lunes, febrero 21, 2005

Perezzzzzzzzza...

Okey. Mar adentro es una buena película.
Una película hecha con un manual de lo que es una buena película para los estándares del mainstream.
Amenábar ha aprendido de sus maestros, pero en esta última película escogió las más soporíferas influencias y, a su edad, filma como un veterano discípulo de Spielberg.
Precisión dramática, botones sentimentales, temas trascendentales, actuaciones sobresalientes.
Todo envuelto con su enorme carga de solemnidad y correctitud política infalible a la hora de ganar premios y conmover a un público adoctrinado previamente para conmoverse y asombrarse de un producto extremadamente convencional.
Sorry, pero parece que en el panorama del cine español las dos caras de su moneda se parecen más mientras más marcan sus distancias.
Primero, el chileno-español sale del clóset justo para promover su película y la estrategia le funciona con un tema donde no arriesga más que el dinero de la producción. Gana todos los premios, seguro ganará el Oscar para retorcimiento de tripas del decadente Almodóvar.
Pedro, por su lado, sale del clóset en pantalla con La Mala Educación: con los mismos guiños que en sus primeras películas, pero sin el encanto y la espontaneidad irreverente de ellas.
La solemnidad parece endémica. La chica Almodóvar es ahora la abuelita Almodóvar y teje cada vez más elaboradas chambritas para poner encima del sillón forrado con su autocomplacencia.
El colmo: hace el berrinche de su vida y sale botado de la Academia de cine española porque no lo premiaron a él y sí a su relevo emergente, Amenábar.
¿Qué le pasa? No se conforma con hacer una mala película sino que encima se carga defendiéndola con el peor de los argumentos: la incompresión y el desdén de su gente. Nomás le faltó acusarlos de homofóbicos a los de la Academia.
Justo cuando se supone que tienen el gobierno que querían y que el progresismo les llegó con retraso, los directores más populares del cine español responden de manera tan pero tan tristemente retro.
Pereza. Eso es lo que me dan.

PD: Bájate del árbol, javiercito. Túmbate el rollo del DeNiro ibérico que todavía tienes carne para símbolo sexual. Hay tan pocos.

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