Ya se murió.
Después de una larga disputa entre civiles y varias cortes estadunidenses, con la opinión de todo mundo por aquí, la del presidente y su hermano el gobernador por allá, la prensa en su festín carroñero, la iglesia posando su mejor puchero defensor de la vida (el mismo que luego se convierte en fiera pulsión al asuzar a los terroristas anti-abortos en las clínicas norteamericanas), los familiares ofreciendo su dolor al mejor postor sin darse cuenta, el marido a punto de ser linchado.
En fin, todos gritan, todos lloran, todos se desgarran las vestiduras y miran al cielo buscando una respuesta y... la más interesada sin opinión propia: un fiambre convertido en la papa caliente de las opiniones encontradas, donde nada importa tanto como tener la razón.
Mientras, al otro lado del mundo, otro fiambre se debate entre la razón y lo heróico de la necedad, el aferramiento a un poder que defiende la misma vida que en la era de la inquisición era deporte oficial quitar por medio de empalamientos y hogueras contra quienes se atrevían a contradecir al dogma.
Cada fiambre con su tema.
Karol en plan fantasma radical, convertido en una marioneta de carne y hueso del poder eclesiástico pasando por una de sus más graves crisis.
Por lo menos el papa parece tener opinión propia -¿y la voluntad?- pero la Schiavo no puede decir ni mú y ya su cuerpo inútil es jalado de un lado por la perversa bondad pro-vida y del otro por quienes dicen defender su derecho a una muerte digna.
Creo que no hay drama más grande que convertirte en un bulto-pretexto de los más enconados debates, donde todas las decisiones pasan por encima de ti y tu vida no es lo importante sino la metáfora en la que te puedes convertir para servir a intereses que te rebasan.
Descansa en paz, Terri Schiavo.
No me cabe la menor duda.
Quienes no descansarán son aquellos que secuestraron su cuerpo para decir con mayúsculas lo buena gente que son.
Literalmente: Consíganse una VIDA propia!
Mientras tanto, buitres rojos esperan afuera del Vaticano el último suspiro de un anciano que sigue un guión que se extiende más que los de las telenovelas mexicanas. Sólo que con menos tino dramático.
jueves, marzo 31, 2005
miércoles, marzo 30, 2005
LA SIRENITA
Me llamo Tere y soy la sirenita.
No la de las caricaturas, la de la canción.
Rigo fue el primer y único hombre de mi vida.
Hace dos días que supe de su muerte y no he dejado de llorar.
Mis hijos -los dos que tuve de él- no entienden mi repentina depresión.
Han de pensar que estoy loca y tienen miedo.
Yo no les he dicho que su padre murió, nunca les he dicho que su padre fue famoso y que ahora montones de gente se hacen bolas y tumban puertas para estar al lado de él.
Para ellos su padre es un fantasma, la causa de mi pena, de mis ojos tristes y de mi cogera.
En una de sus borracheras me dejó así de una patada, pero esa no fue nunca su intención, se sentía tan mal por estar perdiendo la vista.
Yo nunca le exigí nada, ni le reclamé sus infidelidades.
Era su mujer, la madre de sus hijos y me quería.
Hasta que un día se apareció una lagartona que se lo llevó justo cuando empezaba a hacer dinero y sus canciones sonaban en el radio.
A mi no me tocó un quinto, me tocó rajármela para mantener a mis hijos yo sola.
Pero me queda el orgullo de ser la sirenita, la de la canción más famosa.
Nadie me puede quitar eso, Rigo me la compuso a mi.
No piendo reclamar un centavo de la herencia, esa va a ser una rebatinga donde va a ganar más quien caiga más bajo.
Yo no estoy para eso.
Yo tengo en la cara de mis hijos el recuerdo de un amor sincero y no hay dinero que pague algo así.
Cuando Rigo se fue yo lo quise hacer entrar en razón, le dije que viera bien lo que hacía y se ofendió.
Yo creo que lo que lo encegueció más fue la fama, el dinero y toda esa gente interesada que después lo dejó en cueros al pobre.
Le rogué y no me avergüenzo al decirlo.
No me escuchó.
También se volvió sordo.
Me pegó tan fuerte esa vez que ahora tengo que arrastrarme casi.
Mis piernas apenas y me sostienen, pero puedo trabajar.
Sólo espero que haya muerto en paz, que nos haya dedicado un momento en su pensamiento en el último suspiro.
Que tenga paz Rigo.
lunes, marzo 28, 2005
FASCIST beach-post
Yo no tengo nada en contra de la gente fea, pero este fin de semana parece que ellos sí tuvieran algo en contra mía.
Si no padezco yo de una especie rara de paranoia, entonces los feos se pusieron de acuerdo para estropear mi visita a una de las playas sonorenses de la cual no diré su nombre para no darle mala publicidad, que no creo que ocupe.
Ahí vamos atravesando los verdes valles del sur de Sonora (me deberían de contratar para hacer los guiones del programa ése de conociendo el estado, no me acuerdo el nombre y está bien porque -de seguro, en mi arrebato lírico- también le cambiaría el nombre a Sonora Querida o alguna juangabrielada parecida), sin tener claro a qué lugar ir a pasear.
El caso es que pasamos un estero y llegamos a una playa infestada de gente fea, parecía convención la neta.
Además, la playa se convirtió por obra y gracia de sus habitantes en un enorme miadero decorado con bolsitas de comida chatarra de todos los colores, rete-bonito viera asté.
Dimos una vuelta, caminamos un ratito por la orilla de la playa sin saber a donde voltear, me conté cada cuerito de mis mal cuidados pies descalzos (Ay, Shakira tan incomprendida!) y en los momentos en que volteaba a alguno de los lados todo lo que veía era producto del casting perfecto para la secuela de “Semana Santa en Acapulco”, luchasvillas por aquí (antes de la lipo-terror), davides reynosos por allá, anasmartines por acuyá (versiones retro y actuales), almas murieles en bikini, héctores suarez a granel, en fin una galería que sería la envidia de cualquier casita del horror.
Como experiencia antropológica de seguro sería enriquecedora y antes de que me critiquen por fascista déjenme reiterar que yo no tengo nada en contra de esa gente, pero óiganme no!
Que se reproduzca la gente de esa manera sin que nadie supervise los productos me parece demasiada negligencia.
Hay Señor (dios o el que seas), ¿dónde quedó eso de a tu imagen y semejanza?
De perdida mándanos la postal correcta.
No hay que ser.
Si no padezco yo de una especie rara de paranoia, entonces los feos se pusieron de acuerdo para estropear mi visita a una de las playas sonorenses de la cual no diré su nombre para no darle mala publicidad, que no creo que ocupe.
Ahí vamos atravesando los verdes valles del sur de Sonora (me deberían de contratar para hacer los guiones del programa ése de conociendo el estado, no me acuerdo el nombre y está bien porque -de seguro, en mi arrebato lírico- también le cambiaría el nombre a Sonora Querida o alguna juangabrielada parecida), sin tener claro a qué lugar ir a pasear.
El caso es que pasamos un estero y llegamos a una playa infestada de gente fea, parecía convención la neta.
Además, la playa se convirtió por obra y gracia de sus habitantes en un enorme miadero decorado con bolsitas de comida chatarra de todos los colores, rete-bonito viera asté.
Dimos una vuelta, caminamos un ratito por la orilla de la playa sin saber a donde voltear, me conté cada cuerito de mis mal cuidados pies descalzos (Ay, Shakira tan incomprendida!) y en los momentos en que volteaba a alguno de los lados todo lo que veía era producto del casting perfecto para la secuela de “Semana Santa en Acapulco”, luchasvillas por aquí (antes de la lipo-terror), davides reynosos por allá, anasmartines por acuyá (versiones retro y actuales), almas murieles en bikini, héctores suarez a granel, en fin una galería que sería la envidia de cualquier casita del horror.
Como experiencia antropológica de seguro sería enriquecedora y antes de que me critiquen por fascista déjenme reiterar que yo no tengo nada en contra de esa gente, pero óiganme no!
Que se reproduzca la gente de esa manera sin que nadie supervise los productos me parece demasiada negligencia.
Hay Señor (dios o el que seas), ¿dónde quedó eso de a tu imagen y semejanza?
De perdida mándanos la postal correcta.
No hay que ser.
HOLY week...
