Y sí.
La vida puede ser buena, nomás hay que escarbarle un poquito, pero no mucho para que no sangre.
Eso no quiere decir que seamos superficiales si no queremos, sino que hay que hacerse a la idea que hay cosas que es mejor no traer a la superficie.
Una de ellas es la culpa. Nunca hay que sentirse cumplable por pasarsela bien.
No sé quién habrá pensado que es de buen gusto lagrimear frente a la pornografía de la miseria que patrocina World Vision, con una torta en la mano pero el corazón enchido de conciencia social, que en realidad son agruras.
El caso que este fin de semana extendido fue una demostración de que se puede visitar el país del nunca jamás y volver a ser niños despreocupados y un poquito irresponsables.
Sólo un poquito, porque luego si te pasas te va como a la Jackson.
Fui a SD a confirmar mi enamoramiento con "The hidden cameras" o con Joel Gibb, para ser más precisos. Ya sé que como chingo pero es mi nuevo grupo favorito y su líder y cerebro mi novio imaginario.
Mi acompañante fue además a confirmar su enamoramiento con el shopping y se dio cuenta que la mejor relación de su vida será con su tarjeta de crédito. Bendita sea.
El caso es que Gibb nos olió a felicidad mezcladita con un poco de sudor, combinación irresistible para un servidor.
El A. y yo embelesados como grupis de Menudo frente a Charly y René. El ex me golpeó en la espalda para recordarme que iba con él y la Gris hasta se compró el disco: dos actitudes totalmente congruentes con su personalidad, uno que tiene como deporte favorito llevarme la contraria y la otra curiosa y solidaria.
Yo soy de los románticos incorregibles que piensan que hay que mantener la distancia entre el artista y el fan, para no romper el charm. Pero el A. no pudo resistirse y aprovechando la corta distancia fue a saludar a Joel en nombre de nuestro país y sus numerosos fans: él y yo.
Por más que intenté mantener mi distancia terminé frente a él con apenas un metro de distancia: Mientras alguien buscaba la talla correcta de la camiseta que iba a comprar yo saco 20 dólares de mi cartera y los extiendo.
-I think this fits you.
Me dice la percusionista del grupo al sacar una talla "M" pero alguien más recibe el dinero y me da el cambio.
Doy las gracias y antes de guardar el billete alcanzo a balbucearle a Gibb tímidamente:
-You we´re great, by the way.
-Thanks. Me contesta con una sonrisa tímida.
Music is his boyfriend, ni modo. Estaré en la cola en lo que su gusto por la música se acabe y estaré listo para cuando quiera otro enema.
El amor es así y no necesita chocolates y corazones rojos, sólo el lenguaje del deseo expresado con el nunca mejor ponderado sentido del humor.
2 comentarios:
así que muy groupie muy groupie... quién te viera tú!
Después de vejez viruela, no?
Ni pedo.
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