...y no es pleonasmo.
Ella está con medio cuerpo dentro del Jetta, negociando con un cliente que parece no estar contento con la tarifa o con el producto.
Se regresa a la maceta donde estaba sentada y se acomoda la ropa interior que -para mi asombro- trae dentro del pantalón blanco.
Paso frente a ella y gracias a la educación de mi santa madre saludo:
-Buenas noches.
La mujer sonríe entre extrañada y divertida. Supongo que no es el saludo habitual de un cliente, pero yo no soy un cliente. En el mejor de los casos, soy competencia.
Es una señora entrando en los cuarenta, teñida de rubia con un rostro agradable de cabeza de familia armónica.
De esas cuyo dilema principal es si llevan jamón de pavo o de puerco, haciendo cuentas en la cabeza para que de ese ahorro alcance para el tinte que le cubrirá esas ya visibles raíces negras.
Pensándolo bien, no veo porqué no sea todo esto y al mismo tiempo puta. Me acuerdo aquel personaje de "La pasión de Isabella", se llamaba Peregrina. A todos en su casa decía que era enfermera y siempre le tocaban los turnos nocturnos.
Me pregunto si para su familia esta risueña mujer será una enfermera, mesera o simplemente espera a que sus hijos se duerman para encerrarlos y prender su sexímetro.
-¿Qué es eso que traes ahí, güerito?, ¿una revista? Regálamela.
-Me la acaban de regalar, no puedo regalártela. Sorry.
No me molesto en explicarle que es una revista cultural y que tal vez no sea el tipo de revista que le interese, antes de continuar con mi lógica prejuiciosa la mujer me hace el momento más fácil..
-Ah, ¿Es nueva?
-Eh..sí. Contesto, le sonrío y me despido al momento de cruzar la calle y ser casi arrollado por un pickup lleno de hombres que no deja de sonar su cláxon.
Sigo caminando y me sigue el carro pitando y es cuando me doy cuenta que el llamado no es para la puta, sino para mi.
Camino como si nada y pienso si hasta para un bato caminar a la 1 de la mañana por un bulevar significa un riesgo, el riesgo en que lo tomen a uno por lo que quisiera ser.
Gracias a un semáforo dejo atrás el carro que venía siguiéndome y apuro el paso, no por miedo sino por que el sueño me empieza a exigir cama. Estoy a unas cuadras de mi departamento.
El auto pasa ahora a más velocidad y algo gritan. Volteo y de la ventana delantera sale un enorme y pálido trasero desnudo moviéndose de un lado a otro.
Se oyen las carcajadas y yo no hago más que sonreír discretamente, siguiendo mi camino como si nada.
Nunca he pensado que ser puta sea fácil, pero sí intuía cierta promesa de glamour que por lo menos en las que trabajan cerca de mi casa no encontré.
Una cuadra después están las travestis, que en su afán de parecerse más a las mujeres, han sacrificado mucho de su maricueto glamour, y se visten como obreras de maquila sobremaquilladas, haciendo equilibrio en unos tacones tambaleantes y con riesgo de engangrenarse las piernas dentro de unas medias brillantes y unos pantaloncillos hechos a mano.
Qué curioso que justo lo que batallan tanto en ocultar es lo que sus clientes buscan con más fervor, la idea del paraíso erótico para ellos son unas enormes tetas sobre su espalda, unas arracadas tintineando encima de su nuca y -lo más importante- un enorme miembro destrozándoles los esfínteres.
2 comentarios:
qué lástima...me gustó el pleonasmo
Te felicito por tu blog, tienes mucho talento
www.castrodeali.com
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