No hace mucho tiempo me impuse un ritual semana-santezco que este año decidí abandonar por completo. No podría decir por qué razón exactamente pero puedo medio intuir que mi espíritu trasgresor místico-religioso ha dejado de tener la fuerza de beato arrepentido.
Un día, sin más, me impuse la "difícil" tarea de comer carne en pleno viernes santo. Claro, que no me refiero a comer vaca muerta, sino homo-erectus vivus, carne humana pues.
Cada viernes santo, desde el 96 o algo así, tenía que coger como contratado para conmemorar el calvario, las caídas, la crucifixión y la resurrección de mi tocayo célebre.
La primera vez lo conmemoré en un cuarto de hotel de Tijuana, con un amigo sonorense como comparsa y unos hospitalarios mexicalenses que nos recibieron con mucho fervor esa noche de viernes santo.
No pregunten porqué, pero me acordé de esa noche hasta después del domingo de ramos.
Así seguí los siguientes años hasta que me di cuenta lo ridículo -aunque divertido- de mi ritual pagano. Más bien decidí que cualquier viernes podía ser santo, sin importar los calendarios.
Esta semana santa fue de recogimiento y sin albur.
Hacía mucho que no veía el valle del yaqui tan bonito como está ahorita y que no tenía tantos días para rendirle culto al dios de la hueva. A final de cuentas soy de rituales, por lo visto.
Comer, ver tele, dormir, ver más tele y comer más, caminar, comer cocos con cacahuates y chile, camarones empanizados, asado, capirotada, carne asada, caldo de queso, frijoles charros, tortillas de harina y pan bendito. La carne de cristo también engorda, así que sólo me comí la mitad.
Mi madre feliz, sobre todo con su té de canela con tequila para la tos, que si no se la cura se le olvida.
Un largo fin de semana para comprobar que la programación televisiva es basura y que la familia es un invento represor que tiene su lado amable, que puede ser bueno para la salud en dosis hábilmente administradas.
Estoy de vuelta de todo (como dice Babykiller de La Retorno), en busca de mi próximo viernes santo.
Un día, sin más, me impuse la "difícil" tarea de comer carne en pleno viernes santo. Claro, que no me refiero a comer vaca muerta, sino homo-erectus vivus, carne humana pues.
Cada viernes santo, desde el 96 o algo así, tenía que coger como contratado para conmemorar el calvario, las caídas, la crucifixión y la resurrección de mi tocayo célebre.
La primera vez lo conmemoré en un cuarto de hotel de Tijuana, con un amigo sonorense como comparsa y unos hospitalarios mexicalenses que nos recibieron con mucho fervor esa noche de viernes santo.
No pregunten porqué, pero me acordé de esa noche hasta después del domingo de ramos.
Así seguí los siguientes años hasta que me di cuenta lo ridículo -aunque divertido- de mi ritual pagano. Más bien decidí que cualquier viernes podía ser santo, sin importar los calendarios.
Esta semana santa fue de recogimiento y sin albur.
Hacía mucho que no veía el valle del yaqui tan bonito como está ahorita y que no tenía tantos días para rendirle culto al dios de la hueva. A final de cuentas soy de rituales, por lo visto.
Comer, ver tele, dormir, ver más tele y comer más, caminar, comer cocos con cacahuates y chile, camarones empanizados, asado, capirotada, carne asada, caldo de queso, frijoles charros, tortillas de harina y pan bendito. La carne de cristo también engorda, así que sólo me comí la mitad.
Mi madre feliz, sobre todo con su té de canela con tequila para la tos, que si no se la cura se le olvida.
Un largo fin de semana para comprobar que la programación televisiva es basura y que la familia es un invento represor que tiene su lado amable, que puede ser bueno para la salud en dosis hábilmente administradas.
Estoy de vuelta de todo (como dice Babykiller de La Retorno), en busca de mi próximo viernes santo.
miércoles, marzo 23, 2005
La PUTA y yo
...y no es pleonasmo.
Ella está con medio cuerpo dentro del Jetta, negociando con un cliente que parece no estar contento con la tarifa o con el producto.
Se regresa a la maceta donde estaba sentada y se acomoda la ropa interior que -para mi asombro- trae dentro del pantalón blanco.
Paso frente a ella y gracias a la educación de mi santa madre saludo:
-Buenas noches.
La mujer sonríe entre extrañada y divertida. Supongo que no es el saludo habitual de un cliente, pero yo no soy un cliente. En el mejor de los casos, soy competencia.
Es una señora entrando en los cuarenta, teñida de rubia con un rostro agradable de cabeza de familia armónica.
De esas cuyo dilema principal es si llevan jamón de pavo o de puerco, haciendo cuentas en la cabeza para que de ese ahorro alcance para el tinte que le cubrirá esas ya visibles raíces negras.
Pensándolo bien, no veo porqué no sea todo esto y al mismo tiempo puta. Me acuerdo aquel personaje de "La pasión de Isabella", se llamaba Peregrina. A todos en su casa decía que era enfermera y siempre le tocaban los turnos nocturnos.
Me pregunto si para su familia esta risueña mujer será una enfermera, mesera o simplemente espera a que sus hijos se duerman para encerrarlos y prender su sexímetro.
-¿Qué es eso que traes ahí, güerito?, ¿una revista? Regálamela.
-Me la acaban de regalar, no puedo regalártela. Sorry.
No me molesto en explicarle que es una revista cultural y que tal vez no sea el tipo de revista que le interese, antes de continuar con mi lógica prejuiciosa la mujer me hace el momento más fácil..
-Ah, ¿Es nueva?
-Eh..sí. Contesto, le sonrío y me despido al momento de cruzar la calle y ser casi arrollado por un pickup lleno de hombres que no deja de sonar su cláxon.
Sigo caminando y me sigue el carro pitando y es cuando me doy cuenta que el llamado no es para la puta, sino para mi.
Camino como si nada y pienso si hasta para un bato caminar a la 1 de la mañana por un bulevar significa un riesgo, el riesgo en que lo tomen a uno por lo que quisiera ser.
Gracias a un semáforo dejo atrás el carro que venía siguiéndome y apuro el paso, no por miedo sino por que el sueño me empieza a exigir cama. Estoy a unas cuadras de mi departamento.
El auto pasa ahora a más velocidad y algo gritan. Volteo y de la ventana delantera sale un enorme y pálido trasero desnudo moviéndose de un lado a otro.
Se oyen las carcajadas y yo no hago más que sonreír discretamente, siguiendo mi camino como si nada.
Nunca he pensado que ser puta sea fácil, pero sí intuía cierta promesa de glamour que por lo menos en las que trabajan cerca de mi casa no encontré.
Una cuadra después están las travestis, que en su afán de parecerse más a las mujeres, han sacrificado mucho de su maricueto glamour, y se visten como obreras de maquila sobremaquilladas, haciendo equilibrio en unos tacones tambaleantes y con riesgo de engangrenarse las piernas dentro de unas medias brillantes y unos pantaloncillos hechos a mano.
Qué curioso que justo lo que batallan tanto en ocultar es lo que sus clientes buscan con más fervor, la idea del paraíso erótico para ellos son unas enormes tetas sobre su espalda, unas arracadas tintineando encima de su nuca y -lo más importante- un enorme miembro destrozándoles los esfínteres.
martes, marzo 22, 2005
SIDEWAYS...
La ciudad en semana santa siempre está irreconocible, pacífica, semiabandonada y a diferencia de otros lugares esa desolación y abandono le sienta bien.
Puede uno ir a trabajar -porque yo no soy burócrata ergo no tengo vacaciones- sin que el tráfico me entretenga más de lo debido, puedo caminar en las tardes sin poner en riesgo mi equipo ante la pésima cultura vial de los sonorenses, puedo ir al cine sin que las prepotentes familias me aturdan de su ruidajo de gallinero a punto de ser sacrificado, puedo incluso quedarme en casa a leer -que es más de lo que he hecho- sin que el ajetreo de los vecinos me moleste.
¿Dónde me gustaría estar si tuviera vacaciones?
Ahora que vi Sideways se antojó volver a recorrer esos viñedos que rodean el Valle de Napa, ese paisaje mediterráneo que parece todo menos América. Cercano a una postal europea, el paisaje es un ensueño en colores cálidos y terrosos, un calor disfrutable y apacible que se disfruta descansando en la terraza de una réplica de alguna hacienda vinícola europea (los gringos son especialistas en las réplicas), probando el vino de la casa con algún dip de tomate con queso filadelfia.
