La semana pasada fue un infierno y supongo que eso simpre trae sus consecuencias. Por lo pronto, traigo una alergia de poca madre y un humor de esos que no querrán toparse conmigo en la cola de un banco o de lo que sea (menos tortillas, que esas están vetadas).
Y para aquellos que piensen que lo que necesito es sexo les doy toda la razón pero ojalá se atrevieran a decírmelo en mi cara para que conozcan lo filosa y efectiva que puede ser mi lengua en estos menesteres (que en los otros tengo ya club de fans, aunque ese es un campo muy competido, porque pregunten a cualquier joto que conozcan y todos les dirán lo eficientes que son oralmente. Habrá quienes se sobreestimen, pero de que le ponen empeño le ponen).
No sé si un lavado de cazuela sea lo que necesite en estos momentos, pero cualquier cosa relajante es bienvenida, incluso si son sustancias prohibidas.
Por lo pronto el cine me ha tratado muy bien: fui a ver “Haute Tension” y no pude dejar de identificarme con la furia desbocada del personaje principal, así que alejen sierras y cuchillos de mi camino, que no soy dado al autoflagelo.
También vi “Oldboy”, que es una muestra de que el cine oriental puede prescindir de la acrobacia marcial y contar con precisión y hasta poesía una buena historia.
La otra, “Flightplan”, es un ejercicio de tensión dramática muy al estilo clásico y viene a demostrarnos que Jodie Foster puede hacer los papeles que dejó de hacer Harrison Ford: tiene la misma jeta chueca (o era la nariz, ya no sé) y harta testosterona para repartir.
Me falta “Guardianes de la Noche”, que promete tanto que seguro me va a decepcionar. Ojalá me sorprendan estos rusos, cuyo mejor invento es la puñeta ídem.
Au revoir!
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