Yo no tengo problemas en que digan que soy un mamón, pretencioso, pedante, puto y ____________________ (en esta línea agreguen los adjetivos que quieran, no me agüito).
Me empezaré a preocupar cuando, después de cualquier eufemismo -están de moda- agreguen una frase lapidaria de tan bien intencionada y tal vez a la única que le tengo miedo:
Pero (siempre va precedida de un pero) es BUENA GENTE.
Buena onda, no. Buena gente.
Escucho esa frase y me imagino que el aludido está siendo acariciado en la cabeza como Gary Sinise a John Malkovich en "Of mice & men", antes de dispararle en la nuca como a cualquier perro moribundo.
La referencia cinematográfica no es gratuita.
Hay gente que -sin ser diagnosticada como subnormal- es un manojo de buenas intenciones que llevan en sí la semilla del mal, la ignorancia.
Que no es lo mismo que la inocencia, pero se parecen.
La ignorancia es el único virus que no ocupa medicamentos, que es tan persistente como la persona que lo tenga quiere que sea.
Es el único virus que no se contagia y al mismo tiempo es endémico.
Es un virus que tiene en la irresponsabilidad y la autocomplacencia su mejor célula madre.
Algunos dirán que no tiene madre, pero sí tiene y mucha. Y es tía del machismo, la misoginia, la homofobia y una enorme lista de parientes incestuosos.
La ignorancia es muy difícil de erradicar porque se aferra a nuestro sistema nervioso y somos nosotros mismos quienes la alimentamos.
Cuando alguien se atreve a atacarla, nosotros la defendemos como al hijo mongólico, como leona madre en cautiverio.
Es bien difícil perderle el amor a algo con lo que nacimos, pero es más difícil reconocer que el amor no siempre es la mejor de las resupestas, por lo menos no para todo.
Que tal vez esté sobrevalorado.
Que no es suficiente con ser BUENA GENTE.
Pero sí es importante SER gente.
lunes, febrero 28, 2005
sábado, febrero 26, 2005
jueves, febrero 24, 2005
Los ÁSCARS!
Este domingo se lleva a cabo el circo con más teleaudiencia de la televisión internacional. La entrega de los premios Oscar.
Yo soy cinéfilo desde hace mucho y también hace mucho que me quedó claro que mis películas favoritas nunca serían premiadas por un grupo de ancianos, en su mayoría judíos, pues Hollywood es una especie de élite judía. Y que conste que no soy antisemita pero eso te da una idea de los intereses en juego en un evento de esa naturaleza y de los gustos más bien conservadores de los que toman las decisiones.
La entrega de esos premios forman parte del imaginario de mi niñez, junto con Siempre en Domingo, el Festival OTI y los concursos de belleza.
El primero era más obligatorio que misa y Raúl Velasco era más importante que cualquier obispo en turno.
El segundo era una vez al año y era un desfile de cantantes con pésimo gusto para vestir y peor gusto para escoger canciones, para ganar tenían que tener a parte de mucho amor en su corazón, un poquito de conciencia social de supermercado. Tenía su encanto en toda su naquez.
Los concuros de belleza...¿qué pedo con los concursos de belleza?
¿Es una tendencia sonorense más de la autocomplacencia o en realidad todo México se paralizaba y centraba sus esperanzas en la miss en turno que rescatara de la ignominia turística a su rancho?
Creo que la primera Miss Universo mexicana ahora vende Amway a gran escala y nunca le alcanzó para un pelling.
Tengo unos amigos que tienen una obsesión -malsana diría yo, pero quién soy yo para juzgar- por esos concursos y se reúnen para apoyar a la delegada sonorense como si estuviera en juego la integridad regional -¿cuál integridad? diría yo, pero quién soy yo para cuestionar-
El resultado generalmente es decepcionante y siempre gana la que ellos no quieren. ¿Tradición de auto-saboteo? No sé ni me importa.
La entrega de los Oscares parecer ser, según el nuevo conductor Chris Rock, un espectáculo exclusivo para homosexuales. Los hetereosexuales (esa especie en extinción) como él nunca ven los óscares a menos que les paguen para estar en ella -como a él- o algún familiar esté nominado.
A la tradición racista de la academia -cuyos ganadores negros se cuentan con una mano, pero quién soy yo para recordarselos- el comediante le agrega una evidencia por demás homofóbica y sexista.
No le resto razón el neoyorquino: ¿Cuántos hombres heterosexuales que se jacten de su pureza gremial se atreverían a reconocer que ven la entrega de los oscares o de perdida el desfile por la famosa alfombra roja?
Hay que preguntarle a Joan rivers, pero quién soy yo para...
And the winner is...
Yo soy cinéfilo desde hace mucho y también hace mucho que me quedó claro que mis películas favoritas nunca serían premiadas por un grupo de ancianos, en su mayoría judíos, pues Hollywood es una especie de élite judía. Y que conste que no soy antisemita pero eso te da una idea de los intereses en juego en un evento de esa naturaleza y de los gustos más bien conservadores de los que toman las decisiones.
La entrega de esos premios forman parte del imaginario de mi niñez, junto con Siempre en Domingo, el Festival OTI y los concursos de belleza.
El primero era más obligatorio que misa y Raúl Velasco era más importante que cualquier obispo en turno.
El segundo era una vez al año y era un desfile de cantantes con pésimo gusto para vestir y peor gusto para escoger canciones, para ganar tenían que tener a parte de mucho amor en su corazón, un poquito de conciencia social de supermercado. Tenía su encanto en toda su naquez.
Los concuros de belleza...¿qué pedo con los concursos de belleza?
¿Es una tendencia sonorense más de la autocomplacencia o en realidad todo México se paralizaba y centraba sus esperanzas en la miss en turno que rescatara de la ignominia turística a su rancho?
Creo que la primera Miss Universo mexicana ahora vende Amway a gran escala y nunca le alcanzó para un pelling.
Tengo unos amigos que tienen una obsesión -malsana diría yo, pero quién soy yo para juzgar- por esos concursos y se reúnen para apoyar a la delegada sonorense como si estuviera en juego la integridad regional -¿cuál integridad? diría yo, pero quién soy yo para cuestionar-
El resultado generalmente es decepcionante y siempre gana la que ellos no quieren. ¿Tradición de auto-saboteo? No sé ni me importa.
La entrega de los Oscares parecer ser, según el nuevo conductor Chris Rock, un espectáculo exclusivo para homosexuales. Los hetereosexuales (esa especie en extinción) como él nunca ven los óscares a menos que les paguen para estar en ella -como a él- o algún familiar esté nominado.
A la tradición racista de la academia -cuyos ganadores negros se cuentan con una mano, pero quién soy yo para recordarselos- el comediante le agrega una evidencia por demás homofóbica y sexista.
No le resto razón el neoyorquino: ¿Cuántos hombres heterosexuales que se jacten de su pureza gremial se atreverían a reconocer que ven la entrega de los oscares o de perdida el desfile por la famosa alfombra roja?
Hay que preguntarle a Joan rivers, pero quién soy yo para...
And the winner is...
martes, febrero 22, 2005
EUFEMISMOS o las 101 maneras de llamarlo a uno puta...
Eso de los eufemismos se inventaron cuando se inventó la literatura.