Es el escenario perfecto para el romance de postal, el fotogénico, el armónico, el irreal pues, en el que nada puede ir mal.
Yo como Jack, que todos los vino le parecían buenos, mientras Miles le decía que la uva la cortaron antes de tiempo, que tiene demasiada azúcar, que le faltó proceso y para mi unos eran mejores que otros pero sin tener la precisión del porqué.
Dicen que el mejor vino es el que le gusta a uno y pues yo con el vino me porto buena onda, aunque aquí lo haya desplazado por la cerveza.
Mi viaje a los viñedos (tenemos unos muy buenos en el Valle de Guadalupe, en Tecate, B.C., by the way) de California fue un aprendizaje que va más allá de refinar mi paladar, que se ha especializado en otros productos.
Fue un viaje de iniciación con un guía generoso que luego resultó ser un pretendiente. Lo bueno es que lo noté hasta el final del tour y pude fingir demencia de la manera más amable.
Mike, se llama. Nunca le agradecí lo suficiente, pero supongo que no estuve dispuesto a agradecérselo de la manera que él quería.
Me llevó a la casita donde se filmó "Los pájaros" de Hitchcook, al lugar donde el mismo director hizo "Charade" o "Vértigo", la casa del higadito Robbin Williams en SF, al Russian River y las hamburguesas fabulosas que se comen ahí, un lugar de descanso para la clase pudiente de la zona.
Lo que más me gustó fue el paso por los viñedos, las demostraciones por las que pasamos y que terminamos con una sonrisa constante, los labios morados y las mejillas rojas de lo borrachos que quedamos.
El acoholismo tiene su lado glamoroso, no cabe duda.
Puede uno ir a trabajar -porque yo no soy burócrata ergo no tengo vacaciones- sin que el tráfico me entretenga más de lo debido, puedo caminar en las tardes sin poner en riesgo mi equipo ante la pésima cultura vial de los sonorenses, puedo ir al cine sin que las prepotentes familias me aturdan de su ruidajo de gallinero a punto de ser sacrificado, puedo incluso quedarme en casa a leer -que es más de lo que he hecho- sin que el ajetreo de los vecinos me moleste.
¿Dónde me gustaría estar si tuviera vacaciones?
Ahora que vi Sideways se antojó volver a recorrer esos viñedos que rodean el Valle de Napa, ese paisaje mediterráneo que parece todo menos América. Cercano a una postal europea, el paisaje es un ensueño en colores cálidos y terrosos, un calor disfrutable y apacible que se disfruta descansando en la terraza de una réplica de alguna hacienda vinícola europea (los gringos son especialistas en las réplicas), probando el vino de la casa con algún dip de tomate con queso filadelfia.
Es el escenario perfecto para el romance de postal, el fotogénico, el armónico, el irreal pues, en el que nada puede ir mal.
Yo como Jack, que todos los vino le parecían buenos, mientras Miles le decía que la uva la cortaron antes de tiempo, que tiene demasiada azúcar, que le faltó proceso y para mi unos eran mejores que otros pero sin tener la precisión del porqué.
Dicen que el mejor vino es el que le gusta a uno y pues yo con el vino me porto buena onda, aunque aquí lo haya desplazado por la cerveza.
Mi viaje a los viñedos (tenemos unos muy buenos en el Valle de Guadalupe, en Tecate, B.C., by the way) de California fue un aprendizaje que va más allá de refinar mi paladar, que se ha especializado en otros productos.
Fue un viaje de iniciación con un guía generoso que luego resultó ser un pretendiente. Lo bueno es que lo noté hasta el final del tour y pude fingir demencia de la manera más amable.
Mike, se llama. Nunca le agradecí lo suficiente, pero supongo que no estuve dispuesto a agradecérselo de la manera que él quería.
Me llevó a la casita donde se filmó "Los pájaros" de Hitchcook, al lugar donde el mismo director hizo "Charade" o "Vértigo", la casa del higadito Robbin Williams en SF, al Russian River y las hamburguesas fabulosas que se comen ahí, un lugar de descanso para la clase pudiente de la zona.
Lo que más me gustó fue el paso por los viñedos, las demostraciones por las que pasamos y que terminamos con una sonrisa constante, los labios morados y las mejillas rojas de lo borrachos que quedamos.
El acoholismo tiene su lado glamoroso, no cabe duda.
viernes, marzo 18, 2005
Garganta PROFUNDA
Ahora que traigo una amigdalitis marca chamucho me pregunto que habría sido de Linda Lovelace de estar en mi lugar.
Como ella tenía el clítoris en la garganta, cualquier cosa que le diera ahí era considerada venérea.
Además para ella era su instrumento de trabajo sin ser cantante, una tragaespadas consumada y ahora mitológica.
Supongo que en su caso era más crucial mantener una garganta impecable que para La Callas.
El caso es que yo ni estrella porno ni soprano, pero nunca como ahora pondero una garganta limpia y afinada.
Siento que me tragué un bonche de navajas de rasurar con triple filo y todas se quedaron atoradas entre mi garganta y el esófago.
El colmo es que las inyecciones me dejaron las nalgas tan adoloridas que me tengo que sentar de ladito como secre con minifalda.
Uno tiene su orgullo y procura extenderse como en cualquier otra situación, pero el glúteo reclama siempre su merecido descanso.
Y yo aquí, a las puertas del fin de semana en plan cesante, con un letrero en al frente de Teporary out of Service...
Qué bueno que no vivo de ésto... en el sentido literal de la palabra.
jueves, marzo 17, 2005
El FILO de la palabra...
Todo se reduce a que el humor de uno amanezca desacomodado.
Ya con eso tiene el carroñero destino para ponerte de frente con el desencuentro.
Lo curioso es todo el polvo que guarda uno debajo de la alfombra de la amistad, porque uno en nombre de esa idealizada figura retórica se calla muchas cosas.
Que si a favor de una hipotética armonía, que si por una mal entendida condescendencia, el caso es que siempre hay algo esperando debajo de la lengua.
Algo que tiene que salir bajo cualquier pretexto para no envenenar nuestra saliva más de lo necesario.
Llega el momento donde uno tiene que escupirlo, y así lo vistas de las palabras más amables en el fondo está ese guardadito que uno le tiene a los amigos.
Quien me conoce, sabe que es muy poco lo que me guardo, pero ese poco debe ser algo considerable, sobre todo aquello por lo que puedo también ser juzgado.
Pendejo no soy.
De un comentario frívolo a otro de pronto soy un amargado y un malcogido, incluso entre un elogio y otro.
Tal vez tengo que reconocer, tristemente, que me falta ese pequeño grado de estupidez necesario para ser FELIZ.
Ya con eso tiene el carroñero destino para ponerte de frente con el desencuentro.
Lo curioso es todo el polvo que guarda uno debajo de la alfombra de la amistad, porque uno en nombre de esa idealizada figura retórica se calla muchas cosas.
Que si a favor de una hipotética armonía, que si por una mal entendida condescendencia, el caso es que siempre hay algo esperando debajo de la lengua.
Algo que tiene que salir bajo cualquier pretexto para no envenenar nuestra saliva más de lo necesario.
Llega el momento donde uno tiene que escupirlo, y así lo vistas de las palabras más amables en el fondo está ese guardadito que uno le tiene a los amigos.
Quien me conoce, sabe que es muy poco lo que me guardo, pero ese poco debe ser algo considerable, sobre todo aquello por lo que puedo también ser juzgado.
Pendejo no soy.
De un comentario frívolo a otro de pronto soy un amargado y un malcogido, incluso entre un elogio y otro.
Tal vez tengo que reconocer, tristemente, que me falta ese pequeño grado de estupidez necesario para ser FELIZ.
martes, marzo 15, 2005
lunes, marzo 14, 2005
Naked Nap
Hay algo de liberador en dormir desnudo, que te estorbe la ropa, como a la D'alessio pero por razones diferentes. Cero climaterio o ninfomaniquez.
Sólo la sensación urgente de la desnudez porque sí, porque la sábana te pide piel directa y el vecino espero lo sepa agradecer cada mañana que saca su carro que deja justo frente a mi ventana.
A lo mejor ni voltea, pero a veces me siento Sharon Stone en Sliver, sólo que con menos maquillaje y años.
