martes, diciembre 28, 2010

Yo: al futuro.

Hoy me desentiendo de las cobijas con cierta reticencia. Generalmente el ansia de volar me estresa un poco, pero hoy me siento como si me hubiera tomado un tafil... Me meto a la regadera y dejo correr el agua somnoliento, jugando con su temperatura y sonándome la nariz debajo de ella. Al salir me miro al espejo sorprendido de lo que cargo debajo de los ojos... sospecho que es algo más que privación del sueño o exceso del mismo. Me seco, me unto, me peino y me perfumo como si nada pasara, listo para lo que sea que depare el día de hoy. Me visto de negro, que es lo más cerca que tengo a un canvas, y cierro con trabajos la maleta llena de ropa y afiches. Me topo con mi camiseta que dice Not Getting There y me soprendo de lo poco supersticioso que soy. Saco el libro esotérico de mi mochila y lo pongo a los piés de mi camastro, dejo el de la Rendell y Puig que tengo aplazando ya demasiado tiempo. Salgo y persigo al futuro camino al tren... es un vaso de agua derramándose.

jueves, noviembre 18, 2010

XXX territory...

He ido dos veces a la playa en menos de 2 semanas seguidas y no lo había hecho desde hace mucho. Extrañaba el hartarme de la arena, quemarme bajo el sol por más litros de bloqueador de enésimo factor que me pusiera y sentir mi rostro ajado y endurecido por el calor y la humedad. Nada de esas cosas suenan bonitas pero las extrañaba por esa sensación infantil de invencibilidad (e imbecilidad) que me postraba en extrañas posiciones en la cama por las ampollas de más de una pulgada en mis hombros y espalda, recordando con ese olor la primera niñez en que conocí mi piel reventándose debajo de unas vendas, confirmando en la mirada de mi madre cómo el dolor es algo completamente transferible cuando hay amor y culpa de por medio en sepa quien qué proporciones. Confirmé mi fobia al agua y sus secretos, la mística del mar me aterra tanto como la de dioses canónicos y descubrí que soy más de tierra, que rebotar a cientos de kilómetros por hora en baches hechos ex profeso, sentirte una fuerza de la naturaleza, imparable y amenazante, viendo de lejos un paisaje desértico con cactus enormes y una línea azul apenas diferenciada del cielo, es lo mío. También confirmé sin demasiado entrenamiento psicoanalítico que esos dos universos y mi relación con ellos son la respuesta a mi ofensiva superficialidad... puedo saltar baches, brincar cercas, dar de bruces con el suelo y levantarme si tengo ganas, pero nunca jamás me aventaré a un pozo sin asegurarme antes que no tenga fondo.

martes, octubre 26, 2010

wondering... just.

Vivo en México esquina con Paradojas: desde un yate capitaneado por un guerrerense grumpy de charol, la perspectiva hacia el puerto es casi como la de una botella lista para llenarse, expectante pero impasible, brillante pero hueca. Mientras perseguíamos a un velero de más de una quincena de tripulantes, en el puerto la violencia narcoloquesea había cobrado la vida de casi la misma cantidad de personas… de hecho, mientras nosotros bromeábamos de que al lado de esas botellas de plástico flotando en el sucio mar de Acapulco bien podrían aparecer una que otra cabeza humana, varias de esas cabezas dejaban de contener un alma después de un estallido ensordecedor, o de varios. Nunca se sabe cuán resiliente es la vida a soltar sus amarras. De todo eso me enteré una vez llegando a casa a desempacar la maleta y untarme el cuerpo con gel de vitamina E para mitigar los ardores provocados por el exceso de sol. Mis brazos ardidos y mi frente lustrosa como pocas veces intentaron fruncir el seño, pero no va muy bien con el “bronceado” y es cuando me pregunto qué esconderán esas personas que han modificado el tono natural de su piel con los métodos más descabellados y los resultados ídem. ¿Qué habrá debajo de esas pieles negándose a mudar?

jueves, octubre 14, 2010

Vítores...

Brincar, gritar, cantar… y aún tener tiempo para observar a los asistentes, las infaltables poses, el que se esfuerza demasiado por ser o pertenecer, la despistada que va al concierto a toparse con el niño que le gusta y no hace otra cosa más que checar su blackberry al tiempo que vomita anécdotas llenas de inflexiones verbales para dar profundidad a su eco. Imposible no notar esas cosas cuando el grupo toca alguna balada, tiempo reglamentario para comprar cerveza o ir a desecharla. Y sin embargo hay también momentos de comunión logrados por y para la música, por una historia envuelta en acordes, un sentimiento íntimo expuesto a su universalidad y una multitud abriendo sus heridas para ser infectadas por estrellas.

miércoles, septiembre 22, 2010

Ubiera no es con hache...