Pero si uno no es Bukowski o Verlaine habría de abstenerse, para hacerle un favor a la poesía y a la sana convivencia diaria, ¿no creen?
Anoche me quedó ésto muy claro. Me encontré con una de mis cartitas pasadas y decidí darle otra oportnidad, tomando en cuenta que he andado escaso de oportnidades myself las últimas semanas (creo que ya he dicho que los exes no cuentan, pero por si las moscas lo repito).
Después del cómo estás y las arañas, Ok quieres subir a platicar un rato.
1er. eufemismo: Cómo que platicar y nomás cierras la puerta ya estás con las manos del invitado all over you.
El caso es que para no eufemizar demasiado en lo que nos quitabamos la ropa platicamos de su vida, la mía y de la última vez que nos vimos.
2do. eufemismo: No nos vimos, cogimos. Y fue hace más del año creo.
Por lo visto el susodicho intenta demostrarme con hechos que tiene mejor memoria que yo.
Yo, como soy muy buena onda, finjo demencia y a todo pongo cara de ¿a poco?
Al otro como que eso de la amnesia le pone porque cada vez se pone más ansioso. Le sigo el juego.
En una de esas que está encima de mi me dice a media voz:
-¿Lo hacemos?
3er. eufemismo: Se dice: ¿cogemos?
Y yo, pruebo agregándole a la amnesia, el recato: eso -he constatado- les pone bastante a muchos que he conocido.
Hay que tratar de ser verosímil, porsu, pero de que pone pone.
A mi no, pero pues ese es otro tema.
-Es que quiero y a la vez no. Me dice.
Éste me salió con más recuros, me digo a mimismo.
Pregunto porqué y me contesta:
-Es que me gustas mucho, pero a la vez me interesas para algo más serio.
Plop. Ese discurso me rebasa: tal vez me confunde con alguien más o se equivocó de guión, pero el rumbo de esta historia no me pone mucho.
Vuelve el tema de la amnesia y me dice que estuvo esperando mi llamada bla bla bla... y me suelta el cuarto eufemismo:
4to. eufemismo:
-Seguro no te acuerdas de mi cara entre cientos o miles.
Se dice seguro no me recuerdas porque eres muy puta. Si fuera otro me levantaría indignado de la cama y haría una escenita.
No soy otro.
En lo que nos terminamos de desnudar y todo el ritual de apagar las luces, ir por los condones, etc. me doy cuenta que ya casi no queda lubricante.
-Se ta acabó. ¿Porqué será? ¿Por que lo usas mucho?
Eufemismo repetido, pero esta vez acoto:
-¿Te das cuenta que es la segunda vez que me llamas puta?
Disculpas, abrazos, cómocrees, memalinterpretas y perdónames de por medio terminamos el ritual donde yo era el protagonista desnudo de una torpe historia que se contaba en el espejo frente a mi cama (me veo bien de perfil, by the way).
Al despedirnos, me quedo pensando si es conveniente darle pié a que siga reelaborando su discurso eufemístico para decirme lo promiscuo que considera que soy con una tercera frase que rompa el encanto.
El problema es que el encanto no existe, no hay nada por romper y la promesa de llamarlo el sábado no hace sino confirmar una sospecha que -como el chapulín colorado- tuve desde un principio:
Me pone que me digan puta.
Pero si uno no es Bukowski o Verlaine habría de abstenerse, para hacerle un favor a la poesía y a la sana convivencia diaria, ¿no creen?
Anoche me quedó ésto muy claro. Me encontré con una de mis cartitas pasadas y decidí darle otra oportnidad, tomando en cuenta que he andado escaso de oportnidades myself las últimas semanas (creo que ya he dicho que los exes no cuentan, pero por si las moscas lo repito).
Después del cómo estás y las arañas, Ok quieres subir a platicar un rato.
1er. eufemismo: Cómo que platicar y nomás cierras la puerta ya estás con las manos del invitado all over you.
El caso es que para no eufemizar demasiado en lo que nos quitabamos la ropa platicamos de su vida, la mía y de la última vez que nos vimos.
2do. eufemismo: No nos vimos, cogimos. Y fue hace más del año creo.
Por lo visto el susodicho intenta demostrarme con hechos que tiene mejor memoria que yo.
Yo, como soy muy buena onda, finjo demencia y a todo pongo cara de ¿a poco?
Al otro como que eso de la amnesia le pone porque cada vez se pone más ansioso. Le sigo el juego.
En una de esas que está encima de mi me dice a media voz:
-¿Lo hacemos?
3er. eufemismo: Se dice: ¿cogemos?
Y yo, pruebo agregándole a la amnesia, el recato: eso -he constatado- les pone bastante a muchos que he conocido.
Hay que tratar de ser verosímil, porsu, pero de que pone pone.
A mi no, pero pues ese es otro tema.
-Es que quiero y a la vez no. Me dice.
Éste me salió con más recuros, me digo a mimismo.
Pregunto porqué y me contesta:
-Es que me gustas mucho, pero a la vez me interesas para algo más serio.
Plop. Ese discurso me rebasa: tal vez me confunde con alguien más o se equivocó de guión, pero el rumbo de esta historia no me pone mucho.
Vuelve el tema de la amnesia y me dice que estuvo esperando mi llamada bla bla bla... y me suelta el cuarto eufemismo:
4to. eufemismo:
-Seguro no te acuerdas de mi cara entre cientos o miles.
Se dice seguro no me recuerdas porque eres muy puta. Si fuera otro me levantaría indignado de la cama y haría una escenita.
No soy otro.
En lo que nos terminamos de desnudar y todo el ritual de apagar las luces, ir por los condones, etc. me doy cuenta que ya casi no queda lubricante.
-Se ta acabó. ¿Porqué será? ¿Por que lo usas mucho?
Eufemismo repetido, pero esta vez acoto:
-¿Te das cuenta que es la segunda vez que me llamas puta?
Disculpas, abrazos, cómocrees, memalinterpretas y perdónames de por medio terminamos el ritual donde yo era el protagonista desnudo de una torpe historia que se contaba en el espejo frente a mi cama (me veo bien de perfil, by the way).
Al despedirnos, me quedo pensando si es conveniente darle pié a que siga reelaborando su discurso eufemístico para decirme lo promiscuo que considera que soy con una tercera frase que rompa el encanto.
El problema es que el encanto no existe, no hay nada por romper y la promesa de llamarlo el sábado no hace sino confirmar una sospecha que -como el chapulín colorado- tuve desde un principio:
Me pone que me digan puta.
lunes, febrero 21, 2005
Perezzzzzzzzza...
Okey. Mar adentro es una buena película.
Una película hecha con un manual de lo que es una buena película para los estándares del mainstream.
Amenábar ha aprendido de sus maestros, pero en esta última película escogió las más soporíferas influencias y, a su edad, filma como un veterano discípulo de Spielberg.
Precisión dramática, botones sentimentales, temas trascendentales, actuaciones sobresalientes.
Todo envuelto con su enorme carga de solemnidad y correctitud política infalible a la hora de ganar premios y conmover a un público adoctrinado previamente para conmoverse y asombrarse de un producto extremadamente convencional.