He estado pensando en convertirme en un almanaque para mis stlakers imaginarios: un día me vestiré como bombero, vistiendo sólo el casco y las botas, enredado en la manguera como símbolo yasabendequé. Otro día de albañil, son un shorcito biby que no deje nada a la poca imaginación y un cinto de herramientas amarrado a la cintura. El que sigue dormiré con una bata de carnicero manchada en sangre, lástima que no sea de pelo en pecho para gritar "chicharrón de puerco y puercaaaaa". Luego la misma bata pero sin manchas, con un estetoscopio colgando de mi cuello y nothing else: ¿dónde te duele, papi?.
Sólo tengo un pequeño problema (no, ese no es tan pequeño como para preocuparme), tengo sinusitis y ronco como carretonero y creo que eso no es muy sexy...
Ya que yo no soy muy dado a las fantasías, ¿qué de malo tiene convertirme en la fantasía de alguien más?
Sólo la sensación urgente de la desnudez porque sí, porque la sábana te pide piel directa y el vecino espero lo sepa agradecer cada mañana que saca su carro que deja justo frente a mi ventana.
A lo mejor ni voltea, pero a veces me siento Sharon Stone en Sliver, sólo que con menos maquillaje y años.
He estado pensando en convertirme en un almanaque para mis stlakers imaginarios: un día me vestiré como bombero, vistiendo sólo el casco y las botas, enredado en la manguera como símbolo yasabendequé. Otro día de albañil, son un shorcito biby que no deje nada a la poca imaginación y un cinto de herramientas amarrado a la cintura. El que sigue dormiré con una bata de carnicero manchada en sangre, lástima que no sea de pelo en pecho para gritar "chicharrón de puerco y puercaaaaa". Luego la misma bata pero sin manchas, con un estetoscopio colgando de mi cuello y nothing else: ¿dónde te duele, papi?.
Sólo tengo un pequeño problema (no, ese no es tan pequeño como para preocuparme), tengo sinusitis y ronco como carretonero y creo que eso no es muy sexy...
Ya que yo no soy muy dado a las fantasías, ¿qué de malo tiene convertirme en la fantasía de alguien más?
HABÍA una vez...
...un niño tan pero tan insignificante que empezó a cuestionarse seriamente su existencia.
-¿No seré la idea, el sueño o la fantasía de alguien?, se preguntó a sí mismo en su lenguaje de niño solitario, un lenguaje al parecer sólo entendible para sí mismo, pues no había nadie interesado en entender una lógica inútil.
Le tocó ser el de en medio en una familia numerosa.
Los grandes concentrados en su próxima entrada a la madurez y los pequeños aturdidos en recibir las atenciones de los mayores.
No había tiempo para detenerse en el de en medio, el que no protestaba, no reprobaba, no lloraba, no pedía nada.
A mediodía se sentaba en la segunda tanda de comida, después de que los grandes habían arrasado con las mejores porciones, los pierniles y las pechugas de pollo que eran sus favoritas y que muy rara vez alcanzaba a obtener.
Estaba acostumbrado a consumir rápido sus alimentos para desocupar la mesa y dirigirse a la escuela, donde era también ignorado por sus compañeros, inconscientes perpetradores de una tradición que lo hacía blanco de la única conspiración que te tiene en el centro siempre para pasar por encima de ti sin dejar marca.
No me acuerdo el nombre del niño.
Era como si pudieras ver a través de él. Como si encuadraras una escena y hubiera una gota de agua nítida que apenas distorsionaba un poco el panorama sin alterarlo en realidad.
Aprendió a no sacar mejores notas que los demás para no sobresalir, pues eso -tenía esa convicción- significaría levantar la mano a la hora que el filo de un machete emparejara el matorral.
Mientras más crecía, más se preocupaba por pasar desapercibido.
Lo que en un principio era una preocupación se convirtió en su principal arma de sobrevivencia.
A punto de entrar al último grado de primaria se dio cuenta que estaba creciendo más que los demás cuando estando al final de la fila para entrar al salón se dio cuenta que podía mirar las cabezas de sus compañeros sin necesidad de pararse en punta.
Eso lo empezó a preocupar porque eso significaba que tal vez no podía seguir utilizando la ropa que sus hermanos mayores fueran dejando.
También significaba que entre su grupo lo podían reconocer como el más alto y su anonimato peligraría.
El niño ideó una estrategia para seguir pasando desapercibido.
Empezó a vestirse siempre de blanco y dependiendo el escenario en el que tuviera que estar dibujaba en sus ropas el paisaje que tuviera detrás para pasar desapercibido.
Fue como descubrió que sabía dibujar, que el lápiz, el pincel y la acuarela eran sus nuevas armas de camuflaje.
Pintó las ventanas que daban al jardín de su escuela y así pudo sentarse a observar a sus compañeros voltear y admirar el paisaje diario con un nuevo brillo, árboles siempre verdes y cielo siempre azul aunque estuviera nublado.
En las noches pintaba su luna favorita y se sentaba en el balcón de su cuarto a mirar el cielo que era para sí mismo.
Él les daba a sus hermanos su versión de una noche y contemplaba exclusivamente el espectáculo real.
Para mejorar su estrategia empezó a comer a escondidas galletas, dulces, panes y todo lo que podía consumir para lograr engordar y que su lienzo fuera cada vez más grande y poder inventarle un mundo a los demás y conservar uno para sí mismo.
Un día ya no cupo en su casa, ni en su escuela, ni en la iglesia a la que los obligaba a ir su madre todos los domingos.
Todo se hizo pequeño para él.
Se pintó unas alas y voló.
Nadie lo extraña, pero de repente todos sintieron que el cielo se volvió descolorido, los jardines grises, los parques secos y la laguna un cenote oscuro y amenazante.
Al centro del lago casi seco, flotaban 2 pequeñas alas azules que nadie se preguntó cómo llegaron ahí.
-¿No seré la idea, el sueño o la fantasía de alguien?, se preguntó a sí mismo en su lenguaje de niño solitario, un lenguaje al parecer sólo entendible para sí mismo, pues no había nadie interesado en entender una lógica inútil.
Le tocó ser el de en medio en una familia numerosa.
Los grandes concentrados en su próxima entrada a la madurez y los pequeños aturdidos en recibir las atenciones de los mayores.
No había tiempo para detenerse en el de en medio, el que no protestaba, no reprobaba, no lloraba, no pedía nada.
A mediodía se sentaba en la segunda tanda de comida, después de que los grandes habían arrasado con las mejores porciones, los pierniles y las pechugas de pollo que eran sus favoritas y que muy rara vez alcanzaba a obtener.
Estaba acostumbrado a consumir rápido sus alimentos para desocupar la mesa y dirigirse a la escuela, donde era también ignorado por sus compañeros, inconscientes perpetradores de una tradición que lo hacía blanco de la única conspiración que te tiene en el centro siempre para pasar por encima de ti sin dejar marca.
No me acuerdo el nombre del niño.
Era como si pudieras ver a través de él. Como si encuadraras una escena y hubiera una gota de agua nítida que apenas distorsionaba un poco el panorama sin alterarlo en realidad.
Aprendió a no sacar mejores notas que los demás para no sobresalir, pues eso -tenía esa convicción- significaría levantar la mano a la hora que el filo de un machete emparejara el matorral.
Mientras más crecía, más se preocupaba por pasar desapercibido.
Lo que en un principio era una preocupación se convirtió en su principal arma de sobrevivencia.
A punto de entrar al último grado de primaria se dio cuenta que estaba creciendo más que los demás cuando estando al final de la fila para entrar al salón se dio cuenta que podía mirar las cabezas de sus compañeros sin necesidad de pararse en punta.
Eso lo empezó a preocupar porque eso significaba que tal vez no podía seguir utilizando la ropa que sus hermanos mayores fueran dejando.
También significaba que entre su grupo lo podían reconocer como el más alto y su anonimato peligraría.
El niño ideó una estrategia para seguir pasando desapercibido.
Empezó a vestirse siempre de blanco y dependiendo el escenario en el que tuviera que estar dibujaba en sus ropas el paisaje que tuviera detrás para pasar desapercibido.
Fue como descubrió que sabía dibujar, que el lápiz, el pincel y la acuarela eran sus nuevas armas de camuflaje.
Pintó las ventanas que daban al jardín de su escuela y así pudo sentarse a observar a sus compañeros voltear y admirar el paisaje diario con un nuevo brillo, árboles siempre verdes y cielo siempre azul aunque estuviera nublado.
En las noches pintaba su luna favorita y se sentaba en el balcón de su cuarto a mirar el cielo que era para sí mismo.