Anoche cené y vi una buena película acompañado de la primera persona con quien intenté entablar una relación que no se basara exclusivamente en el sexo cuando recién llegué a vivir a esta ciudad. El proyecto fue fallido porque me di cuenta que el filtro del sexo tiene mucho peso, no importa el lugar en que lo ponga, la estrategia de dilación no funcionó esta vez y dudo que vaya a funcionar en el futuro.
Pero lo importante es que descubrí a una persona genuina, inteligente y agradable en un lugar donde la presunción combinada con indiferencia son denominador común. Y algo que me sorprendió bastante fue que ubicara perfectamente mi personalidad sinuosa después de tanto tiempo sin vernos. No que sea yo una esfinge difícil de leer, pero que la gente tome nota y le haga gracia lo que a muchos irritaría no deja de ser estimulante.

viernes, septiembre 10, 2010

Tratado pop sobre la fugacidad del mexicano

Si lo mexicano es una construcción en constante fuga, el mexicano es fugitivo de si mismo. Entre la vorágine sin sentido de festejos y nacionalismos oportunistas, el Bicentenario es sólo la confirmación de que sabemos contar, sobre todo si es a favor. Las restas se nos olvidan, la construcción de nuestra identidad se ha vuelto un rosario de omisiones chapadas con mentiras y lustradas con harto cinismo. Nunca como antes ser mexicanos ha significado ser fugitivo: de la justicia, porque todos tenemos cola que nos pisen y si no, ya habrá alguna sobrante por ahí que nos endilguen; fugitivos de la delincuencia, porque por pura matemática si tenemos para comprar un iPod o un café de Starbucks (acción nada nacionalista pero sí identatariamente comprensible si lo tuyo es aferrarte a los alfileres de la clase media en vías de extinción), tenemos para equilibrar el bolsillo de ese sector de la economía informal con tan mala reputación que es la delincuencia desorganizada (porque la organizada es otro cantar); fugitivos de la historia, de la propia y la ajena, porque como buenos mexicanos no queremos escarmentar de prestado… que alguien le informe a Calderón que él no es Álvaro Uribe y que esto no es Colombia, por más que la premisa de que “no hay prensa mala” siga siendo parte fundamental de su política pública, una especie de berrinche oficial con ganas de ser aniquilado por un enemigo mucho más fuerte que él y hasta con mejor reputación y capacidad de maniobra; fugitivos del buen gusto, porque sólo hay que asomarse a la calle y ver la cantidad de parafernalia patriota ostentada en vehículos, accesorios y cabezas cubiertas de gel, como quien va por primera vez a Disney y descubre que Donald y Mickey son -más que un dibujo animado- una botarga tiesa y apestosa que justo en esos elementos concentra su magia y poder evocativo… y por tanto fugaz; fugitivos de la vida, porque aunque no lo parezca la fugacidad también tiene casetas de cobro y al oficio de huir no le está permitido el ajuste de cuentas hasta que no hay escapatoria y el destino está ahí, alto como bouncer tijuanense, con la frente amplia y lustrosa, el ceño siempre fruncido, los brazos cruzados para dar mayor volumen a sus bíceps y unas piernas laaaargas y fuertes por las que ni Speedy Gonzales puede escapar. Y la cadena de terciopelo rojo no da a un acantilado por el cual tirarse envuelto en la bandera nacional, el destino es una silla plegable, un grillete amarrado al tobillo y unos alfileres sosteniendo nuestros párpados para no perdernos ni un solo segundo del espectáculo de nuestra propia y ridícula huída enguarachada, dando vueltas alrededor de una penca y una serpiente petrificadas como vestigios pompeyanos de una civilización enterrada entre escombros, una raza que se negó a ser lo que a lo mejor sí se podía… la permanencia de lo fugitivo.

sábado, agosto 21, 2010

Sinuoso...

La vista desde el avión a una altura discreta para ver las ciudades debería ser en sí un servicio que ofrecieran las líneas aéreas. Los litorales, los ríos y la división de parcelas siempre me ha parecido una pintura perfecta, imposible de capatar por pincel alguno. La ciudad de Panamá es, en ese sentido, bellísima: el rodeo de varios minutos del avión para planear el aterrizaje es un espectáculo increíble que contrasta con lo deficiente del aeropuerto mismo, pero la verdad es que después de aquella visión efímera, el mal humor se despeja y uno hasta perdona el sobrepeso endémico de los panameños, el acento de mala telenovela y los aires de autosuficiencia. Imperdonable es un agua de medio litro a 3.25 US dolars que ni siquiera era Evian.
Medellín es otra cosa; es armonía y buen humor, salvo por los agentes de migración que parecen disfrutar las vueltas que da la vida y se cobran conmigo las décadas de mal trato de que han sido objeto en el extranjero. Lo bueno es que esta vez me contuve y no hice el numerito de siempre de agarrarme a los gritos con la autoridad y todo se resolvió... No he visto aún suficiente ciudad para contarla, pero mi primera impresión es que si no hay nada detrás de tanta amabilidad antioqueña, ésto podría ser el paraíso: la belleza y la voluptuosidad son constantes en esta ciudad que Vallejo me pintó mucho más apocalíptica y ¡el acento! podría amarlo y adoptarlo desde ya, si no fuera tan en contra de mi propio temperamento...

