viernes, marzo 04, 2005
Desde el más ALLÁ
Anoche que llegué a mi casa abrí el portón y fui directo a sacar la ropa que dejé secando.
La luz al abrir la puerta de la secadora resplandeció de manera especial en medio de la oscuridad de las 11 de la noche y mi sombra fue un garabato negro y alargado, escapado de un cuadro de Munch.
Mi piel se erizó a causa de un ruido por encima de mi.
Me quedé unos segundos inmóvil, esperando la fila de fantasmas que estarían perdiendo su oportunidad de darme el susto de mi vida.
Pensé en todos mis muertos y en los muertos de los demás, en las noches del rancho de mis abuelos cuando los primos nos juntábamos a contar historias de suspenso donde el diablo siempre tenía el papel protagónico y siempre era un buen pretexto para no dormir solo y entre risas y sustos provocados terminar vencidos por el cansancio en la espera de un fantasma que brilló por su ausencia, pero nos entretuvo todo el rato.
No faltalba los que aprovecharan el silencio y la oscuridad para calentar más el ambiente invirtiendo carne en el asunto, pero ese no es el tema.
En ese momento de silencio, donde todo se detuvo y el mezquite del patio decoraba una escena sin guión y sus ramas eran tentáculos que intentaban alcanzar a la luna, pensé a cuántos muertos les debo algo como para tener miedo y aunque no me acordé de ninguno vinieron a mi mente mi padre, el Ricardo, el Abi y caigo en cuenta que de ninguno de ellos me despedí.
Kilómetros nos separaban en el momento y yo siempre me enteré después. De ninguno me lo esperaba y el baldazo de agua fría todavía me cimbra cuando recuerdo.
Una simple película que ni pensaba ver fue la que me trajo todo esto a la memoria y no puedo entender que haya gente que insista en no dejar a la gente morir y se invente las mentiras más elaboradas para no afrontar un hecho tan duro pero inevitable como la muerte.
Construir un fantasma debe ser más fácil que recontruirse toda una vida cuando le colgamos a los muertitos responsabilidades que en el fondo sabemos sólo nuestras.
Sacudo mi cabeza, tomo la ropa que está a medio secar y la vuelvo a meter. Le pongo más tiempo y subo a mi cuarto con la sensación de que estoy ignorando algo que me pisa los talones...
No estoy para numeritos.
Hoy roncaré tan fuerte como hacía papá para espantar cualquier ánima que ose invadir mis sueños.
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3 comentarios:
Ya caigo en cuenta, de eso trata de safarse mi marido TODAS las benditas noches.
Lo sobrenatural te persigue, descreído... Pero no era un fantasma sino una premonición, checa:
http://www.quepasa.com/content/?c=200&id=315701
La Anonymous soy yo, zoddy
Med
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