Él les daba a sus hermanos su versión de una noche y contemplaba exclusivamente el espectáculo real.
Para mejorar su estrategia empezó a comer a escondidas galletas, dulces, panes y todo lo que podía consumir para lograr engordar y que su lienzo fuera cada vez más grande y poder inventarle un mundo a los demás y conservar uno para sí mismo.
Un día ya no cupo en su casa, ni en su escuela, ni en la iglesia a la que los obligaba a ir su madre todos los domingos.
Todo se hizo pequeño para él.
Se pintó unas alas y voló.
Nadie lo extraña, pero de repente todos sintieron que el cielo se volvió descolorido, los jardines grises, los parques secos y la laguna un cenote oscuro y amenazante.
Al centro del lago casi seco, flotaban 2 pequeñas alas azules que nadie se preguntó cómo llegaron ahí.
viernes, marzo 11, 2005
MORFEO sucks!
Hoy desperté después de 13 horas de sueño casi ininterrumpido.
Entre sueños recuerdo que me llamaron para invitarme a pistear y decliné la invitación para seguir durmiendo.
Mmmm...¿Algo anda mal o tengo yo el mal de la bella durmiente?
Y si iba a tener algo de la bella durmiente ¿porqué me iba a tocar lo huevón y no lo bello?
Supongo que el sentido del humor del Señor (dios o el que sea, no soy escrupuloso) tiene sus momentos y yo no le he de caer de lo mejor, pero ese tema de la mística religiosa no es el que me ocupa ahora.
Resulta que he dormido de más y quiero creer que no me he perdido de nada, porque si se tratara de un aviso me encontraría con un mundo más justo o ya de perdida más divertido.
Lo más sarra fue el sueño que tuve.
Soñé que perseguía por un río toda mi ropa, que la corriente no me dejaba alcanzarla y una represa me impedía al final agarrar siquiera mis boxer favoritos que se me ven fabu.
Cruzando la represa había una especie de ivernadero al que entrabas y resultaba en una especie de enorme tienda de ropa de segunda donde te vendían tus propias garras ya recicladas.
Un joto te recibía con una sonrisa colgate y unas cejas huilísmas, te daba un tour por la tienda y te llevaba a la sección donde había lo que él pensaba que te sentaba mejor según tu estilo y tu talla.
Y sí. Adivinaron:
La ropa que me recomendaba medirme era MI porpia ropa, la misma que estuve tratando de rescatar de la corriente y que me dejó exhausto.
Lo peor es que me quedaba yo ahí con cara de pendejo y hasta agradeciéndole al dependiento sus consejos y, sobre todo, su BUEN GUSTO.
Chale, creo que Morfeo me vió la cara y no para de reírse a mis costillas. Que chingue a su madre.
Entre sueños recuerdo que me llamaron para invitarme a pistear y decliné la invitación para seguir durmiendo.
Mmmm...¿Algo anda mal o tengo yo el mal de la bella durmiente?
Y si iba a tener algo de la bella durmiente ¿porqué me iba a tocar lo huevón y no lo bello?
Supongo que el sentido del humor del Señor (dios o el que sea, no soy escrupuloso) tiene sus momentos y yo no le he de caer de lo mejor, pero ese tema de la mística religiosa no es el que me ocupa ahora.
Resulta que he dormido de más y quiero creer que no me he perdido de nada, porque si se tratara de un aviso me encontraría con un mundo más justo o ya de perdida más divertido.
Lo más sarra fue el sueño que tuve.
Soñé que perseguía por un río toda mi ropa, que la corriente no me dejaba alcanzarla y una represa me impedía al final agarrar siquiera mis boxer favoritos que se me ven fabu.
Cruzando la represa había una especie de ivernadero al que entrabas y resultaba en una especie de enorme tienda de ropa de segunda donde te vendían tus propias garras ya recicladas.
Un joto te recibía con una sonrisa colgate y unas cejas huilísmas, te daba un tour por la tienda y te llevaba a la sección donde había lo que él pensaba que te sentaba mejor según tu estilo y tu talla.
Y sí. Adivinaron:
La ropa que me recomendaba medirme era MI porpia ropa, la misma que estuve tratando de rescatar de la corriente y que me dejó exhausto.
Lo peor es que me quedaba yo ahí con cara de pendejo y hasta agradeciéndole al dependiento sus consejos y, sobre todo, su BUEN GUSTO.
Chale, creo que Morfeo me vió la cara y no para de reírse a mis costillas. Que chingue a su madre.
jueves, marzo 10, 2005
EXTRAÑO...
...los amigos que ya no están.
Los amigos que están pero hace mucho no están en el hoy y el ahora.
Extraño al Ricardo y al Noé, que no se si está o no, pero su ausencia es una pendiente larga y sinuosa que no deja de darme vértigo.
Si tan solo supiera.
Extraño al Adán que no se comunica conmigo hace mucho y su teléfono está cortado.
Extraño al Ernesto que ahora está rodeado de un ejército de momias miadas cada año por el Cervantino.
Extraño a la Ietza y su vegeterianismo macrobiótico, sus clases de yoga y taichí y sus urgencias amorosas contenidas en una microfalda.
Extraño al Oscar y su afabilidad perenne, su sonrisa siempre lista y el comentario agudo cuando se debe.
Extraño al Max y su lapidaria boca, tan certera como amable.
Extraño a los Franciscos, al chaparro y al enorme: los de risa franca y carcajada espantapájaros.
Extraño a los manueles, el morenazo aprietafuerte y el amable de canas lindas.
Extraño a los arturos, el mejor amigo en su momento y el compañero de pedas interminables que siempre se estaba cagando.
Extraño a mi hermano y su curiosida enfermiza con la vida ajena.
Extraño al tany, la tania, el luis, la cristina hecha-a-mano, el max bibis, el gerardo, la silvia pintora y el enrique son su rico ceviche, el jaime conta y sus secuaces, la angélica escroto y su marido buenísimo, la lurdes, la lula y la lídice, el axel, el corro, el lorenzana...
Extraño al Carlitos y su mirada dulce y su sonrisa larga, al Ulises y su lenguaje forzado pero amable.
Extraño a la julia, la lore, la vero, la magda, la yama, el gil, el fausto, las karlas, la mayra, el gonzalo, el tizoc, hasta al raúl extraño. A ese y al otro, a su marido el grandote y los otros amantes que rolaron por allá.
Extraño las calles peligrosas de las 2 de la mañana, la fiesta acabándose al otro día en cualquier café.
Extraño los raves, las tocadas, los conciertos, las exposiciones, los festivales, la cola en la línea y el parque de la amistad, playas de tijuana, rosarito, ensenada y el mirador arriba de la falla de san andrés.
Extraño la brisa marina y el sol amable.
Extraño lo que fue extraño y ya no lo es.
Los amigos que están pero hace mucho no están en el hoy y el ahora.
Extraño al Ricardo y al Noé, que no se si está o no, pero su ausencia es una pendiente larga y sinuosa que no deja de darme vértigo.
Si tan solo supiera.
Extraño al Adán que no se comunica conmigo hace mucho y su teléfono está cortado.
Extraño al Ernesto que ahora está rodeado de un ejército de momias miadas cada año por el Cervantino.
Extraño a la Ietza y su vegeterianismo macrobiótico, sus clases de yoga y taichí y sus urgencias amorosas contenidas en una microfalda.
Extraño al Oscar y su afabilidad perenne, su sonrisa siempre lista y el comentario agudo cuando se debe.
Extraño al Max y su lapidaria boca, tan certera como amable.
Extraño a los Franciscos, al chaparro y al enorme: los de risa franca y carcajada espantapájaros.
Extraño a los manueles, el morenazo aprietafuerte y el amable de canas lindas.
Extraño a los arturos, el mejor amigo en su momento y el compañero de pedas interminables que siempre se estaba cagando.
Extraño a mi hermano y su curiosida enfermiza con la vida ajena.
Extraño al tany, la tania, el luis, la cristina hecha-a-mano, el max bibis, el gerardo, la silvia pintora y el enrique son su rico ceviche, el jaime conta y sus secuaces, la angélica escroto y su marido buenísimo, la lurdes, la lula y la lídice, el axel, el corro, el lorenzana...
Extraño al Carlitos y su mirada dulce y su sonrisa larga, al Ulises y su lenguaje forzado pero amable.