...Le dicen "la ciudad de la eterna primavera", igualito que a nuestra Cuernavaca, con la que tiene más de una similitud. El verde abunda, sus calles son limpias y el centro de la ciudad es casi como cualquiera de Latinoamérica. Atrás del Museo de Antioquia, una hilera de morochas ofrecen sus servicios a las puertas de moteles de baja categoría con el mismo entusiasmo que los ambulantes de frutas. La devoción de los paisas parece ser grande, según indica el atiborrado santuario católico al que me asomé... el tiempo no me alcanzó para recorrer el museo, pero pude echar un vistazo a una exposición de un artista figurativo con una fijación por los ángeles y un trazo muy interesante. En la plaza, te escoltan esculturas de bronce de Botero, que creo es el medio en que su fijación por la obesidad cobra mejor expresión y el contraste con los indigentes en los huesos pidiendo ayuda no puede dejar de notarse... como tampoco la molestia de los fotógrafos que ofrecen sus servicios a grupos de turistas que ya se inmortalizan al lado de las esculturas con sus cámaras digitales. Por alguna razón que no me explico, las motocicletas son un medio de transporte muy recurrente y los taxistas tienen nombres tan chistosos que no sabe uno si le están tomando el pelo o de plano el sentido del humor colombiano no lo entiendo del todo.

viernes, julio 30, 2010

Rewind, be kind (guilty pleasure time)

Y cada vez que la ponen la veo. Orgullo y Prejuicio ha marcado mi vida, sería el diálogo irrsorio que sustituiría el de uno de tantos monólogos de Manuela en Todo sobre mi Madre. Porque a mí el tranvía ese que se llama deseo me lleva y me trae pero con aquella felicidad (meeeentiraaa). Veo la jeta burlona y arrogante de Keira Knightley compitiendo con la jeta arrogante e insegura de Matthew Macfadyen y me pregunto si Jane Austen los habrá descrito así y me dan ganas de leer la novela pero luego flojera otra vez. Lo que sí me queda claro es que el carisma o la falta del miso de los actores está muy por debajo de la construcción de este ensayo bastante elocuente y sencillo sobre el tan mal-reputado pero muy difundido orgullo. Fan here.

miércoles, julio 21, 2010

Queens

Al parecer me persiguen los barrios infestados de transgéneros de teta al aire y vestuario delirante. La calle parece una verbena erótica y yo sólo veo pasar los coches y escucho de lejos las negociaciones en lo que voy de regreso al departamento o salgo a comprar cualquier cosa para cenar. Igual me pasó en mi anterior barrio y al principio me decían cualquier cantidad de cosas al pasar hasta que terminaron acostumbrándose a mi presencia tanto como yo a la de ellas.
Anoche me topé con una que parecía limpiarse las lágrimas cuando se toparon nuestras miradas, pero la sostuve lo suficiente para darme cuenta que era glitter lo que se acomodaba alrededor de un par de ojos negros magnificados por un maquillaje impecable y unas pestañas de vértigo. La venus de silicona, tanga y plataformón se saca de onda cuando le sonrío, pues al parecer sólo conocen dos reacciones, la de asco y la de deseo voraz.

viernes, julio 02, 2010

Para mi...













...ésto es el fútbol.

martes, junio 29, 2010

Orgasmos, el musical...

Adivinar el contenido del mensaje por el vibrar de un celular debe ser un talento. O debe ser que el usuario no esté pensando en otra cosa, o que la explicación en español roto del portugués no es suficientemente entretenida, o que las copas de vino estén surtiendo efecto. Pero leerlo en medio de tanta solemnidad y elegancia sin soltar la carcajada tiene su mérito, como también lo tiene levantarse sin que se note la felicidad queriendo salir del pantalón. Lo soez resuena en el cráneo como si sucediera de nuevo la teoría del Big Band dentro de él.
Lástima que la mayoría sea incapaz de sostener tanta voluptuosidad lejos del teclado...



















Wu Guanzhong (1919-2010)

jueves, junio 17, 2010

Ni modo...

