia doméstica para reavivar mi deseo como Angelina Jolie y Brad Pitt en el churrito estridente que estrenaron este fin de semana, que con unos puñetazos y unas patadas encarrilaron de nuevo su matrimonio. Aunque en mi caso tendré que (a falta de réplica) proponerme como víctima propiciatoria de algún ataque homofóbico, que no faltará algún ciudadano samaritano que cumpla mis incipientes expectativas masoquistas y me saque de esta pereza endémica.
jueves, junio 09, 2005
El rincón de los PRODIGIOS
Había una vez, y dos y tres, un escuadrón de soldados, guardianes de su “buen gusto”, atrincherados atrás de la barra de un bar de mala muerte y de peor suerte, armados de nostalgia y el hígado como escudo, defendiendo la integridad de lo que se había convertido en su único hogar y refugio, el único lugar en que podían ser como ellos quisieran: la cofradía de la caguama y el porro prometido, el rincón de los prodigios, el castillo de la pereza.
Todo era armonía desentonada, pero un buen día, la amenazante realidad se fue filtrando por sus paredes y ésta, con su múltiples colores y formas, se instaló como testigo de ese bastión de resistencia donde sus acólitos atrapaban al tiempo como si atraparan mariposas con redes de ilusión para no dejarlo escapar.
Tanto color empezó a llamar la atención de los de afuera donde todo es feo y especies de diferentes partes empezaron a llegar, alterando con su presencia la estética decadente del lugar. De la noche a la mañana todo se convirtió en un enjambre de abejas reinas que sólo al cruzar la puerta eran seducidos por el lado oscurito de la fuerza y todo lo que necesitaban era una caguama, un cigarrillo y unas monedas para una maquinita mágica escupe-canciones.
Todo parecía irse ajustando, pero un buen día llegaron dos mujeres hechas por sí mismas enfundadas en minifaldas hechas a mano como ellas, desafiando la gravedad montadas en sus tacones del quince y sacudiendo su cabellera leonesca pidieron una caguama al bartender que las miró entre azorado y curioso.
El calor del lugar amenazaba con derretir el rimel Avon. Perséfone (nombre que tomó prestado de una Enciclopedia Universal), roció su rizos con un acondicionador tan oloroso como su perfume y meneó su cabeza a la Vero Castro en “Los ricos también lloran”. Unos rizos - pero como serpientes medussinas- alcanzaron a uno de los parroquianos en la cara y el ingrato, que no tardaba en resignarse a la amenazante diversidad que contaminaba la cueva, entró en cólera despotricando (en lenguas vivas y muertas para mayor verismo) contra todo aquél que no tuviera pedigrí, llamó a su clan y empezaron a rodear a las vestidas que ya habían sacado sus uñas envenenadas.
Perse (para los cuates) e Isis (nombre de batalla de la otra) se contrajeron como felinas, se pusieron de pié, juntaron sus espaldas y empezaron a dar vueltas a lo Kill Bill en lo que eran acosadas por la manada que les reclamaba su atrevimiento, su osadía y cinismo maricón. Argumentaban a coro que no iban a permitir que alterasen el “concepto” del lugar, que a partir de ese día se reservaban el derecho de admisión.
En ese momento dejó de sonar en la rocola blindada una canción que se había convertido en mantra y se escuchó la voz rasposa de Isis al tiempo que miraba con displicencia al que abrazaba con fuerza el aparato, resguardando como mártir la “exclusiva” selección musical compuesta de sones y trova cubana:
--Mira, mi amor -le dijo- Nosotras estamos de vuelta de todo, hemos pasado por el desprecio, la marginación, el acoso policiaco, los golpes (incluso el abuso infantil, pero de ese ni quien se acuerde), los peelings, las hormonas, las prótesis, las almorranas, las mechas de colores y muchas otras cosas, pero si hay algo que aprendimos a no tolerar es la necedad que tiene algunas especies por defender, incluso por encima de sí mismos, su mal gusto... Adios.
Ante el asombro de los que antes eran una jauría, Isis y Perséfone se tomaron de la mano y salieron de lugar llevándose con ellas el color y el aire, dejando sólo las paredes sucias y un elocuente, lapidario SILENCIO.
Todo era armonía desentonada, pero un buen día, la amenazante realidad se fue filtrando por sus paredes y ésta, con su múltiples colores y formas, se instaló como testigo de ese bastión de resistencia donde sus acólitos atrapaban al tiempo como si atraparan mariposas con redes de ilusión para no dejarlo escapar.
Tanto color empezó a llamar la atención de los de afuera donde todo es feo y especies de diferentes partes empezaron a llegar, alterando con su presencia la estética decadente del lugar. De la noche a la mañana todo se convirtió en un enjambre de abejas reinas que sólo al cruzar la puerta eran seducidos por el lado oscurito de la fuerza y todo lo que necesitaban era una caguama, un cigarrillo y unas monedas para una maquinita mágica escupe-canciones.