Sorry, pero parece que en el panorama del cine español las dos caras de su moneda se parecen más mientras más marcan sus distancias.
Primero, el chileno-español sale del clóset justo para promover su película y la estrategia le funciona con un tema donde no arriesga más que el dinero de la producción. Gana todos los premios, seguro ganará el Oscar para retorcimiento de tripas del decadente Almodóvar.
Pedro, por su lado, sale del clóset en pantalla con La Mala Educación: con los mismos guiños que en sus primeras películas, pero sin el encanto y la espontaneidad irreverente de ellas.
La solemnidad parece endémica. La chica Almodóvar es ahora la abuelita Almodóvar y teje cada vez más elaboradas chambritas para poner encima del sillón forrado con su autocomplacencia.
El colmo: hace el berrinche de su vida y sale botado de la Academia de cine española porque no lo premiaron a él y sí a su relevo emergente, Amenábar.
¿Qué le pasa? No se conforma con hacer una mala película sino que encima se carga defendiéndola con el peor de los argumentos: la incompresión y el desdén de su gente. Nomás le faltó acusarlos de homofóbicos a los de la Academia.
Justo cuando se supone que tienen el gobierno que querían y que el progresismo les llegó con retraso, los directores más populares del cine español responden de manera tan pero tan tristemente retro.
Pereza. Eso es lo que me dan.
PD: Bájate del árbol, javiercito. Túmbate el rollo del DeNiro ibérico que todavía tienes carne para símbolo sexual. Hay tan pocos.
Una película hecha con un manual de lo que es una buena película para los estándares del mainstream.
Amenábar ha aprendido de sus maestros, pero en esta última película escogió las más soporíferas influencias y, a su edad, filma como un veterano discípulo de Spielberg.
Precisión dramática, botones sentimentales, temas trascendentales, actuaciones sobresalientes.
Todo envuelto con su enorme carga de solemnidad y correctitud política infalible a la hora de ganar premios y conmover a un público adoctrinado previamente para conmoverse y asombrarse de un producto extremadamente convencional.
Sorry, pero parece que en el panorama del cine español las dos caras de su moneda se parecen más mientras más marcan sus distancias.
Primero, el chileno-español sale del clóset justo para promover su película y la estrategia le funciona con un tema donde no arriesga más que el dinero de la producción. Gana todos los premios, seguro ganará el Oscar para retorcimiento de tripas del decadente Almodóvar.
Pedro, por su lado, sale del clóset en pantalla con La Mala Educación: con los mismos guiños que en sus primeras películas, pero sin el encanto y la espontaneidad irreverente de ellas.
La solemnidad parece endémica. La chica Almodóvar es ahora la abuelita Almodóvar y teje cada vez más elaboradas chambritas para poner encima del sillón forrado con su autocomplacencia.
El colmo: hace el berrinche de su vida y sale botado de la Academia de cine española porque no lo premiaron a él y sí a su relevo emergente, Amenábar.
¿Qué le pasa? No se conforma con hacer una mala película sino que encima se carga defendiéndola con el peor de los argumentos: la incompresión y el desdén de su gente. Nomás le faltó acusarlos de homofóbicos a los de la Academia.
Justo cuando se supone que tienen el gobierno que querían y que el progresismo les llegó con retraso, los directores más populares del cine español responden de manera tan pero tan tristemente retro.
Pereza. Eso es lo que me dan.
PD: Bájate del árbol, javiercito. Túmbate el rollo del DeNiro ibérico que todavía tienes carne para símbolo sexual. Hay tan pocos.
sábado, febrero 19, 2005
¿Si te pido -POR FAVOR- que te consigas una vida?
Es 14 de febrero y a mi, como siempre, me da igual, sin embargo coincide que estoy en un bar en Tijuana con varios amigos que estimo mucho y que veo pocas veces al año.
En una de las idas a descargar la vejiga me encuentro con un antiguo amigo que no esperaba encontrar.
Al parecer no me reconoce, entonces yo me acerco y lo saludo:
-Hey, ¿qué ondas?- Le digo
-Hola, ¿qué haces tu por aquí?- Me contesta sorprendido.
-¿Si has oido hablar de la libertad de tránsito?- digo yo pasándome de simpático, mi deporte favorito.
Se ríe y me da un abrazo. Me cuenta lo que ha sido de su vida y no tardo en darme cuenta que está instalado en los noventas, cuando nos conocimos en el Club A y coincidiamos ahí y en otros lugares menos chic. La vida se le ha estancado en la barriga, porque en la cabeza sigue siendo el eterno adolescente precoz, sólo que lo precoz tiene fecha de caducidad y él no se ha dado por enterado.
En uno de los avances que nos hacemos, me toca el pecho para leer lo que dice mi camiseta y dice haciendo su mueca de autosificiencia No. 9:
-¿Cómo se te ocurre traer la camiseta de esa farsante?
-...
-Esa vieja es una pretenciosa, una oportunista.
-Yo que pensé que traía una camiseta, y lo que traigo es un postulado ideológico. ¿Qué te pasa? Relájate, es Björk, no le hace daño a nadie. Además ya no se viste de cisne.
-Me cae muy mal, creyéndose la redentora de la música electrónica...
-Qué loco que digas eso porque hace mucho que dejó de hacer música exclusivamente electrónica. Su rollo es más experimental, aunque qué hueva estarla defendiendo. Te repito, es sólo una camiseta, César.
-Yo prefiero a Madonna.
-Pues ella sí que es una verdadera farsante. Por eso me encanta, por genuinamente oportunista.
-...pues sí.
Como ví que estaba preparando más rollo para su discurso contestatario pop y yo corría el riesgo de caer desmayado de un bostezo, lo único que se me ocurrió para parar esa diarrea verbal fue besándolo en la boca.
Resultó.
Pero...
-Me acuerdo cuando vivía con el Carlos (mi ex cuando no era todavía mi ex) y como se ponía celoso cuando le contaba de los fajes que me ponía contigo.
-...¿A poco?
-Sí. Te acuerdas aquella vez que hasta te chupé los dedos de los piés...
No me acordaba, ahora sí me acuerdo.
-...me hizo una escenita y me dijo que estaba dispuesto a dejarte a ti para estar sólo conmigo.
-...orale. Qué interesante...
-Pero no es lo mismo cuando no hay sentimientos.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Mucho.
-Oye, qué discurso tan retro. ¿Seguro que no te volviste testigo de Jehová o cristiano?
-No, deveras no es lo mismo cuando estás enamorado...
-Pues en lo que bajas de tu nube yo voy a miar, ¿bueno?
Me perdí, volví con mis amigos y no dejaba de preguntarme cómo es que después de tantos años no supere ese capítulo.
Estar en medio de dos personas, tratando de mover las piezas de un ajedrez que son demasiado complicadas para su triste imitación de Lauren Bacall. Pero sobre todo, insistir en ello después de más de cinco años es -hasta para mi- como que mucho.
Tenkiu bai.
Ahora entiendo lo acertada que fue mi decisión -de antes y ahora- de no acostarme con él.
En una de las idas a descargar la vejiga me encuentro con un antiguo amigo que no esperaba encontrar.
Al parecer no me reconoce, entonces yo me acerco y lo saludo:
-Hey, ¿qué ondas?- Le digo
-Hola, ¿qué haces tu por aquí?- Me contesta sorprendido.
