viernes, diciembre 03, 2004

Memorias de mis nobel tristes...

Ay, García Márquez
Eso último que escribiste, que ha rompido record de ventas y que cayó en mis manos por puritita casualidad, porque desde aquellos cuentos peregrinos me cuestioné mi hipotético respeto por tu trabajo literario, está no sólo malito, cursilito, chochito, retrogradito sino ofensivito, soporíferito, jodidito para acabar prontito.
Recuerdo haber leído de morro tus cien años de soledad y tu crónica de una muerte anunciada y sentirme fascinado por esas historias de la provincia y de las trampas del destino que en ese entonces no me sonaban tan reaccionarias como ahora.
Antes era tienes que leer a García Márquez, ahora es casi como comprar un libro de la Loaeza (la Lupe, no la Chole), puro guilty pleasure.
"Memorias de mis putas tristes", debía llamarse "Memorias tristes de mis putas telarañas mentales".
Su mayor provocación es presentar la sexualidad hipotética (tomando en cuenta los hábitos alimenticios y los servicios de salud en Latinoamérica) de un anciano de 90 años que por única gracia del señor tiene un vergón y una vida gris.
Para celebrar su cumpleaños decide regarlarse una mujer virgen, que en este caso no tiene ni 14 años.
El señor se enamora de ella y de manera sublime decide no quitarle la virginidad para que su amor permanezca incólume...uf!
¿Qué es lo que el señor ve en ese fiambre que ve dormir en la cama de un prostíbulo y al que decide perdonarle la desvirgada?
Que no habla, no hace ruido, es una santa de carne y hueso, la virgen de la macarena desnuda en tu cama. La virginidad es la negación hecha mujer y este señor ha sido incapaz de amar a ninguna mujer en su vida que no haya sido su madre. La única que merece el perdón por no ser virgen por haberle dado la vida.
El amigo de Shakira y Fidel toma un tema tan polémico hoy en día como la paidofilia para poner el día todos los anacromismos de una sociedad que se niega a crecer ideológicamente.
Ni como ayudarte, Gabriel, a tu edad.

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