En medio de mi entrevista se escuchan los gritos histéricos de una jauría de fanáticos tan dispuestos a la fiesta como a la decepción. Los mexicanos no tenemos lado, o tenemos muchos, que en términos prácticos viene siendo lo mismo.
Llegando a la oficina no hay nadie que atienda el interfón, espero diez minutos a que alguien se digne a abrir la puerta y me arrepiento de haber declinado la invitación a comer de mi entrevistada cuando constato que mi wrap está ya frío. Llego justo antes del primer gol del equipo mexicano y algo en mi interior se conforta al ver el desconcierto en los bellos rostros franceses... pero nunca he sido de equipos: me cuesta trabajo empatar con emociones colectivas, así que lo único que me resta es ver esa euforia viral y la alegría efímera de un balón penetrando un arco y elevando en su giro un henchido patriotismo de temporal y un orgullo totalmente injustificado, como la mayoría de los orgullos...

lunes, mayo 10, 2010

Masturbación

Es común ver en la prensa a celebridades expiando sus culpas adoptando niños de continentes o países en desgracia y a uno le queda claro que todo es una estrategia de relaciones públicas. Entre tanto circo mediático alrededor de ellas, la mejor manera de catapultar una carrera o diluir una reputación dudosa es adoptando un hijo o donando un cheque de muchos ceros (seguramente deducibles de impuestos) a una caridad elegida o -¿por qué no?- mandada hacer a medida como un chaleco a un sastre.
Para nadie es un secreto que el hecho de que esos personajes ganen exorbitantes sumas de dinero por un trabajo que no implica demasiado esfuerzo o riesgo real, significa que alguien más, en triste plural, está siendo subempleado -sino es que explotado en el mayor de los casos. Y uno no hace más que mover la cabeza o girar los ojos en señal de reproche, pero sobre todo, de conformidad o fatalismo. Y no, mi intención no es citar a Marx o Engels ni ponerme a cantar la internacional y huir a las montañas a tratar de cambiar el mundo entre un carrufo de marihuana y un trago de aguardiente.
Lo que me molesta mucho de esa ecuación es ese desliz tan recurrente de la gente pudiente por demostrar a quien se atraviese que ellos están comprometidos a ayudar a los menos privilegiados, que tienen vocación de servicio y que su corazón está lleno de amor por el resto de los mortales, sobre todo si esos mortales están a punto de dejar de serlo por el hambre, la enfermedad o la violencia. Y sabemos que generalmente se trata de promotores del complejo de culpa que seguramente se verán beneficiados de algún incauto que quiera sentirse bien consigo mismo por un momento aunque desfalque su bolsillo quincenal en favor de un pedazo de cielo o la sonrisa fotogénica de un niño lombriciento: la masturbación como equivalente del sexo/el arrebato sentimental como equivalente de la conciencia social. No hay cómo reprochar una buena acción cuando su primer nombre es ése, aunque asumo que no todos son tan ingenuos para pensar que están cambiándole la vida a alguien depositando unas monedas en su mano, como si la vocación de primera dama del país fuera endémica. Pero cuando se llenan planas y se gasta dinerales en eventos benéficos cuya mayor plusvalía es la autocomplacencia a mi lo que me da son ganas de vomitar.

domingo, mayo 02, 2010

Lontano/vicino

Ya lo he dicho: no soy de nostalgias. O al menos mis nostalgias las mantengo muy en el clóset. Pero caminar por el centro, que es hermoso cuando le toca ser peatonal, y encontrarte con un amigo con el que compartes orígenes en plena calle Madero, mientras intentas jugar al japonés con la fujifilm rosa que no te avergüenza como quisieras, suena bastante descabellado. Muchas veces insisto en toparme con mi propia sombra y ésta me elude, pero mi pasado siempre me persigue. El caso es que entre la bandera del Zócalo y el palacio de gobierno en mi lente, se me atraviesa una mano saludando, una sonrisa espontánea (hay de otras) y una historia sin contar. Caminamos juntos hacia Regina, intentamos sentarnos en un café árabe wannabe que sólo ofrece servicio para llevar a las 7 de la tarde y me pregunto si quiero vivir en un barrio donde todo cierra cuando yo apenas tengo posibilidad de explorar… terminamos en un bar con mucha historia y poco mantenimiento, con cerveza apenas fría pero con mis ganas de verbalizar a flor de piel. La venganza es dulce, sobre todo cuando no se planea, y yo desenvaino mi lengua como quien espera su turno en la green mile. Nunca había entendido el término hablar hasta por los codos hasta esta ocasión en que mis codos amanecieron resecos al siguiente día. No me había dado cuenta los pocos interlocutores que tengo en esta ciudad, así que no me sorprendería terminar con un costal lleno de zapatos en homenaje a Imelda Marcos, y un discurso interminable del cómo y porqué el mundo es una porquería tan interesante hasta que no lo es más, con las uñas crecidas y los talones curtidos de caminar y caminar, con una historia secreta oculta en la base de mis pies, hospedados en una esquina de la Alameda Central o afuera de alguna embajada de Polanco, esperando a quien reconozca mi lenguaje incomprensible para la fauna políglota e indiferente de una ciudad babélica que reniega de sus hijos adoptados… y del vástago que corresponde con el mismo desdén.