Extraño a la julia, la lore, la vero, la magda, la yama, el gil, el fausto, las karlas, la mayra, el gonzalo, el tizoc, hasta al raúl extraño. A ese y al otro, a su marido el grandote y los otros amantes que rolaron por allá.
Extraño las calles peligrosas de las 2 de la mañana, la fiesta acabándose al otro día en cualquier café.
Extraño los raves, las tocadas, los conciertos, las exposiciones, los festivales, la cola en la línea y el parque de la amistad, playas de tijuana, rosarito, ensenada y el mirador arriba de la falla de san andrés.
Extraño la brisa marina y el sol amable.
Extraño lo que fue extraño y ya no lo es.
miércoles, marzo 09, 2005
MUJER, lucha por tu SER
...a las Scissor´s Sisters
Así se llamaba mi primer acercamiento literario al fenómeno feminista.
Cuando sepan mis amigas feministas que Alfonso Lara Castilla fue una revelación para mi se van a reír tanto como yo me río ahora.
Pues sí, en la secundaria me encontré con ese libro en el estante de mi casa -al lado del de Nacida Inocente- y supongo que era de alguna de mis hermanas que ya estaba en la Universidad.
Nunca dije que los programas de estudio eran mejores antes que ahora.
Era una especie de texto de auotayuda femenina con un delirante discurso libertario light desde el punto de vista de un bato.
¿Contradictorio? Of course, nunca dije que la realidad fuera un buen guión.
Pero miento, mi acercamiento con la naturaleza femenina fue mucho antes y no me refiero sólo a la leche materna y el desarrollo edípico.
Mi edipo era esquizoide porque, al ser el más pequeño de la casa, tuve muchas madres y una que otra tía en las figuras de mis hermanas mayores que son muchas para cualquier varón que no quiere ser domado.
Mi casa era la fantasía de cualquier jeque, sólo que mis hermanas salieron defectuosas para formar un harem: nacieron con cerebro aparte de tetas y ahí la puerca torció el rabo.
Más bien desde antes.
Para empezar, antes de que las mujeres quemaran brassieres en alguna manifestación hippie, mi madre ya había tenido dos hijas sin estar casada, les daba educación y las alimentaba con el producto de su(s) trabajo(s).
Luego nos tuvo al resto con el que fue mi padre y se casó con él después de que le diera el primogénito varón, que qué bueno que no fuí yo porque tuvieron tiempo de pulir el producto y esa carga no sé si la hubiera llevado a buen puerto.
Aunque viéndolo bien, mejor que mi hermano mayor cualquiera lo hubiera hecho, pero ese es otro tema.
El caso es que el ejemplo de mi madre lo siguió mi hermana mayor que también es como mi segunda madre (un poquito menos torcida que la de la telenovela del mismo nombre, dicho sea de paso. Sólo un poquito) y le gustó la onda esa medio en boga de la maternidad solteril.
La otra, que es como mi tercera madre -en la madre, cuántas madres- se cásó por todas las leyes para dar con un palmo de narices a las expectativas que todos tenían de ella, por desmadrosa, rebelde y medio punk.
De ahí pal real y viendo con sus dos ojos cada una lo devaluada que estaba la institución matrimonial, decidieron -sabiamente- ponerse a estudiar e invertirle a esa parte de su cabeza que no ocupa maquillaje.
No es que mis hermanas sean feas y tuvieran que conformarse con ser inteligentes, para nada. Tampoco es que sean ninfas embruja-hombres sino que descubrieron prematuramente que podían ser independientes y autosuficientes.
Yo, la verdad, hubiera querido que aparte de listas hubieran sido un poquito putas, para tener un buen referente pero pues no lo puede tener uno todo y para eso están los libros, las películas y las primas, que dan para otro post.
Mis hermanas son admiradas por el resto de la familia por sus exitosas carreras, pero nunca falta el comentario doloso y reduccionista que las llama solteronas, sin reconocer dentro del prejuicio lo que en realidad siginifica esa palabra tan llena de convicción personal y una pequeña gran dosis de transgresión, elemento cada vez más saludable en esta sociedad taaaaan monotemática y sosa.
PD1: Este post lo escribo después de la falacia del día internacional de la mujer, para que no me lluevan piedras.
PD2: En el fondo me gustaría, para que fueran más transgresoras, que mis hermanas tuvieran una doble vida y que de noche sean putas o lesbianas, o las dos cosas si se puede, ¿sería mucho pedir?
lunes, marzo 07, 2005
Soy taaan MALO para las Matemáticas!
...O DÓNDE ESTÁN LAS CONVICCIONES?
En mi oficina la cosecha de adefesios nunca se acaba.
Hoy, o acaba de cambiar la política de contratar feos, o la jefa mejoró su gusto.
Justo lo comento con una compañera y me tilda de pedófilo.
-¿Cuántos años tendrá?, le pregunto.
-No pasa de los 19, me contesta.
-Mhh....lo bueno es que soy taaan malo para las matemáticas.
Si, el susodicho no debe llegar a los veinte, pero eso no le quita lo cute.
Mi amiga me dice que no adelante vísperas, que en una de esas resulta en otro histérico y paranóico freak como los últimos que han llegado y eso le restaría encanto.
Pues tal vez -contesto yo- pero ninguno de esos tiene esa sonrisa y justo este sábado me di cuenta que las convicciones son un estorbo.
-Me gustaría conocer lo que te hizo cambiar de opinión.
-Pues te lo voy a poner así: me chocan los morros de 24 (cuando lo conocí me dijo que tenía 23, y antenoche me dijo que tiene 24 y pues como soy tan malo para sacar cuentas le creí, pero gracias a ese despiste sigo teniendo 30), con carro del año, pretensiones burguesas, ropa de marca, look metrosexual y que tratan con mucho esfuerzo de parecer que no son de donde son.
Pero éste me encantó no precisamente por su gusto para vestir sino por su habilidad para desvestir.
-Ya decía yo –me dice la atrevida-, era eso o te habías ido a un retiro espiritual a San Ignacio.
-Es un bato que me tiraba la onda desde que llegué aquí. Saca cuentas y es más de 2 años y medio, y hasta la noche del sábado me acosté con él.
¿Están mal mis cuentas o -contra todos los pronósticos- soy una persona decente?
¿Podré seguir llamándome decente si también me acosté con él la mañana del domingo?
-La verdad rompí mi propio récord que son.... ¿15 minutos?
Mi amiga no deja de reírse y yo casi me indigno. Dije casi.
Luego me dice:
-Bueno, pues entonces alguna gracia había de tener... tuviste que haber imaginado que con tanta cosa que no te gusta de él, al final algo bueno habría, ¿no crees?
-Supongo -contesto- por eso mis acciones de convicción ideológica están a la baja.
No quise entrar en detalles de dimensiones y desempeños para no sonar vulgar.
¿Será que la decencia se ha apoderado también de mi lenguaje?
¿Terminaré escribiendo la segunda parte del manual de Carreño?
¿Terminaré enamorado del enemigo o me inmolaré en la Plaza Zaragoza frente al inefable Arzobispo serial killer de pichones?
No se pierda el siguiente capítulo... no vaya a ser que yo sí.
En mi oficina la cosecha de adefesios nunca se acaba.
Hoy, o acaba de cambiar la política de contratar feos, o la jefa mejoró su gusto.
Justo lo comento con una compañera y me tilda de pedófilo.
-¿Cuántos años tendrá?, le pregunto.
-No pasa de los 19, me contesta.
-Mhh....lo bueno es que soy taaan malo para las matemáticas.
Si, el susodicho no debe llegar a los veinte, pero eso no le quita lo cute.
Mi amiga me dice que no adelante vísperas, que en una de esas resulta en otro histérico y paranóico freak como los últimos que han llegado y eso le restaría encanto.
Pues tal vez -contesto yo- pero ninguno de esos tiene esa sonrisa y justo este sábado me di cuenta que las convicciones son un estorbo.
-Me gustaría conocer lo que te hizo cambiar de opinión.
-Pues te lo voy a poner así: me chocan los morros de 24 (cuando lo conocí me dijo que tenía 23, y antenoche me dijo que tiene 24 y pues como soy tan malo para sacar cuentas le creí, pero gracias a ese despiste sigo teniendo 30), con carro del año, pretensiones burguesas, ropa de marca, look metrosexual y que tratan con mucho esfuerzo de parecer que no son de donde son.
Pero éste me encantó no precisamente por su gusto para vestir sino por su habilidad para desvestir.