Todo parecía irse ajustando, pero un buen día llegaron dos mujeres hechas por sí mismas enfundadas en minifaldas hechas a mano como ellas, desafiando la gravedad montadas en sus tacones del quince y sacudiendo su cabellera leonesca pidieron una caguama al bartender que las miró entre azorado y curioso.
El calor del lugar amenazaba con derretir el rimel Avon. Perséfone (nombre que tomó prestado de una Enciclopedia Universal), roció su rizos con un acondicionador tan oloroso como su perfume y meneó su cabeza a la Vero Castro en “Los ricos también lloran”. Unos rizos - pero como serpientes medussinas- alcanzaron a uno de los parroquianos en la cara y el ingrato, que no tardaba en resignarse a la amenazante diversidad que contaminaba la cueva, entró en cólera despotricando (en lenguas vivas y muertas para mayor verismo) contra todo aquél que no tuviera pedigrí, llamó a su clan y empezaron a rodear a las vestidas que ya habían sacado sus uñas envenenadas.
Perse (para los cuates) e Isis (nombre de batalla de la otra) se contrajeron como felinas, se pusieron de pié, juntaron sus espaldas y empezaron a dar vueltas a lo Kill Bill en lo que eran acosadas por la manada que les reclamaba su atrevimiento, su osadía y cinismo maricón. Argumentaban a coro que no iban a permitir que alterasen el “concepto” del lugar, que a partir de ese día se reservaban el derecho de admisión.
En ese momento dejó de sonar en la rocola blindada una canción que se había convertido en mantra y se escuchó la voz rasposa de Isis al tiempo que miraba con displicencia al que abrazaba con fuerza el aparato, resguardando como mártir la “exclusiva” selección musical compuesta de sones y trova cubana:
--Mira, mi amor -le dijo- Nosotras estamos de vuelta de todo, hemos pasado por el desprecio, la marginación, el acoso policiaco, los golpes (incluso el abuso infantil, pero de ese ni quien se acuerde), los peelings, las hormonas, las prótesis, las almorranas, las mechas de colores y muchas otras cosas, pero si hay algo que aprendimos a no tolerar es la necedad que tiene algunas especies por defender, incluso por encima de sí mismos, su mal gusto... Adios.
Ante el asombro de los que antes eran una jauría, Isis y Perséfone se tomaron de la mano y salieron de lugar llevándose con ellas el color y el aire, dejando sólo las paredes sucias y un elocuente, lapidario SILENCIO.
miércoles, junio 08, 2005
Frivolidad cinéfila (¿pleonasmo?
Acabo de ver una película mexicana que se llama "Al otro lado", de un tal Gustavo Loza que se cree que hacer tres cortometrajes compartiendo tema y juntarlos en un mismo carrete ya hace un largometraje. A menos que alguien opine lo contrario (lo me viene dando igual, para ser honestos), yo tenía la idea que una película se merecía el nombre de largometraje porque la historia requería de más de una hora para ser planteada, desarrollada y concluida y en este caso me parece que el director tenía una sola idea por desarrollar y le sobró metraje para su falta de elocuencia, aunque le faltó para meter más lugares comunes y cursilería bien fotografiada. En fin, para no perder la tradición el cine mexicano siempre quedándose en "apenitas".
La otra que fui a ver se llama "Lagado de violencia" (Undertow) y el protagonista es Jimmy Bell, el mismísimo Billy Elliot bastante crecidito y prometedor, al lado del ex de Salma (Hayek para los iniciados) Josh "papacito" Lucas y Dermot Mulroney, el subestimado actor de "Bright Angel", más conocido por ser el mono que se pelean dos boconas y sobrevaloradas actrices (la Roberts y la Díaz) en "La boda de mi mejor amigo".
En ésta, el personaje principal es un adolescente en plan rebelde sin causa, pero en versión bajo presupuesto, que se enfrenta a la amenaza de muerte de su padre biológico a causa de montón de monedas de oro. El chamaco huye con su hermano menor Tim, un preadolescente bulímico y cabezón que viene siendo el narrador de la historia, que empieza por ser un drama rural para convertirse en una película de aventuras con un tono bastante oscuro.
Me gustó la película, aunque al final quedé un poco confundido porque con esos pantalones wrangler (de los que usaba mi papá, por cierto) apretados, camiseta semitransparente, botas vaqueras y barba crecida el maldito de Josh Lucas no me dejaba concentrarme.
¿Porqué seré tan frívolo?
martes, junio 07, 2005
Dedazo
Recuerdo que cuando era niño, me gustaba sentarme en una hamaca que teníamos en el patio de mi casa, agarraba una vara de madera del árbol donde estaba amarrada y empezaba a dibujar lo primero que se me ocurría en la tierra, me mecía y bajaba el pié para borrar el dibujo como quien pasa la hoja de un cuaderno. Me podía pasar horas así y aquellas figuras eran fantasmas que se iban anidando en mi memoria justo en el momento en que pasaba mis pies descalzos sobre ella.