sábado, abril 17, 2010

Karma Police

Mientras me como un plato de fruta con yogurt y un sabroso café recién hecho, en la mesa de al lado dos señores hablan de la omnipotencia de Dios. También de su tiranía, de su misoginia, y de cómo todos esos elementos lo hacen tan poderoso y tan modelo para los demás hombres (con ansias de grandeza o no). En esos momentos entra una indígena vendiendo muñecas de trapo, y uno de ellos le compra dos al tiempo que comenta el par de menciones que se hace en el nuevo testamento a las mujeres. Según la anécdota, Jesús sólo habla con sus apóstoles, a las mujeres se dirige para regañarlas, condenarlas o simplemente ponerlas en un lugar nada halagador. A punto estoy de preguntarles el nombre del libro que citan, pero me detengo cuestionándome si no es mi propia misoginia soterrada lo que me hace interesarme en el tema. Uno de ellos nota mi oreja en erección pero no parece molesto y yo apuro mi café, pido la cuenta y salgo a caminar por la plaza llena de señores, jóvenes, boleadores, niños y familias enteras en un andar pausado, alegre y despreocupado. Justo lo opuesto a lo que veo todo los días. Y a lo que vivo todos los días. No puedo evitar reconocer cómo me incomoda la tranquilidad, cómo puedo entregarme a ella sólo a ratos obligado por mi propia autoconciencia. Este lugar donde todo convive con fluidez, desde el hipismo chic, lo moderno, lo antiguo y lo en proceso de antigüedad se mezclan sin chocar en ningún momento, como si el conflicto se hubiera abolido por decreto. Doy la vuelta en una esquina donde está el Starbucks más solitario que he visto en mi vida y me dirijo al mercado municipal que está a dos cuadras del seminario Franciscano. La plaza está semipoblada y la iglesia semivacía por dentro, el mercado atiborrado de locales y turistas, o turistas locales, aquí es difícil distinguir. Lo mismo los acentos que conviven armónicamente con el inglés y el francés, como si de pronto La Torre de Babel se convirtiera en una broma exagerada. De regreso al hotel me recuesto en la cama y me pregunto cuánto podría estar así cuando para mí la vida es movimiento, una carrera de fondo, una huída a ninguna parte donde hay que procurar pasar a galope. Voy y hago el check out y decido no despedirme para fingir que nunca he estado ahí.

miércoles, marzo 24, 2010

Jerizonga y efemérides

Hoy, hace 16 años, en medio de mi clase de italiano me enteré de la muerte de Luis Donaldo Colosio por los gritos histéricos de Tere, una de mis compañeras: una clásica señora de clase media cuyas anécdotas socio-pintorescas cubrían a veces más de la mitad de nuestras clases de conversación. Por supuesto, la encantadora madrota lo único que sabía decir en la lengua de Dante era grazie o buona sera, pero la verdad es que sus historias eran tan jugosas y contadas con tanta gracia que maestra y alumnos pasábamos por alto el despropósito. Ese día entró como escapada de Las Troyanas, anunciando la noticia como quien divulga la pérdida de un hijo en medio de telenovela mexicana. La clase -obvio- se acabó y la sensación de desamparo no sé si sería la misma que cuando murió Luther King o Kennedy, pero seguro se le parecía. La vomitona de especulaciones empezó ese día y es hora que no se acaba. La precursora de la desinformación y la melodramatización de todo la inició Talina Fernández, una conductora de televisión canónica de un parecido preocupante con la mujer que nos dio la primicia sangrienta. Con alarde de histrionismo y muy poco profesionalismo, la Fernández vociferaba al teléfono con otra momia televisiva, Jacobo Zabloudovski, lo que aún no era noticia oficial: la muerte del candidato del PRI, un sonorense con ínfulas mesiánicas cuya cabeza se atravesó en el camino de algo mucho más grande que una bala. El conductor fue la réplica perfecta con su rostro de espasmo y un torpe intento de guardar la compostura, acorralado entre cables y almidón.
Ese fue el cierre de un ciclo, el final de la inocencia para mucha gente (incluyéndome) y el principio de lo que muchos creímos era la agonía de un mafioso partido político que nos ha demostrado una capacidad de regeneración envidiable… y aterradora.
Poco después yo cambié de lugar de residencia y en medio de una revolución de declaraciones, teorías que se diseminarían como puestos ambulantes y que generarían riqueza y prestigio a quienes supieran aprovechar la coyuntura, nos topamos con otro evento que provocaría una conmoción casi del mismo impacto: el asesinato de Selena. Yo, igual que la mitad del mundo, apenas y sabía quién era esa mujer cuando ya un amigo me regalaba su teoría conspiradora al ver las noticias en los lockers de los baños de la calle 10: según él, Ana Bárbara -otra cantantucha grupera de mediana popularidad- había mandado matar a su principal competencia… yo no sé si reí por la descabellada idea o porque venía de una Agatha Christie velluda, en toallita percudida y sandalias azules de 10 pesos.
Ayer que pasaba por las instalaciones de la fundación Colosio y hoy que me bombardeaban con una selección cansona de los éxitos de Selena me decía a mi mismo que los caminos a la gloria se labran igualito que como escribe Dios: en renglones torcidos.

