No hace mucho tiempo me impuse un ritual semana-santezco que este año decidí abandonar por completo. No podría decir por qué razón exactamente pero puedo medio intuir que mi espíritu trasgresor místico-religioso ha dejado de tener la fuerza de beato arrepentido.
Un día, sin más, me impuse la "difícil" tarea de comer carne en pleno viernes santo. Claro, que no me refiero a comer vaca muerta, sino homo-erectus vivus, carne humana pues.
Cada viernes santo, desde el 96 o algo así, tenía que coger como contratado para conmemorar el calvario, las caídas, la crucifixión y la resurrección de mi tocayo célebre.
La primera vez lo conmemoré en un cuarto de hotel de Tijuana, con un amigo sonorense como comparsa y unos hospitalarios mexicalenses que nos recibieron con mucho fervor esa noche de viernes santo.
No pregunten porqué, pero me acordé de esa noche hasta después del domingo de ramos.
Así seguí los siguientes años hasta que me di cuenta lo ridículo -aunque divertido- de mi ritual pagano. Más bien decidí que cualquier viernes podía ser santo, sin importar los calendarios.
Esta semana santa fue de recogimiento y sin albur.
Hacía mucho que no veía el valle del yaqui tan bonito como está ahorita y que no tenía tantos días para rendirle culto al dios de la hueva. A final de cuentas soy de rituales, por lo visto.
Comer, ver tele, dormir, ver más tele y comer más, caminar, comer cocos con cacahuates y chile, camarones empanizados, asado, capirotada, carne asada, caldo de queso, frijoles charros, tortillas de harina y pan bendito. La carne de cristo también engorda, así que sólo me comí la mitad.
Mi madre feliz, sobre todo con su té de canela con tequila para la tos, que si no se la cura se le olvida.
Un largo fin de semana para comprobar que la programación televisiva es basura y que la familia es un invento represor que tiene su lado amable, que puede ser bueno para la salud en dosis hábilmente administradas.
Estoy de vuelta de todo (como dice Babykiller de La Retorno), en busca de mi próximo viernes santo.
3 comentarios:
Guaaaapo. Yo te estuve llamando, asumí questabas en obregoncity. Tienes razón con lo de la tele y los papás (no intente viajar con ellos, y si lo hace hágalo bajo su propio riesgo).
besosvarios
la syl
y tu conteo calórico? se fue al carajo?
Atte
Jota A.
Mi conteo calórico lo puedo ver en mi cintura y mi trasero. Una tragedia peor que las de Sófocles...tendré que amarrarme la boca, tomar laxantes y hacer ejercicio como enajenado (el sexo no es deporte olímpico, pero no tarda en reglamentarse)
Publicar un comentario