-¿Si has oido hablar de la libertad de tránsito?- digo yo pasándome de simpático, mi deporte favorito.
Se ríe y me da un abrazo. Me cuenta lo que ha sido de su vida y no tardo en darme cuenta que está instalado en los noventas, cuando nos conocimos en el Club A y coincidiamos ahí y en otros lugares menos chic. La vida se le ha estancado en la barriga, porque en la cabeza sigue siendo el eterno adolescente precoz, sólo que lo precoz tiene fecha de caducidad y él no se ha dado por enterado.
En uno de los avances que nos hacemos, me toca el pecho para leer lo que dice mi camiseta y dice haciendo su mueca de autosificiencia No. 9:
-¿Cómo se te ocurre traer la camiseta de esa farsante?
-...
-Esa vieja es una pretenciosa, una oportunista.
-Yo que pensé que traía una camiseta, y lo que traigo es un postulado ideológico. ¿Qué te pasa? Relájate, es Björk, no le hace daño a nadie. Además ya no se viste de cisne.
-Me cae muy mal, creyéndose la redentora de la música electrónica...
-Qué loco que digas eso porque hace mucho que dejó de hacer música exclusivamente electrónica. Su rollo es más experimental, aunque qué hueva estarla defendiendo. Te repito, es sólo una camiseta, César.
-Yo prefiero a Madonna.
-Pues ella sí que es una verdadera farsante. Por eso me encanta, por genuinamente oportunista.
-...pues sí.
Como ví que estaba preparando más rollo para su discurso contestatario pop y yo corría el riesgo de caer desmayado de un bostezo, lo único que se me ocurrió para parar esa diarrea verbal fue besándolo en la boca.
Resultó.
Pero...
-Me acuerdo cuando vivía con el Carlos (mi ex cuando no era todavía mi ex) y como se ponía celoso cuando le contaba de los fajes que me ponía contigo.
-...¿A poco?
-Sí. Te acuerdas aquella vez que hasta te chupé los dedos de los piés...
No me acordaba, ahora sí me acuerdo.
-...me hizo una escenita y me dijo que estaba dispuesto a dejarte a ti para estar sólo conmigo.
-...orale. Qué interesante...
-Pero no es lo mismo cuando no hay sentimientos.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Mucho.
-Oye, qué discurso tan retro. ¿Seguro que no te volviste testigo de Jehová o cristiano?
-No, deveras no es lo mismo cuando estás enamorado...
-Pues en lo que bajas de tu nube yo voy a miar, ¿bueno?
Me perdí, volví con mis amigos y no dejaba de preguntarme cómo es que después de tantos años no supere ese capítulo.
Estar en medio de dos personas, tratando de mover las piezas de un ajedrez que son demasiado complicadas para su triste imitación de Lauren Bacall. Pero sobre todo, insistir en ello después de más de cinco años es -hasta para mi- como que mucho.
Tenkiu bai.
Ahora entiendo lo acertada que fue mi decisión -de antes y ahora- de no acostarme con él.
jueves, febrero 17, 2005
El álbum y el COCKRING
No sé si sentirme ofendio o aliviado.
El caso es que buscando unos calcetines en los cajones del ex me encuentro un álbum negro de fotografías por lo visto prohibidas.
Supongo que es más elaborado que la clásica lista en una tarjeta de direcciones: fulanito, sutanito, el morenito, el güerito, el pelirrojito, el negrito, el....uf! el que sea pues (incluído el de la gorrita).
El caso es que la guardia robusta y mezquina de la Gestapo que todos llevamos dentro abrió el álbum con una fingida indiferencia.
Lo que me encuentro es la versión soft-porno del álbum del amor que ya había visto, donde sí aparezco. En este NO.
Aparecen varias fotos de un fulano con cara de subnormal, pero cuerpo de marine: unas acostado boca arriba y otras boca abajo. Disgusting!
Una foto de perfil de un negro con un culazo a la J.Lo., pero de chocolate.
Las otras ya no las quise ver con detalle, sólo me aseguré que no hubiera ninguna mía, no vaya a ser que a mi también me haya agarrado dormido y ande circulando mi trasero en internet.
Tengo que confesar que me sentí desilusionado y aliviado al mismo tiempo de no estar en esa galería del mal gusto. No tuve tiempo de hacerme más preguntas porque en eso llegó el susodicho y seguí cambiándome fingiendo demencia.
Me metí la camiseta nueva de groupie y agarré una pulsera negra de cuero que estaba en el buró y me la puse en la muñeca izquierda. Combinaba muy bien con mi look pseudo-punk.
Él me miró y se rió de manera sospechosa.
-¿Sabes dónde va eso? Me dijo
En ese momento levanté mi mano y al instante me dí cuenta que me había puesto su cock-ring como si fuera una pulsera de hello-kitty.
miércoles, febrero 16, 2005
I beleive in the GOOD of LIFE
Y sí.
La vida puede ser buena, nomás hay que escarbarle un poquito, pero no mucho para que no sangre.
Eso no quiere decir que seamos superficiales si no queremos, sino que hay que hacerse a la idea que hay cosas que es mejor no traer a la superficie.
Una de ellas es la culpa. Nunca hay que sentirse cumplable por pasarsela bien.
No sé quién habrá pensado que es de buen gusto lagrimear frente a la pornografía de la miseria que patrocina World Vision, con una torta en la mano pero el corazón enchido de conciencia social, que en realidad son agruras.
El caso que este fin de semana extendido fue una demostración de que se puede visitar el país del nunca jamás y volver a ser niños despreocupados y un poquito irresponsables.
Sólo un poquito, porque luego si te pasas te va como a la Jackson.
Fui a SD a confirmar mi enamoramiento con "The hidden cameras" o con Joel Gibb, para ser más precisos. Ya sé que como chingo pero es mi nuevo grupo favorito y su líder y cerebro mi novio imaginario.
Mi acompañante fue además a confirmar su enamoramiento con el shopping y se dio cuenta que la mejor relación de su vida será con su tarjeta de crédito. Bendita sea.
El caso es que Gibb nos olió a felicidad mezcladita con un poco de sudor, combinación irresistible para un servidor.
El A. y yo embelesados como grupis de Menudo frente a Charly y René. El ex me golpeó en la espalda para recordarme que iba con él y la Gris hasta se compró el disco: dos actitudes totalmente congruentes con su personalidad, uno que tiene como deporte favorito llevarme la contraria y la otra curiosa y solidaria.
Yo soy de los románticos incorregibles que piensan que hay que mantener la distancia entre el artista y el fan, para no romper el charm. Pero el A. no pudo resistirse y aprovechando la corta distancia fue a saludar a Joel en nombre de nuestro país y sus numerosos fans: él y yo.
Por más que intenté mantener mi distancia terminé frente a él con apenas un metro de distancia: Mientras alguien buscaba la talla correcta de la camiseta que iba a comprar yo saco 20 dólares de mi cartera y los extiendo.
-I think this fits you.
Me dice la percusionista del grupo al sacar una talla "M" pero alguien más recibe el dinero y me da el cambio.