jueves, marzo 18, 2010

Incontinencia pop... (o miro la vida pasar)

Unas semanas agitadas en muchos sentidos, desde las sospechosas y escandalosas declaraciones de unos presuntos familiares de Marcial Maciel que escuchaba en la radio en lo que iba a la oficina, quienes en circunstancias donde no hubiera dinero involucrado no asomarían el pico de avestruz que aprendieron a mantener enterrado por más de 20 años; terremotos terribles y otros más anunciados que ya no sabemos si voltear a California o a Guerrero, para ver de dónde vendrá el chingazo y un bonche de acontecimientos que han hecho a este año mucho más interesante que el 2009. Para declararlo oficialmente inaugurado, le dimos la bienvenida poco después del año nuevo chino con la visita a México de Fangoria, un grupo que ha tenido mejores momentos, pero que justo su pico de popularidad coincide con lo menos interesante de su propuesta musical. Así es: la vida es una tómbola to-to-tómbola, y mis amigos-paisanos-familiaextendida se subieron a ella con el mismo optimismo que lástimamargarito, sin ningún arrepentimiento y muchas ganas de diversión no matter what. Y la verdad es que no hay de qué quejarse, los fangorios cumplieron con un concierto decente, complaciente hasta cierto punto, sobre todo lo auto, y gozoso hasta donde se pudo. Yo la verdad, como fan –escéptico siempre- pensaba encontrarme con una Alaska más delgada de lo que vi, pero es de los pocos personajes mediáticos que conozco que es idéntica en pantalla que en vivo, lo cual ha de tener sus bemoles. Björk, por ejemplo es más bonita en vivo, Madonna creo que también, aunque sigue pareciéndome pegantita o figurín recalcado. Y que conste que mi comparación no tiene nada que ver con afinidades o calidad musical. Y ya que estamos en esos temas, yo bajé mis expectativas del concierto una vez que presencié el montaje del equipo, que parecía más un set de Rock-band que de un grupo que se tome en serio. Pero lo bueno es que estos españoles toman en serio lo que se puede, por eso fue tan disfrutable a pesar de esos gemelos bailarines tan malos como echarle sal a las heridas de Cristo (la referencias es porque ya estamos casi en semana santa, no por devotismo) y del rumor, para mi infundado, de que la vocalista estaba haciendo playback. Yo me ofendería si fuera fan de Celine Dion (que Dior me libre) y ella hiciera playback en un concierto por el que pagué (Freud me libre), pero que Britney, Madonna y estrellas de ese estilo se den una ayudadita tecnológica no es de reprocharse sino al contrario. El fuerte de Alaska y compañía es reflejar una actitud generalizada que mira la vida pasar tratando que no le deje marcas, amarrado a la muñeca el globo de la modernidad y así, con harto cinismo, desencanto y muchas referencias bien articuladas en letras ingeniosas, aunque cada vez más repetitivas o predecibles.
Yo tiendo a ser mucho más quisquilloso en retrospectiva, por lo que veo, porque la verdad es que estaba de lo más contento después de atragantarme con el desfile de modas del horror (a tono con mi viernes) y constatar lo diverso del público asistente, incluso algunos presentes que estaban ahí como haciéndole un favor a quienes nunca se lo pidieron. Así es esto del libre tránsito y el dejarse ver. La que sí de plano le está haciendo demasiados favores al marido es Olvido, que en su afán de apuntalar la carrera musical (o lo que crea él que sea su carrera) de Mario Vaquerizo queda un poco mal imponiendo su presencia al cierre del concierto. Su participación en El Rey del Glam pasa, pero el resto es un poco de pena ajena.

domingo, febrero 28, 2010

Horas Desesperadas

No puedo dejar de ver los titulares de los periódicos y pensar en lo patas arribas que ha estado todo siempre. Que no es lo mismo un terremoto en un país como Chile que en uno como Haití, que cuando las cosas están jodidas dan más de sí para estar siempre peor. Y que justo en momentos como estos haya un poquito de luz para mi vida llena de incertezas pues no deja ni de asombrarme ni de maravillarme en cantidades iguales. Obvio no dejas de pensar que mientras menos tienes menos necesitas y la filosofía Virginie Despentes de dejar siempre vacío el auto que no tengo por si fuerzan la cerradura no haya nada que llevarse, claro que ella se refería a soltar el cuerpo en una violación sexual, y no creo que algo de eso ande yo necesitando.

