martes, diciembre 28, 2004

Suddenly Susan

To me, literature is a calling, even a kind of salvation. It connects me with an enterprise that is over 2,000 years old.
Susan Sontag

Comenzó a leer a los tres años, se graduó de high school a los 15 y se casó a los 17 con su profesor de sicología. Tuvo un hijo antes de los 20 y a partir de su divorcio comenzó su interesante vida en su ciudad natal, Nueva York. La siguió en Europa, Bosnia, Rusia, Vietman y un largo etcétera.
Su departamento de Nueva York se burla del feng-shui y sólo tiene libros. Miles y miles de libros con apenas muebles para sentarse. Ellos fueron sus amigos de la infancia y sus compañeros hasta la vejez.
En los setenta le dio cáncer de seno y se prestó a los tratamientos más agresivos que en esa época pudieran pensarse hasta que salió airosa de la condena a muerte que sigue siendo en muchos casos el cáncer. Aparte de su salud, lo mejor que salió fue "Illness as Metaphor", que luego mutó en "Aids and its Metaphors".
Su gran orgullo, después de su hijo David, fue "The volcano lover", la historia de un diplomático inglés obsesionado con el besuvio y con su colección de arte, un montón de cosas apiladas en sus bodegas que le gritaban todo el tiempo lo mediocre de su persona.
"Notes on camp", fue el ensayo que le abrió las puertas del mundo intelectual norteamricano. Fue llamada pretenciosa, populista, arribista y un largo etcétera pero nadie le puedo colgar el mote de estúpida. Lo cual en el sexista medio literario es un gran logro.
Amante de los libros y del arte en general, también fue la voz de la conciencia de una América inconsecuente e ignorante. Fustigó a Bush como a otros presidentes y se atrevió a negarse a llamar cobardes a los ejecutantes del atentado a las Torres Gemelas (pueden ser lo que quieran, pero cobardes no eran, dijo), para ganarse más antipatías en su propio país.
Su última novela, "In America", es un relato del viaje sin retorno que es la migración y un agudo retrato de la emergente y puritana sociedad norteamericana.
Hoy, en la mañana murió Susan Sontag y mientras el mundo se duele por miles de muertos en Asia yo me pregunto si ese maremoto no se llevaría entre sus aguas la claridad y la inteligencia de una de las mujeres más admirables que yo haya cococido.
Sí, la conocí de la mejor manera que se puede conocer a alguien, por medio de la palabra, ese maravilloso invento que ella trató siempre de reivindicar y preservar.
Para la Sontag pensar era lo mismo que sentir.
Yo siento mucho que Ella ya no esté con nosotros.
I´ll see you in your books, Susan.

Tu fan.

3 comentarios:

Barro dijo...

Ayudándote a sentir. Susan Sontag me pareció siempre una de esas mujeres capaces de seducir a cualquiera, mujeres inteligentes que transportan consigo un halo de sensualidad hasta la tumba.
Y un saludo a la viuda, Annie Leibowitz. Me encantaba la pareja que hacían. Ahora quien queda? Ellen de Geneneres? que está con la actriz Portia de Rossi?

Incomparable Susan, te seguiremos leyendo.

Manuel dijo...

Qué bueno que mencionas la dimensión pansexual de la Sontag, Barro. Y sí, esa pareja era fabulosa. Dos talentazos como esos no podían ser una pareja cualquiera. Las Mejores fotos de Susan son las que le tomó la Anne y los mejores libros sobre fotografía los escribió su majestad Sontag.
Y para acabarla de chingar eran guapísimas las dos y nomás falta que buenísimas para comerse el coño una a la otra.
Hay quienes tienen tanto que más que envidia te da gusto.

pal dijo...

qué cosa tan linda lo de que más que envidia da gusto... lo tomo prestado inmediatamente.
Y me gustó este texto que escribistre hace mil años ... y yo sin leer a la Sonntag...