Doy las gracias y antes de guardar el billete alcanzo a balbucearle a Gibb tímidamente:
-You we´re great, by the way.
-Thanks. Me contesta con una sonrisa tímida.
Music is his boyfriend, ni modo. Estaré en la cola en lo que su gusto por la música se acabe y estaré listo para cuando quiera otro enema.
El amor es así y no necesita chocolates y corazones rojos, sólo el lenguaje del deseo expresado con el nunca mejor ponderado sentido del humor.
La vida puede ser buena, nomás hay que escarbarle un poquito, pero no mucho para que no sangre.
Eso no quiere decir que seamos superficiales si no queremos, sino que hay que hacerse a la idea que hay cosas que es mejor no traer a la superficie.
Una de ellas es la culpa. Nunca hay que sentirse cumplable por pasarsela bien.
No sé quién habrá pensado que es de buen gusto lagrimear frente a la pornografía de la miseria que patrocina World Vision, con una torta en la mano pero el corazón enchido de conciencia social, que en realidad son agruras.
El caso que este fin de semana extendido fue una demostración de que se puede visitar el país del nunca jamás y volver a ser niños despreocupados y un poquito irresponsables.
Sólo un poquito, porque luego si te pasas te va como a la Jackson.
Fui a SD a confirmar mi enamoramiento con "The hidden cameras" o con Joel Gibb, para ser más precisos. Ya sé que como chingo pero es mi nuevo grupo favorito y su líder y cerebro mi novio imaginario.
Mi acompañante fue además a confirmar su enamoramiento con el shopping y se dio cuenta que la mejor relación de su vida será con su tarjeta de crédito. Bendita sea.
El caso es que Gibb nos olió a felicidad mezcladita con un poco de sudor, combinación irresistible para un servidor.
El A. y yo embelesados como grupis de Menudo frente a Charly y René. El ex me golpeó en la espalda para recordarme que iba con él y la Gris hasta se compró el disco: dos actitudes totalmente congruentes con su personalidad, uno que tiene como deporte favorito llevarme la contraria y la otra curiosa y solidaria.
Yo soy de los románticos incorregibles que piensan que hay que mantener la distancia entre el artista y el fan, para no romper el charm. Pero el A. no pudo resistirse y aprovechando la corta distancia fue a saludar a Joel en nombre de nuestro país y sus numerosos fans: él y yo.
Por más que intenté mantener mi distancia terminé frente a él con apenas un metro de distancia: Mientras alguien buscaba la talla correcta de la camiseta que iba a comprar yo saco 20 dólares de mi cartera y los extiendo.
-I think this fits you.
Me dice la percusionista del grupo al sacar una talla "M" pero alguien más recibe el dinero y me da el cambio.
Doy las gracias y antes de guardar el billete alcanzo a balbucearle a Gibb tímidamente:
-You we´re great, by the way.
-Thanks. Me contesta con una sonrisa tímida.
Music is his boyfriend, ni modo. Estaré en la cola en lo que su gusto por la música se acabe y estaré listo para cuando quiera otro enema.
El amor es así y no necesita chocolates y corazones rojos, sólo el lenguaje del deseo expresado con el nunca mejor ponderado sentido del humor.
sábado, febrero 12, 2005
I'd like COMMENTS...
Corran cuando un artista les diga eso.
O hagan lo que yo, digan de la manera más polite que les gustó el 10% del trabajo y el resto les pareció frío.
El que busca encuentra, ¿no?
En fin, el arte de decir en palabras rebuscadas que la obra no te conmueve tiene su grado de complejidad, y me temo no dominar la técnica.
A la otra reiré como rubia californiana y diré que todo es muy bonito, los colores, las texturas, la composición, etc.
Ese es un arte más fácil de dominar o al menos eso quiero creer.
O hagan lo que yo, digan de la manera más polite que les gustó el 10% del trabajo y el resto les pareció frío.
El que busca encuentra, ¿no?
En fin, el arte de decir en palabras rebuscadas que la obra no te conmueve tiene su grado de complejidad, y me temo no dominar la técnica.
A la otra reiré como rubia californiana y diré que todo es muy bonito, los colores, las texturas, la composición, etc.
Ese es un arte más fácil de dominar o al menos eso quiero creer.
viernes, febrero 11, 2005
LLUEVE
Pocas veces tenemos la oportunidad de ver la ciudad brillante y húmeda como está hoy.
Son también pocas las veces que esa lluvia se emparenta con la de mi otra ciudad, Tijuana.
Hoy le hablé a Ulises para que me diera el estado del tiempo de la ciudad que fue mi morada por casi 7 años:
-Está de la chingada, Manuel, pero tu vente que luego se compone. Me dice.
También me dice que es tan impredecible el clima de Tijuana como mi humor, pero que por más que hablen mal de ella no dejan de visitarla.
Mi humor no es de temporal, pero tiene razón.
Hoy es de esos días en que me gustaría estar en otra parte, sin ninguna preocupación más que saltar los charcos.
Caminar por una ciudad desconocida que me guarda sorpresas en cada esquina y que me sonríe a cada mueca de asombro.
Una ciudad donde sea binvenido porque no me esperan, un lugar para ser yo sin dar explicaciones ni disculpas ni nada.
Un espacio sensible a la presencia extraña de un viajero que sólo puede quedarse un tiempo.
Hay tantas tierras deseosas de ser descubiertas.
Sería capaz de guardar sus secretos como guardo los míos.
Arropar las historias dentro de mi chaqueta y amarrarlas con mi bufanda a rayas. Llevarlas conmigo y espacirlas como pólen por el camino sin rumbo que sigo.
Si me distraigo no me culpen, la curiosidad mató al gato pero el felino se divirtió.
En esta lluvia encontró Holly su gato sin nombre, pero yo no me quedaré esperando por ella porque no lo ocupo.
Ocupo una hoja en blanco donde dibujar el croquis de un corazón laberíntico y húmedo.
Mi nombre se diluye con la lluvia...
jueves, febrero 10, 2005
L'amour...cosa tan RARA
No hay nada más incómodo que ver a un bato llorar por amor.
El proceso es lento pero irremediablemente termina con unos ojos rojos y una falta de pena que desarma.
Eres un fresa, me dice el bato.
Porque yo tomo corona de media y él pacífico directamente de la caguama. Booh!
El bato es punk, pero un punk enamorado.
Y por primera vez lo demuestra y lo batean.
La ley de Murphy es implacable.
-Ahora que quiero hacerlo bien, me mandan a la verga. Me dice.
Inaugurándome como doctora corazón le digo que se lo tome con calma, que esas cosas toman un tiempillo en ajustarse, que la morra está muy morra y que es la primera crisis que atraviesan y de cómo la maneje va a depender el futuro de la relación.
Me sorprende mi lucidez y elocuencia. Me siento como esas rubias especialistas en relaciones de pareja de los talk shows gringos, con la sonrisa prozac y un optimismo almodovariano.
-Es que no sé que pedo. Le pregunto que qué ondas, porqué se porta así conmigo y me dice que ya voy a empezar, que quiere divertirse, tener su espacio.
La mala leche se va apoderándo de mi y me muerdo el huevo izquierdo para no decirle que es obvio que la morra anda de caliente y que de seguro él no es la única leña de su hoguera.