El caso es que después de mi sabático forzoso, vuelvo a las andadas laborales formales, que ni la piratería ni la prostitución han sido nunca lo mío. Ni siquiera cuando tuve la edad para eso. En cierto momento me di cuenta que eso de vender la mercancía es una cosa más de temperamento y estómago que de ligereza moral, de la que puedo ser fan pero que nunca es suficiente cuando en realidad lo de uno es el esnobismo.

Es como todo. Por ejemplo, en mi búsqueda de nuevos horizontes vocacionales fui capaz de hacer de niñero por una noche y no es que sea lo más difícil del mundo -que no lo es- pero que tortures tu vejiga por el temor a dejar sólo al escuincle y que se caiga por el balcón del cuarto piso puede que sea buen argumento para una película de Von Trier o Julio Medem, pero no algo que podrías en tu curriculum. Ahí me quedó claro también que la paternidad no es lo mío, que eso de colgar tu autonomía en el clóset hasta que el chamaco sea aceptado en alguna universidad no está programado en mi ADN.

Lo que sí debo reconocer es que me fascina la tiranía infantil. Más bien la envidio, porque no es fácil ejercer impunemente esa tiranía cuando tienes más de 3 años, aunque hay mujeres que siempre encuentran la forma, hay que admitirlo, aunque para eso tengan que pagar una factura demasiado gorda.

jueves, febrero 11, 2010

Guionistas vs realidad

Por mucho tiempo mi programa de televisión favorito fue E.R., que pasaba (y creo retransmiten) en un canal de la WB. No lo ví desde el principio, pues creo que fueron más de 13 temporadas, pero cuando me enganché a él fue cuando me topé con el personaje de la enfermera Abby, una alcohólica recuperada, hija de una madre bipolar y hermana mayor de un piloto militar con el mismo padecimiento. Esta misma enfermera divorciada, después de acostarse con media sala de emergencia se convierte en una excelente doctora y en la dueña de las quincenas de un croata para chuparse los dedos. Como el mismo Kovac lo mencionó en su prematuro fling con el personaje, Abby no es tan bonita para ser tan problemática. Y tenía razón, aunque al final terminó casado con ella y haciéndole un chamaco, incluso perdonándole una infidelidad.

Antier que me llevaron por primera vez a una sala de emergencias trataba de imaginarme las historias de la gente que pasaba, del que me empujaba en una silla de ruedas preguntándome mi estatura, del doctor y su diagnóstico express, de la técnico en rayos equis que me ayudaba a quitarme el pantalón y a colocarme correctamente en el aparato, del que me decía desde la cabina que no respirara y levantara los brazos aunque el dolor apenas me lo permitiera, de la enfermera que insertaba la aguja en mi vena dorsal para administrarme suero y de aquella que me masajeaba el glúteo para inyectarme algo que parecía concentrado de agua de jamaica, de la secretaria que entra a pedirme mis datos una vez que vocea a algún familiar que brilla por su ausencia.

Yo asumo el papel estoico, pensando en aquel capítulo en que James Woods hizo de paciente parapléjico. Pero la elección no es aleatoria, con una contractura muscular como la que traía yo, no convenía hacerla mucho de pedo con eso del método y la sobreactuación. No estaba en juego un Emmy sino mi propio bienestar. Y yo seré muy protagónico, pero de tonto nadita.

Durante el período de observación, escucho como a unos metros de mi una señora grita de dolor por un medicamento aparentemente mal aplicado, también se escucha el sonido de aviso de un messenger y una estación radial popular. Con las pláticas y el andar de las enfermeras alacanzo a distinguir el diálogo entre un doctor y una señora de 95 años que no tiene ni diabetes ni hipertensión y que seguro sus visitas a emergencias son el equivalente a retocarse el tinte en las raíces. Intento adivinar el color aplicado a sus canas cuando pasa en la camilla con un tobillo enyesado y me pregunto si hay algún motivo para que el doctor le hable tan alto, cuando ella responde con voz modulada normalmente. Sus pantunflas son parecidas a las que dan en los hoteles de muchas estrellas, azul marino con un escudo dorado.