Luego el piso de tierra fue cediendo su lugar a las revistas de mis hermanas que rayaba como poseído para después ser regañado por ellas. Después tuve cuadernos en el kínder en los que en lugar de hacer mis párbulos hacía dibujos y ya en la primaria, sabiendo leer y escribir, las clases me aburrían constantemente y la historia más divertida sucedía en las franjas laterales de mis cuadernos Polito o Scribe, figuras geométricas que se unían en un punto con otras curvas que formaban perfiles humanos, ojos y bocas tratando de decir algo que mi mente infantil no alcanzaba a descifrar, pero que se dejaba llevar por el voluntarismo del lápiz o la pluma.
O sigo siendo un niño o el voluntarismo del lápiz se ha convertido en tiranía y cuando todo me aburre, de ladito estoy dibujando historias, apartando la vista de lo que tengo enfrente y haciendo anotaciones al borde de la página de los días.
Si alguna vez ven que mi mirada se desvía y no precisamente para ver un buen trasero o unos ojos grandes y oscuros arriba de una sonrisa, sospechen de mi, cuestiónense si la anécdota que están contando tiene algún valor para alguien más que no sean ustedes mismos, pregúntense si no están siendo monotemáticos, obsesivos o repetitivos...
Eso sí, no volteen debajo de la mesa porque verán mis pies descalzos dibujando con el dedo gordo una boca grande y abierta, la representación gráfica de un bostezo.
lunes, junio 06, 2005
Manga por hombro
Llamé a mi casa y no estaba, me contestó el buzón con una canción de Carlos Berlanga de fondo y me preocupé. Tomé un taxi en la madrugada y fui a buscarme, me encontré con una puerta de hierro que trepé y bajé por un mezquite evitando espinarme. Toqué varias veces sin obtener respuesta, me asomé por una de las ventanas y todo lo que vi fue un sillón con un cojín de peluche, una mesa llena de revistas y unas sillas con ropa amontonada, una recámara con sábanas rojas mal tendidas, una mesita de noche con una lámpara y varios libros apilados encima, varios pares de zapatos regados por la habitación y una caja de cartón semiabierta. Al fondo se alcanzaba a ver un cesto de ropa desbordándose.
Cualquiera diría que el tipo que vive ahí está deprimido o es un yonqui, o las dos cosas o lo que sea, pero nada bueno. Volví a marcar y nadie contestaba, me senté en la escalera de caracol a esperar... esperar no sé qué, pero esperar siempre es una buena idea...
sábado, junio 04, 2005
La Maldición de Dorothy
No puedo dejar de bailar, estos zapatos en su vida anterior debieron haber sido rojos. Me los he puesto y me han hecho moverme al ritmo que me pongan sin importar mis convicciones ideológicas (as if..), desde Paulina Rubio hasta Manú Chao.
Platico y no dejo de bailar: estoy maldito. Trato sin éxito de desatar las agujetas y éstas bailan al mismo ritmo que mis piés. Trato de asirlas y dan un paso atrás, otro adelante y otro más hacia un lado. Mis tenis y yo hacemos piruetas para diversión de los demás, que se preguntan qué me habré metido para bailar de esta manera y yo sólo sudo cerveza, mi camiseta es una segunda piel, húmeda y viscosa....Que no pare la música o la maldición será pública.
jueves, junio 02, 2005
Frío
Mira, Manuel, tienes ya rato viviendo aquí y lo más que he recibido de tu parte son litros de cerveza y litros de leche, una que otra fruta, agua mineral y natural, una cartera de huevos que no has volteado ni a ver, un frasco de mayonesa (light por supuesto), uno de chiswís, una salsa casera que te da agruras, un paquetito de salsa siracha que te sobró en alguna de tus múltiples visitas a los restaurantes de comida china, otros tantos de soya, una lechuga a punto de pudrirse, un pepino triste, una jícama chora...en fin, cuando bien me ha ido me metes medio kilo de queso panela o de salchichas de pavo (gourmet eso sí, porque te la das de exquisito).
¿Cuándo me vas a tratar como a la gente, cuándo me vas a limpiar como es debido, cuándo vas a tratarme como el refrigerador de primera que soy?
No mames, ni las fresas que pusiste a congelar te has comido. Ahí me tienes haciendo equilibrio en mi cabeza para sostener la caja de cereal y el frasco de Nutella que parece ser lo único que consumes últimamente.
¿Qué es lo que te pasa? No me vayas a decir que te uniste a la moda anoréxica porque ese pantalón que traías ayer apenas te cerraba y no te veías exactamente como la Moss.
Estoy a punto del colapso, pero comparado con la pobre estufa, que no la has usado ni para calentar agua estoy en la gloria.
¿Acaso no te gusta nuestra compañía?
....(...)
miércoles, junio 01, 2005
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