jueves, diciembre 30, 2004

Casarse está en Yaqui

Please don't make my wedding dress
I'm too young to marry yet

PJH
La última boda a la que fui fue una probadita de lo que me esperaba.
Ayer se casó mi sobrina y la experiencia no pudo ser más cliché.
Toneladas de dinero (la mayoría de mi hermano mayor) para anunciarle a la sociedad obregonense que el virus de la familia sigue tan fuerte como el del dengue.
La novia (guapísima eso sí, porque es mi pariente) ni por enterada del paquete que se echa encima. Como si estuviera drogada, con una sonrisa constante y una aparente coolnez que sería la envidia de muchas, iba del peinador a la casa, de la casa a la iglesia y de la iglesia al salón. Seguida como tiburón madre de un pequeño alguate de 5 años, hija de su hermano mayor, lo que viene siendo mi sobrina nieta (se oye horrible se tío-abuelo a los 30's, pero ese es otro tema).
La madre de la novia (mi hermana mayor), secuestrada por el peinador empeñado en hacerle una fuente de greñas en la cabeza y tironeándole la cara como albañil que se cree haciendo un bajorrelieve del medioevo.
Las mujeres de la casa fueron víctimas propiciatorias de la cultura de belleza. Los salones boicotearon su presunta beldad efímera y se tomaron su tiempo para no hacerles nada. Una de mis sobrinas ahorita está en la Profeco denunciando la negligencia de una estilista que no la maquilló a tiempo.
Lo bueno de todo ésto es que llegamos tarde a la misa. Mi madre furiosa, porque esas cosas no las perdona el altísimo (como ella, que parecía la novia sin necesidad de ir al salón y con su traje blanco con destellos brillantes, estuvo lista puntualmente no desaprovechó la oportunidad de restregarles en la cara a todas su ineptitud).
-Relájate, Enriqueta. Es una boda y no es la tuya. No se acaba el mundo, Le dije.
La liturgia católica es de lo más kitsh. Por un lado un estadarte que decía algo así como Bienvenido al Reino de la Felicidad, a un lado de un cuadro de la virgen de Guadalupe y en el centro un joven clavado en una cruz con las manos y los piés sangrantes.
Los del coro creían que estaban en una audición de la Nacademia, porque cantaron el Avermaría con las mismas pésimas inflexiones vocales del orgullo local, Yahir (que por ahí me enteré días antes quería merendarse a la novia, How Proud!).
Mi hermano divertidísmo con la liturgia, sobre todo la cantada. Me recordó cuando estabamos chicos y nos obligaban a ir a misa. Nuestra vengaza era satirizar todo lo que sucedía (Lo tenemos levantada hacia el señor et al), pero mi madre, más lista que bonita, empezaba a cantar más alto que el coro y la vergüenza nos ponía un estatequieto hasta que terminaba la misa.
-Vayan con Dios, la misa ha terminado...Demos gracias a Dios, suspirábamos aliviados en un arranque espontáneo de fé.
La fiesta poblada de metrosexuales (la palabra del año, sinónimo de ridículo autoengaño) y de familiares (no muchos, para mi placer) fue de día y hubo lo de siempre. Baile, alchohol, tragadera de prójimo (uno que otro que con gusto me hubiera comido, pero no era mi fiesta), tanda de los novios, tanda húngara, lanzado de ramo y liga (ahí si no le entré porque no iba a resistir ponerme la liga y no combinaba con mi outfit).
No bailé mucho porque andaba muy cansado, pero justo a la hora que me decidí a bailar ponen "El sinaloense", que es una canción de alto grado de dificultad y que no termina nuuuuunca. ¿Porqué no me levanté cuando pusieron "La yaquecita"? No termino de arrepentirme.
Todo terminó temprano y antes que me jalaran al after-wedding preparé mis cosas para huir despavorido a Hermosillo, bálsamo emergente.
No sabía que poner en al álbum de los deseos a los novios, sólo alcancé a escribir tímidamente un felicidades con letra manuscrita y con muy poco convencimiento... No sé, tal vez debí escribir:
Suerte, Anabella, supongo que todo ésto es una deuda moral que estás pagando sin necesidad, un ajuste de cuentas con el destino de tu madre, una mujer que no ha dejado de pedir disculpas por una boda que nadie le exigía y que estoy seguro no hacía ni hace ninguna falta. Ni en un rancho bicicletero como Ciudad Obregón ni en ninguna parte.
Atte. Yo, tu tío.




2 comentarios:

Mercedes dijo...

Oiga, Tio, Feliz Año!

Manuel dijo...

Feliz Año, Ara. Y a todos los que pasen por aca.