Le aconsejo que no se azote, que le de chance, etcétera pero no aminora su angustia.
-Ya valiste verga. Le dije por fin.
-Qué culero eres, pinche Manuel. Me contesta escondiendo su mirada debajo de su gorra azul.
Al rato voy al baño y lo encuentro colgado del teléfono celular, llorándole a un aparatito plateado que sólo le contesta beep-beep-beep... que equivale al sonido lapidario del grillo creep-creep-creep...
Ni hablar. No deja de ser conmovedor ver a un hombre que se rinde ante la indiferencia de una inverbe lolita. ¿Justicia Poética?
El proceso es lento pero irremediablemente termina con unos ojos rojos y una falta de pena que desarma.
Eres un fresa, me dice el bato.
Porque yo tomo corona de media y él pacífico directamente de la caguama. Booh!
El bato es punk, pero un punk enamorado.
Y por primera vez lo demuestra y lo batean.
La ley de Murphy es implacable.
-Ahora que quiero hacerlo bien, me mandan a la verga. Me dice.
Inaugurándome como doctora corazón le digo que se lo tome con calma, que esas cosas toman un tiempillo en ajustarse, que la morra está muy morra y que es la primera crisis que atraviesan y de cómo la maneje va a depender el futuro de la relación.
Me sorprende mi lucidez y elocuencia. Me siento como esas rubias especialistas en relaciones de pareja de los talk shows gringos, con la sonrisa prozac y un optimismo almodovariano.
-Es que no sé que pedo. Le pregunto que qué ondas, porqué se porta así conmigo y me dice que ya voy a empezar, que quiere divertirse, tener su espacio.
La mala leche se va apoderándo de mi y me muerdo el huevo izquierdo para no decirle que es obvio que la morra anda de caliente y que de seguro él no es la única leña de su hoguera.
Le aconsejo que no se azote, que le de chance, etcétera pero no aminora su angustia.
-Ya valiste verga. Le dije por fin.
-Qué culero eres, pinche Manuel. Me contesta escondiendo su mirada debajo de su gorra azul.
Al rato voy al baño y lo encuentro colgado del teléfono celular, llorándole a un aparatito plateado que sólo le contesta beep-beep-beep... que equivale al sonido lapidario del grillo creep-creep-creep...
Ni hablar. No deja de ser conmovedor ver a un hombre que se rinde ante la indiferencia de una inverbe lolita. ¿Justicia Poética?
miércoles, febrero 09, 2005
Einsten tenía razón, Negra
El otro día hablaba de la teoría de la relatividad.
La relatividad de la distancia.
Cito a Einsten como sacándolo de mi imaginario, porque de física hice un extraordinario en la secundaria y sólo me acuerdo de su cabeza desgreñada y su mirada de anacoreta.
Una vez, en la prepa, un maestro me dijo que me parecía a él.
Al maestro no, a Einsten y desde entonces odié el pelo largo.
Obviamente, en lo último en lo que me gustaría parecerme a un físico-matemático sería en el peinado.
El caso es que la relatividad nos ha salvado de dar muchas explicaciones, y aunque sé que no era esa la intención de Mr. Greñas, igual se lo agradecemos.
La relatividad del tiempo me da igual, pero la distancia es un término mucho más noble.
Ayer que hablé por teléfono con una amiga que está lejos me cayó ese veinte y no se lo pude decir por tener enfrente de mi a la clásica secretaria metiche, la que husmea con mal disimulo en la vida de los demás para no ahogarse del vértigo que le da mirar la propia.
Lo único que me incomodaba en realidad es expresar en palabras lo que parece tan sencillo acá adentro.
Sin embargo, la cercanía del día de San Valentín no deja de darme arcadas cada que quiero decir algo bien intencionado.
Así que lo voy a decir antes de la euforia corazones rojos y tarjetitas y mamadas.
Negra: estás en el top-ten de mis personas favoritas y no puedo evitar sentir una opresión en el pecho cuando te imagino con las pilas bajas dentro de ese departamento sombrío, tan cool pero de tan frío, arropada de piez a cabeza con ese cobertor sin ninguna compañía más que el teléfono celular.
Siendo la amiga que eres, debería haber una fila enorme de amigos con frases reconfortantes que ofrecerte, con sus respectivos abrazos y besos y yo, como la cereza podrida del pastel, al final para decirte...
-Morra, ya túmbate el rollo: lo dramma queen tiene fecha de caducidad y hay mucho que ver y hacer allá afuera. Póngase guapa, depílese el tríangulo y a circular, que no estamos para rosas...
A darle que hay pa'todos.
La relatividad de la distancia.
Cito a Einsten como sacándolo de mi imaginario, porque de física hice un extraordinario en la secundaria y sólo me acuerdo de su cabeza desgreñada y su mirada de anacoreta.
Una vez, en la prepa, un maestro me dijo que me parecía a él.
Al maestro no, a Einsten y desde entonces odié el pelo largo.
Obviamente, en lo último en lo que me gustaría parecerme a un físico-matemático sería en el peinado.
El caso es que la relatividad nos ha salvado de dar muchas explicaciones, y aunque sé que no era esa la intención de Mr. Greñas, igual se lo agradecemos.
La relatividad del tiempo me da igual, pero la distancia es un término mucho más noble.
Ayer que hablé por teléfono con una amiga que está lejos me cayó ese veinte y no se lo pude decir por tener enfrente de mi a la clásica secretaria metiche, la que husmea con mal disimulo en la vida de los demás para no ahogarse del vértigo que le da mirar la propia.
Lo único que me incomodaba en realidad es expresar en palabras lo que parece tan sencillo acá adentro.
Sin embargo, la cercanía del día de San Valentín no deja de darme arcadas cada que quiero decir algo bien intencionado.
Así que lo voy a decir antes de la euforia corazones rojos y tarjetitas y mamadas.
Negra: estás en el top-ten de mis personas favoritas y no puedo evitar sentir una opresión en el pecho cuando te imagino con las pilas bajas dentro de ese departamento sombrío, tan cool pero de tan frío, arropada de piez a cabeza con ese cobertor sin ninguna compañía más que el teléfono celular.
Siendo la amiga que eres, debería haber una fila enorme de amigos con frases reconfortantes que ofrecerte, con sus respectivos abrazos y besos y yo, como la cereza podrida del pastel, al final para decirte...
-Morra, ya túmbate el rollo: lo dramma queen tiene fecha de caducidad y hay mucho que ver y hacer allá afuera. Póngase guapa, depílese el tríangulo y a circular, que no estamos para rosas...
A darle que hay pa'todos.
martes, febrero 08, 2005
Apple bite...
Don´t be tempted by the shiny appleLa familia es el virus más persistente en la naturaleza.
don´t you eat of a bitter fruit...
T. Chapman
Al instinto reproductor no hay perversión pagana que lo pare.
Porque las parejas paren y paren y el mundo se convierte en un enorme parque de diversiones, donde el que mece la cuna no sabe que hacer con la plaga que él mismo provocó.
No hay condones, pastillas ni abortos que paren esta avalancha.
Ya desde hace mucho que el matrimonio dejó de ser el trámite obligatorio para procrear.