-Ya decía yo –me dice la atrevida-, era eso o te habías ido a un retiro espiritual a San Ignacio.
-Es un bato que me tiraba la onda desde que llegué aquí. Saca cuentas y es más de 2 años y medio, y hasta la noche del sábado me acosté con él.
¿Están mal mis cuentas o -contra todos los pronósticos- soy una persona decente?
¿Podré seguir llamándome decente si también me acosté con él la mañana del domingo?
-La verdad rompí mi propio récord que son.... ¿15 minutos?
Mi amiga no deja de reírse y yo casi me indigno. Dije casi.
Luego me dice:
-Bueno, pues entonces alguna gracia había de tener... tuviste que haber imaginado que con tanta cosa que no te gusta de él, al final algo bueno habría, ¿no crees?
-Supongo -contesto- por eso mis acciones de convicción ideológica están a la baja.
No quise entrar en detalles de dimensiones y desempeños para no sonar vulgar.
¿Será que la decencia se ha apoderado también de mi lenguaje?
¿Terminaré escribiendo la segunda parte del manual de Carreño?
¿Terminaré enamorado del enemigo o me inmolaré en la Plaza Zaragoza frente al inefable Arzobispo serial killer de pichones?
No se pierda el siguiente capítulo... no vaya a ser que yo sí.
Long time CRUSH
La vida da muchas vueltas y yo me mareo fácilmente.
Hasta subirme a la rueda de la fortuna me da miedo, con eso digo todo y ahí le dejo para que no se convierta en una metáfora.
El caso es que después de la fiesta del viernes (que merece otro post) quedé medio desgastado el sábado pero igual y no me resistí a la tentación nocturna.
El A. y yo nos quedamos de ver con unos amigos y la fiesta estaba a todo lo que daba y daba como que mucho para mi ánimo pero igual me porté a la altura.
Lo interesante fue al final. Antes de que terminara la noche el fulanito con el que he compartido miradas furtivas y uno que otro intercambio de salivas hace más de dos años parece que se puso la consigna de no dejar escapar la noche y se ofreció a llevarme al after.
¿Y el after? Ni sus luces, sólo nos esperaban dos grillos y un candado en el portal.
La plática no pudo ser más tensa, los comentarios frívolos dominaron la dinámica y yo en plan de señorita extraviada, sin saber si mandar al preten a volar o de a tiro decirle vamos a mi casa a terminar este, que viene siendo el cortejo más largo de que he sido objeto en mi vida.
Mis reticencias obviamente no tenían nada que ver con la falta de atracción física sino la polaridad de nuestras convicciones: ideologías opuestas, estilos opuestos (para él yo soy roquero y para los roqueros soy un fresa) pero si uno deja hablar al cuerpo la hoz y el martillo -je!- se pueden llevar con la ropa de marca, el carro del año, la pulserita políticamente correcta de moda y la pretensiones clasistas de cualquier provinciano venido a más.
El cuerpo habló y bien. A pesar de que mi sobriedad y su embiraguez hacía el encuentro un tanto disparejo, al final hubo coincidencia erótica que mejoró en el capítulo mañanero, con los alientos rasposos y la calentura a flor de piel.
Yo pasé la noche casi en vela, cuidándome de no ser expulsado de una cama individual. Toda una tarea de equilibrista-fakir tomando en cuenta los ronquidos del de al lado y la complexión de ambos.
Lo que pensé que iba a ser un trago amargo de despedida, donde el arrepentimiento iba a ser difícil de disimular reinó una extraña camaradería, esa clase de relajamiento de quienes disfrutaron uno del otro sin ninguna otra intención que el placer mismo.
La despedida relajada, el intercambio de números, las gracias y el saludo de amigos.
Me bajo del carro y entro a mi casa con la sensación de que no estuvo nada mal, de hecho estuvo bastante bien.
Hasta subirme a la rueda de la fortuna me da miedo, con eso digo todo y ahí le dejo para que no se convierta en una metáfora.
El caso es que después de la fiesta del viernes (que merece otro post) quedé medio desgastado el sábado pero igual y no me resistí a la tentación nocturna.
El A. y yo nos quedamos de ver con unos amigos y la fiesta estaba a todo lo que daba y daba como que mucho para mi ánimo pero igual me porté a la altura.
Lo interesante fue al final. Antes de que terminara la noche el fulanito con el que he compartido miradas furtivas y uno que otro intercambio de salivas hace más de dos años parece que se puso la consigna de no dejar escapar la noche y se ofreció a llevarme al after.
¿Y el after? Ni sus luces, sólo nos esperaban dos grillos y un candado en el portal.
La plática no pudo ser más tensa, los comentarios frívolos dominaron la dinámica y yo en plan de señorita extraviada, sin saber si mandar al preten a volar o de a tiro decirle vamos a mi casa a terminar este, que viene siendo el cortejo más largo de que he sido objeto en mi vida.
Mis reticencias obviamente no tenían nada que ver con la falta de atracción física sino la polaridad de nuestras convicciones: ideologías opuestas, estilos opuestos (para él yo soy roquero y para los roqueros soy un fresa) pero si uno deja hablar al cuerpo la hoz y el martillo -je!- se pueden llevar con la ropa de marca, el carro del año, la pulserita políticamente correcta de moda y la pretensiones clasistas de cualquier provinciano venido a más.
El cuerpo habló y bien. A pesar de que mi sobriedad y su embiraguez hacía el encuentro un tanto disparejo, al final hubo coincidencia erótica que mejoró en el capítulo mañanero, con los alientos rasposos y la calentura a flor de piel.
Yo pasé la noche casi en vela, cuidándome de no ser expulsado de una cama individual. Toda una tarea de equilibrista-fakir tomando en cuenta los ronquidos del de al lado y la complexión de ambos.
Lo que pensé que iba a ser un trago amargo de despedida, donde el arrepentimiento iba a ser difícil de disimular reinó una extraña camaradería, esa clase de relajamiento de quienes disfrutaron uno del otro sin ninguna otra intención que el placer mismo.
La despedida relajada, el intercambio de números, las gracias y el saludo de amigos.
Me bajo del carro y entro a mi casa con la sensación de que no estuvo nada mal, de hecho estuvo bastante bien.
viernes, marzo 04, 2005
Desde el más ALLÁ
Anoche que llegué a mi casa abrí el portón y fui directo a sacar la ropa que dejé secando.
La luz al abrir la puerta de la secadora resplandeció de manera especial en medio de la oscuridad de las 11 de la noche y mi sombra fue un garabato negro y alargado, escapado de un cuadro de Munch.
Mi piel se erizó a causa de un ruido por encima de mi.
Me quedé unos segundos inmóvil, esperando la fila de fantasmas que estarían perdiendo su oportunidad de darme el susto de mi vida.
Pensé en todos mis muertos y en los muertos de los demás, en las noches del rancho de mis abuelos cuando los primos nos juntábamos a contar historias de suspenso donde el diablo siempre tenía el papel protagónico y siempre era un buen pretexto para no dormir solo y entre risas y sustos provocados terminar vencidos por el cansancio en la espera de un fantasma que brilló por su ausencia, pero nos entretuvo todo el rato.
No faltalba los que aprovecharan el silencio y la oscuridad para calentar más el ambiente invirtiendo carne en el asunto, pero ese no es el tema.
En ese momento de silencio, donde todo se detuvo y el mezquite del patio decoraba una escena sin guión y sus ramas eran tentáculos que intentaban alcanzar a la luna, pensé a cuántos muertos les debo algo como para tener miedo y aunque no me acordé de ninguno vinieron a mi mente mi padre, el Ricardo, el Abi y caigo en cuenta que de ninguno de ellos me despedí.
Kilómetros nos separaban en el momento y yo siempre me enteré después. De ninguno me lo esperaba y el baldazo de agua fría todavía me cimbra cuando recuerdo.
Una simple película que ni pensaba ver fue la que me trajo todo esto a la memoria y no puedo entender que haya gente que insista en no dejar a la gente morir y se invente las mentiras más elaboradas para no afrontar un hecho tan duro pero inevitable como la muerte.
Construir un fantasma debe ser más fácil que recontruirse toda una vida cuando le colgamos a los muertitos responsabilidades que en el fondo sabemos sólo nuestras.
Sacudo mi cabeza, tomo la ropa que está a medio secar y la vuelvo a meter. Le pongo más tiempo y subo a mi cuarto con la sensación de que estoy ignorando algo que me pisa los talones...
