Hoy desperté después de 13 horas de sueño casi ininterrumpido.
Entre sueños recuerdo que me llamaron para invitarme a pistear y decliné la invitación para seguir durmiendo.
Mmmm...¿Algo anda mal o tengo yo el mal de la bella durmiente?
Y si iba a tener algo de la bella durmiente ¿porqué me iba a tocar lo huevón y no lo bello?
Supongo que el sentido del humor del Señor (dios o el que sea, no soy escrupuloso) tiene sus momentos y yo no le he de caer de lo mejor, pero ese tema de la mística religiosa no es el que me ocupa ahora.
Resulta que he dormido de más y quiero creer que no me he perdido de nada, porque si se tratara de un aviso me encontraría con un mundo más justo o ya de perdida más divertido.
Lo más sarra fue el sueño que tuve.
Soñé que perseguía por un río toda mi ropa, que la corriente no me dejaba alcanzarla y una represa me impedía al final agarrar siquiera mis boxer favoritos que se me ven fabu.
Cruzando la represa había una especie de ivernadero al que entrabas y resultaba en una especie de enorme tienda de ropa de segunda donde te vendían tus propias garras ya recicladas.
Un joto te recibía con una sonrisa colgate y unas cejas huilísmas, te daba un tour por la tienda y te llevaba a la sección donde había lo que él pensaba que te sentaba mejor según tu estilo y tu talla.
Y sí. Adivinaron:
La ropa que me recomendaba medirme era MI porpia ropa, la misma que estuve tratando de rescatar de la corriente y que me dejó exhausto.
Lo peor es que me quedaba yo ahí con cara de pendejo y hasta agradeciéndole al dependiento sus consejos y, sobre todo, su BUEN GUSTO.
Chale, creo que Morfeo me vió la cara y no para de reírse a mis costillas. Que chingue a su madre.
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