El virus mutó y las madres solteras se sienten orgullosas de preservar una tradición que las excluye para unas cosas, pero para otras les suelta una lista de obligaciones que tienen que cargar del lado contrario que el engendro para equilibrar el peso de la empresa.
El pecado original no es una mordida en una manzana, asuzada por una serpiente (ay, los simbolismos critianos!), es la manera en que la digirió Evita, en lugar de cagarla la parió. Y literalmente, la cagó.
Yo sé, sin ese pequeño paso para el hombre pero gran paso para la humanidad, tal vez no estaríamos aquí, pero yo cuando menos me hubiera esperado a que descubrieran la clonación.
Ustedes, no?
Y el sexo dirían. El sexo es un muy buen chiste.
Anoche me reí tanto.
lunes, febrero 07, 2005
La cama de hielo
...Lauren Bacall a tu ladoMi cama es grande y fría.
es sólo una amateur...
Duermo en ella como recién nacido acabado de alimentar. Sólo que me tengo que arropar de piés a cabeza, con calcetines y todo.
A mi que me choca dormir con calcetines.
Mi cama es generosa.
No sólo conmigo.
Anoche le estaba preguntando si se sentía mal que se libraran batallas que no eran mías en su territorio.
Se me quedó viendo fijamente con sus barrotes bien abiertos.
-Hija de la chingada. Pensé.
Ok. Ya sé.
Sí. Que últimamente esa cama sea tan democrática para con los demás más que para conmigo me incomoda un poco. Aunque no sé si tanto como para llamarlo molestia.
Primero, el M. que quiso negociar conmigo un trato sui-géneris que no me convenció.
Luego, el A. que sospechosamente requiere mi presencia en una reunión a la que llevó a su última adquisición.
Guess why?
Mi cama es irresistible, como Lauren Bacall: fría pero irresistible.
Si fuera yo un dramma queen me sentiría utilizado, pero como no, simplemente reconozco que lo único que me incomoda un poco es no darle el uso que se merece y dejar que otros se lo den.
No recuerdo cuántos puntos he anotado en esa cama, pero viendo en retrospectiva creo que se merece que ponga yo un poco más de mi parte.
Sin embargo, el A. tiene razón: soy muy picky.
Me interesa más la calidad que la cantidad, pero yo no tendría ningún problema en que los productos de calidad se volvieran más populares.
Sólo para variar.
viernes, febrero 04, 2005
La trova
¿Porqué no se la llevó el TSUNAMI?
Porque el maremoto no fue en el Caribe (aunque dicen que es probable que haya uno pronto), sino en Asia, donde -espero- no conocen ese invento medio cubano y medio pagano que se reproduce como virus por todas las latitudes latinoamericanas. A la misma velocidad que el karaoke, que sí es invento asiático.
Aquí en Hermosillo hay un lugar que ostenta ese nombre. No lo conozco, no quiero ir y sin embargo me invitan continuamente.
Pero sería como no querer morir e ir a un lugar que se llama Matadero. Un contrasentido, que es el deporte favorito de los sonorenses.
El caso es que una amiga cumple años y lo va a festejar ahí, con grupos que cantan las mismas canciones tooooda su vida de la misma manera y con la misma respuesta del cautivo público.
No quiero ir.
Me imagino un mundo apocalíptico dónde no quede nadie en la tierra, sólo unos pocos sobrevivientes que -buscando alimentarse- moverán escombros y sólo encontrarán ratas, cucarachas y una rokola tocando hasta el fin de sus días una inefable canción de Silvio Rodríguez.
¡Qué miedo!
Porque el maremoto no fue en el Caribe (aunque dicen que es probable que haya uno pronto), sino en Asia, donde -espero- no conocen ese invento medio cubano y medio pagano que se reproduce como virus por todas las latitudes latinoamericanas. A la misma velocidad que el karaoke, que sí es invento asiático.
Aquí en Hermosillo hay un lugar que ostenta ese nombre. No lo conozco, no quiero ir y sin embargo me invitan continuamente.
Pero sería como no querer morir e ir a un lugar que se llama Matadero. Un contrasentido, que es el deporte favorito de los sonorenses.
El caso es que una amiga cumple años y lo va a festejar ahí, con grupos que cantan las mismas canciones tooooda su vida de la misma manera y con la misma respuesta del cautivo público.
No quiero ir.
Me imagino un mundo apocalíptico dónde no quede nadie en la tierra, sólo unos pocos sobrevivientes que -buscando alimentarse- moverán escombros y sólo encontrarán ratas, cucarachas y una rokola tocando hasta el fin de sus días una inefable canción de Silvio Rodríguez.
¡Qué miedo!
jueves, febrero 03, 2005
Non shaped box...of crap
No tengo ganas de escribir.
No ha pasado gran cosa.
No he tenido sexo (el autoservicio no cuenta) en una semana.
La gente medio me aburre, lo que no me hace buena compañía.
Fui al cine sólo a comprobar lo sobrevalorado que está el terror japonés que apesta con todo y su solemnidad, además de su tufillo moralino y retrógrada.
Me quedo con la última entrega de Chucky, cuando menos tiene sentido del humor y sangre, una muy buena combinación para mi gusto.
Lo único que me hace ilusión es que voy la semana que entra a ver a "The hidden cameras", pero ¿qué tal si en vivo valen verga?
No mames, tanto dinero y tiempo invertido para que resulte un fiasco.
Ojalá de perdida sean guapos.
La ley de Murphy me dice que si busco a mis caiditos me van a batear por pura revancha.
La semana pasada les desprecié olímpicamente y tienen derecho a hacer lo mismo ahora que yo los ocupo.
¡Qué manera de auto-boicoterarse!
Si fuera otro, me deprimiría, pero la depresión cada vez me parece de más mal gusto. Casi tanto como el optimismo.
Ya sé.
No tengo lado.
No ha pasado gran cosa.
No he tenido sexo (el autoservicio no cuenta) en una semana.
La gente medio me aburre, lo que no me hace buena compañía.
Fui al cine sólo a comprobar lo sobrevalorado que está el terror japonés que apesta con todo y su solemnidad, además de su tufillo moralino y retrógrada.
Me quedo con la última entrega de Chucky, cuando menos tiene sentido del humor y sangre, una muy buena combinación para mi gusto.
Lo único que me hace ilusión es que voy la semana que entra a ver a "The hidden cameras", pero ¿qué tal si en vivo valen verga?
No mames, tanto dinero y tiempo invertido para que resulte un fiasco.
Ojalá de perdida sean guapos.
La ley de Murphy me dice que si busco a mis caiditos me van a batear por pura revancha.
La semana pasada les desprecié olímpicamente y tienen derecho a hacer lo mismo ahora que yo los ocupo.
¡Qué manera de auto-boicoterarse!
Si fuera otro, me deprimiría, pero la depresión cada vez me parece de más mal gusto. Casi tanto como el optimismo.
Ya sé.
No tengo lado.
miércoles, febrero 02, 2005
martes, febrero 01, 2005
El tiempo y la eficiencia
(No es un post de superación personal, ¿o sí?)
Está a punto de acabarse mi hora de comida.
Todavía traigo granos de elote entre los dientes y un calor repentino me asalta.