No estoy para numeritos.
Hoy roncaré tan fuerte como hacía papá para espantar cualquier ánima que ose invadir mis sueños.
jueves, marzo 03, 2005
Hay que tener CARAS!
Yo creo que tendríamos que tener caras como calecetines.
Y no me refiero a que tengamos la cara tejida y rematada en puntas amarradas con líneas anti-olor.
No, me refiero a tener caras para cada ocasión guardadas en el cajón, en el morral, la mochila, el bolso o loquesea que uno cargue cuando deambula por el mundo.
La cara del súper: nomás la sacas, estés del humor que estés, y haces tus tareas sin terminar a los gritos con la cajera o la dependienta de las carnes frías.
La cara de las reuniones de trabajo: una cara de interés, no social precisamente, sino un rostro de interés en unos temas que generalmente son de bostezo. Y si se habla de posibles aumentos de sueldo sacar una emergente de mucho interés pero sin que sea de perro queriendo alcanzar el hueso.
La de los eventos sociales: la sonrisa perenne que le muestre al mundo lo bien que te vá y lo feliz que eres, gracias a una ingenuidad enfermiza o unos antidepresivos pagados por tu cobertura médica. Si los tuvieras que pagar de tu bolsillo se te acabaría la sonrisa.
La del ligue: Ni sonrisa ni puchero. Todo muy interesante, con una mirada profunda y esquiva, entre tímida y temeraria y con unos labios entre que besan y entre que no. Es infalible y hay que tener esa siempre lista por si se ofrece.
La del ya y del después de: Una vez conocí a alguien que estaba obsesionado con verme la cara en el momento del orgasmo, así que es importante tanto esa como la del después. Si te mata el sueño te pones esa de satisfacción por un rato hasta que el acompañante se duerma o se vaya.
La del adios: Esta es muy importante, porque cuando uno al otro día no haya pa donde mirar con tal de no mirar al del ladito, entonces usamos la de la amabilidad y el agradecimiento, de interés aunque no lo haya.
La del despierto: Esta es pa cuando la cruda no te deja y en tu trabajo te pueden torcer si te duermes frente al teclado. Si se acompaña de un buen enjuague bucal mucho que mejor.
La del inteligente: Esa no sé si sirva de algo, porque no hay nada menos sexy que la inteligencia ostentada pero bueno. Hay gente que se engaña diciéndose que la inteligencia es sexy, pero yo por más que le busque el lado a Carlos Monsiváis nomás no me excita.
¿Cuántas caras más ocuparemos para no tener que ajustar una mueca, un descontento, una decepción y todo un catálogo de expresiones que vienen a nosotros cuando menos deben aparecer?
Yo estoy a favor de la espontaneidad, pero hay muchas veces que la espontaneidad juega en contra mío.
Y no me refiero a que tengamos la cara tejida y rematada en puntas amarradas con líneas anti-olor.
No, me refiero a tener caras para cada ocasión guardadas en el cajón, en el morral, la mochila, el bolso o loquesea que uno cargue cuando deambula por el mundo.
La cara del súper: nomás la sacas, estés del humor que estés, y haces tus tareas sin terminar a los gritos con la cajera o la dependienta de las carnes frías.
La cara de las reuniones de trabajo: una cara de interés, no social precisamente, sino un rostro de interés en unos temas que generalmente son de bostezo. Y si se habla de posibles aumentos de sueldo sacar una emergente de mucho interés pero sin que sea de perro queriendo alcanzar el hueso.
La de los eventos sociales: la sonrisa perenne que le muestre al mundo lo bien que te vá y lo feliz que eres, gracias a una ingenuidad enfermiza o unos antidepresivos pagados por tu cobertura médica. Si los tuvieras que pagar de tu bolsillo se te acabaría la sonrisa.
La del ligue: Ni sonrisa ni puchero. Todo muy interesante, con una mirada profunda y esquiva, entre tímida y temeraria y con unos labios entre que besan y entre que no. Es infalible y hay que tener esa siempre lista por si se ofrece.
La del ya y del después de: Una vez conocí a alguien que estaba obsesionado con verme la cara en el momento del orgasmo, así que es importante tanto esa como la del después. Si te mata el sueño te pones esa de satisfacción por un rato hasta que el acompañante se duerma o se vaya.
La del adios: Esta es muy importante, porque cuando uno al otro día no haya pa donde mirar con tal de no mirar al del ladito, entonces usamos la de la amabilidad y el agradecimiento, de interés aunque no lo haya.
La del despierto: Esta es pa cuando la cruda no te deja y en tu trabajo te pueden torcer si te duermes frente al teclado. Si se acompaña de un buen enjuague bucal mucho que mejor.
La del inteligente: Esa no sé si sirva de algo, porque no hay nada menos sexy que la inteligencia ostentada pero bueno. Hay gente que se engaña diciéndose que la inteligencia es sexy, pero yo por más que le busque el lado a Carlos Monsiváis nomás no me excita.
¿Cuántas caras más ocuparemos para no tener que ajustar una mueca, un descontento, una decepción y todo un catálogo de expresiones que vienen a nosotros cuando menos deben aparecer?
Yo estoy a favor de la espontaneidad, pero hay muchas veces que la espontaneidad juega en contra mío.
martes, marzo 01, 2005
¿Mantequilla o SALSA?
Planas. Sin nada.
Así me gustan las palomitas a diferencia de todo lo demás en la vida.
Platicando con alguien el otro día acerca de si lloro con las películas y haciendo memoria, me acuerdo de pocas.
Y no, la muerte de la mamá de Bambi no es una de ellas (que se pudra Greenpeace).
La primera que me vino a la mente fue "El Jorobado de Nuestra Señora de París" y la vi en la tele hace mucho.
La escena donde Esmeralda (no la Salma, otra) le pide al jorobado que le muestre su rostro me conmovió más que "El hombre elefante". Lo más problable es que me haya agarrado descuidado por que creo que era una versión doblada al español, y soy alérgico a los doblajes si no son películas de animación.
Otra película que me hizo llorar fue "Fuimos Guerreros", cuando la hija violada se cuelga de un árbol (pensado lo caro que le saldría la terapia, supongo). Viéndola a distancia es una escena un tanto exacerbada pero pues en su momento me conmovió.
"Bailando en la oscuridad" es de las más recientes y no puedo dejar de culpar a Lars Von Trier por esas lágrimas que nos hizo derramar al final de la película, que dicho sea de paso ha de ser una escena fetiche para los detractores de la Björk, pues le callan la boca mientras canta con una ahorcada de antología.
No sé qué mecanismos sea necesario activar para que la imagen menos esperada te conmueva hasta las lágrimas, pero supongo que tienen que alinearse como los astros para convertir un momento equis en el trascendente momento en que una lágrima resbale impunemente por tu mejilla.
¿Con cuál película han mojado ustedes las palomitas?
Así me gustan las palomitas a diferencia de todo lo demás en la vida.
Platicando con alguien el otro día acerca de si lloro con las películas y haciendo memoria, me acuerdo de pocas.
Y no, la muerte de la mamá de Bambi no es una de ellas (que se pudra Greenpeace).
La primera que me vino a la mente fue "El Jorobado de Nuestra Señora de París" y la vi en la tele hace mucho.
La escena donde Esmeralda (no la Salma, otra) le pide al jorobado que le muestre su rostro me conmovió más que "El hombre elefante". Lo más problable es que me haya agarrado descuidado por que creo que era una versión doblada al español, y soy alérgico a los doblajes si no son películas de animación.
Otra película que me hizo llorar fue "Fuimos Guerreros", cuando la hija violada se cuelga de un árbol (pensado lo caro que le saldría la terapia, supongo). Viéndola a distancia es una escena un tanto exacerbada pero pues en su momento me conmovió.
"Bailando en la oscuridad" es de las más recientes y no puedo dejar de culpar a Lars Von Trier por esas lágrimas que nos hizo derramar al final de la película, que dicho sea de paso ha de ser una escena fetiche para los detractores de la Björk, pues le callan la boca mientras canta con una ahorcada de antología.
No sé qué mecanismos sea necesario activar para que la imagen menos esperada te conmueva hasta las lágrimas, pero supongo que tienen que alinearse como los astros para convertir un momento equis en el trascendente momento en que una lágrima resbale impunemente por tu mejilla.
¿Con cuál película han mojado ustedes las palomitas?
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