Llego a la oficina de Telégrafos donde hubo un tiempo un detallito de 1.90 que me llamaba a Tijuana cuado todavía no se acababa el siglo pasado.
Hay una fila como de 4 personas y eso me reconforta.
Mi comfort no dura mucho, dura más el cajero de sonrisa amable y parsimonia de monje budista.
Más de 15 minutos esperando para cuando llegue mi turno me dice:
-¿Cuál es su número de cliente?
Yo, pues eso debería saberlo usted que es el que está prestando el servicio, ¿no?
Pues no. Resulta que tengo que registrarme como en cualquier sitio de internet de encuentros románticos.
-Pase a la ventanilla para que le tomen sus datos y le den su número de cliente.
Me siento como judío en campo de concentración a punto de ser reducido a unos cuantos dígitos.
-Ya que lo tenga, venga conmigo directamente sin hacer cola.
Faltaba más pienso en lo que mis ojos ven al cielo con un gesto de piedad.
Suelto todos mis datos con credencial de por medio y un papelito donde dice que sí puedo mandar dinero por ese medio. Inédito, ni los bancos te piden identificación para hacer un depósito.
Regreso con el amable cajero que ve mis datos y me empieza a preguntar por mi profesión y el tipo de trabajo que hago.
Si el tipo fuera guapo pensaría que me está tirando la onda.
-¿Cuánto va a enviar?
-Tanto.
-Le va a hablar para que lo cobre, ¿no?
-Sí.
-Entonces le sale más barato a lista de correo, le pasa el numero y él lo cobra en cualquier oficina de correos con una identificación.
-Ok.
-¿Algún mensaje?
Me gustaría decirle que por el momento no puedo ayudarle con más, pero que espero le sirva, que yo también le quiero mucho, que a veces también le extraño aunque...(no, eso no es muy bueno leerlo en momentos de depre), que sigo teniendo su foto... que sólo me acuerdo de los mejores momentos...que si... fue por...
-Sólo REPORTATE.
-Aquí tiene.
-Gracias.
Salgo casi corriendo del edificio porque me esperan en el estacionamiento.
En el camino pienso en cómo el término eficiencia es tan relativo: El trato es muy bueno, pero todo te lo complican para una base de datos inútil que sólo te quita más tiempo del que pensabas invertir.
También pienso en la relatividad del término distancia.
Los silencios siguen habitándonos y cada vez me convenzo más de que es mejor así.
Hay un segundo lenguaje que es más eficiente y que la distancia hace más legible.
Qué guapos somos cuando callamos para dejar hablar al tiempo.
Está a punto de acabarse mi hora de comida.
Todavía traigo granos de elote entre los dientes y un calor repentino me asalta.
Llego a la oficina de Telégrafos donde hubo un tiempo un detallito de 1.90 que me llamaba a Tijuana cuado todavía no se acababa el siglo pasado.
Hay una fila como de 4 personas y eso me reconforta.
Mi comfort no dura mucho, dura más el cajero de sonrisa amable y parsimonia de monje budista.
Más de 15 minutos esperando para cuando llegue mi turno me dice:
-¿Cuál es su número de cliente?
Yo, pues eso debería saberlo usted que es el que está prestando el servicio, ¿no?
Pues no. Resulta que tengo que registrarme como en cualquier sitio de internet de encuentros románticos.
-Pase a la ventanilla para que le tomen sus datos y le den su número de cliente.
Me siento como judío en campo de concentración a punto de ser reducido a unos cuantos dígitos.
-Ya que lo tenga, venga conmigo directamente sin hacer cola.
Faltaba más pienso en lo que mis ojos ven al cielo con un gesto de piedad.
Suelto todos mis datos con credencial de por medio y un papelito donde dice que sí puedo mandar dinero por ese medio. Inédito, ni los bancos te piden identificación para hacer un depósito.
Regreso con el amable cajero que ve mis datos y me empieza a preguntar por mi profesión y el tipo de trabajo que hago.
Si el tipo fuera guapo pensaría que me está tirando la onda.
-¿Cuánto va a enviar?
-Tanto.
-Le va a hablar para que lo cobre, ¿no?
-Sí.
-Entonces le sale más barato a lista de correo, le pasa el numero y él lo cobra en cualquier oficina de correos con una identificación.
-Ok.
-¿Algún mensaje?
Me gustaría decirle que por el momento no puedo ayudarle con más, pero que espero le sirva, que yo también le quiero mucho, que a veces también le extraño aunque...(no, eso no es muy bueno leerlo en momentos de depre), que sigo teniendo su foto... que sólo me acuerdo de los mejores momentos...que si... fue por...
-Sólo REPORTATE.
-Aquí tiene.
-Gracias.
Salgo casi corriendo del edificio porque me esperan en el estacionamiento.
En el camino pienso en cómo el término eficiencia es tan relativo: El trato es muy bueno, pero todo te lo complican para una base de datos inútil que sólo te quita más tiempo del que pensabas invertir.
También pienso en la relatividad del término distancia.
Los silencios siguen habitándonos y cada vez me convenzo más de que es mejor así.
Hay un segundo lenguaje que es más eficiente y que la distancia hace más legible.
Qué guapos somos cuando callamos para dejar hablar al tiempo.
Au revoir, KAREN!
In a thousand years, there will be no men and women,
just wankers, and that's fine by me.
Mark Renton in Trainspotting
Hoy amanecí con la noticia del suicidio de Karen Bach.
Se suicidó en el departamento de su novio en los suburbios de París y dejó una nota de despedida para sus padres.
Al estilo Monroe, tomó barbitúricos.
No sé si eso la convertirá en un mito pero ya su participación en "Viólame" (Baise-moi) es mítica.
Ella y Raffaella Anderson se convirtieron hace más de tres años en mis heroínas feministas radicales favoritas. Más bien las únicas.
Ellas, cuando menos en la ficción creada por Virgine Despentes y Coralile Trinh Thi, fueron mujeres bragadas, hartas del iluso simbolismo del brassiere ardiendo y empuñando un arma en la mano y la otra entre las piernas decidieron hacer del mundo su patio de juegos.
¿Juegos diabólicos? No, el juego de la violencia de género revertido y revanchista porque sí. Porque lo único que tenemos que perder es la vida y su valor cada día está a la baja. No cotiza en Wall Street.
A Manu (Anderson) la violan en un garage junto con otra amiga, quien pone mucha resistencia. Al ser cuestionada por su docilidad ante sus agresores, Manu le dice con una elocuencia desarmante:
-Es como cuando tienes un carro y temes que te lo roben, sólo tratas de no dejar nada de valor adentro... al menos estamos vivas.
Ese nihillismo y una misantropía delirante obviamente no se toma la molestia del discurso redentor o la toma de conciencia, es un grito radicalmente lúdico y hembrista.
La Thelma y Louise que no se atrevieron a ser la Sarandon y la Davis.
Al final de la película, cuando Manu muere, Nadine (Bach)la venga ya despojada de toda feminidad, con un traje de hombre. Su deshumanización deviene masculinidad.
¿Así o más claro?
Karen, según dicen, tenía la esperanza de dejar la pornografía a partir de su participación en esta cinta de porno-duro de autor.
Parece que no hay industria que perdone semejante atrevimiento.
Adios, Karen.
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