Calculando los movimientos, intento alcanzar mi celular para ver un mensaje de entrada pero desisto. De pronto me doy cuenta que no es la primera vez que estoy en una sala de estas, mi recuerdo es tan vago que sólo alcanzo a divisar a una enfermera salvaje cosiendo mi paladar de 10 años como si fuera yo de mezclilla. Mi memoria salta unos 5 años atrás, cuando una olla en ebullición cayó por un costado de mi cuerpo y pasé varios días vendado sin saber siquiera lo que era Halloween como para encontrarle el chiste. Recuerdo las ámpulas, el olor, pero es tan lejano que sino fuera por el rostro aterrado de mi madre juraría que le pasó a alguien más. Nunca he dudado de su amor, pero si alguna vez necesito reconocerme en unos ojos será en los de Ella.

En algún momento iba a decir que a la realidad le falta la buena edición y música de E.R., pero enciendo mi iPod y espero a que el valium haga su efecto con la seguridad de que despertaré mejor al siguiente día. Y que llamaré a mi madre una vez que esté totalmente recuperado para contarle todo como una broma. Justo como lo que no fue.

jueves, febrero 04, 2010

Fig/suras

Llueve. La ciudad es una enorme pista de baile y los danzantes se deslizan como en película muda, apresurados y teatrales. La sensación de humedad, el olor de los árboles y el reflejo en el suelo de un submundo de figuras distorsionadamente bellas pone a cualquiera de buen humor. No veo muchos paraguas en la calle, si acaso gorros y abrigos pesados recibiendo gustozos un invierno tardío, esquizofrénico. A pesar del panorama real, esto no parece un escenario apocalíptico sino una fuga estética a la que todos hemos sido convocados...

sábado, enero 30, 2010

En espera...

--Te diría que le reces a San Judas, pero como no crees en Dios...
Así me deja mi hermana a las puertas del aeropuerto, con la sensación de que la suerte favorece sólo a los creyentes y aún así, sin la menor intención de abandonar mi agnosticismo: la duda es el nuevo negro; mismo color de mi destino al llegar a documentar y enterarme que he excedido el límite de peso reglamentario. Intento sumir la barriga y chupar mis mejillas como posando para foto de Facebook, pero caigo en cuenta que la fulana se refiere a esa maleta repleta de libros encima de zapatos que casi nunca uso y los cosméticos que estuve a punto de olvidar. No es difícil sacar la cuenta de mi naturaleza contradictoria y folclórica al echar un vistazo a ese bolso de mano: Bataille, Garibay, Marías (no las galletas, el autor), Coetzee, Pleynet, Frazer, Genet, Abril, tres números del comic Dylan Dog y una colección de postales de Warhol que me regalaron hace varios cumpleaños; abajo de esa montaña de libros, unas botas de piel temporada 2008 y encima de todo esto -haciendo malabares- mi cosmetiquera atiborrada de afeites Clinique, Neutrogena, Nutrimen C, Niquel y Sensodine. No hay muchas conclusiones que sacar con esta lista: todos sabemos cual -o quien o qué- es mi verdadero dios.
En ruta a abordar, veo un personaje que me parece familiar acompañando a una jovencita de más de 1.80 de estatura y rostro modiglianesco que fascinaría a mi amigo fotógrafo. Me espera un vuelo tranquilo, sin ataques de ansiedad ni dolor sinusítico ni de oídos y de camino en el taxi rumbo a casa, me quito los audífonos para que la verdadera banda sonora de la ciudad acompañe nuestro reencuentro. Todo hubiera sido mejor si el conductor no tuviera puesto la radio en un programa de una tal Martha de Bailey venerando a un idiota que vomita lugares comunes travestidos de sabiduría absoluta sobre relaciones de pareja. Me pregunto si esa gente tendrá tiempo de mantener una relación auténtica después de publicar un libro de autoayuda como ese, pero me tumbo el rollo y disfruto la hora y media del trayecto que parece paseo en ruleta rusa en cualquier parque de atracciones extremas.
Llego a casa, desempaco y me preparo algo de comer. Hago una siesta y me convenzo a mi mismo de que este día es para descansar, que la vida social puede esperar, que no hay nada de malo en oprimir on hold a la rutina para sustituirla por otra...

martes, enero 26, 2010

Deshilvanando

No sé si haya alguien que se pregunte porqué soy cada vez menos confesional en este espacio. Yo sí, y creo que tiene que ver con esa tendencia mía a la autoconciencia, que es pariente cercana de lo predecible. Y no es que tenga nada en contra de eso -sería como estar en contra de los componentes químicos del agua- pero llega un momento en que uno se cansa de tanta autocomplacencia, esa que se regodea en sus propios desatinos como el papá fascinado por la palabrota en boca del niño de 4. Y sí, tampoco reniego de mi infantilismo patológico ni de mi nihilismo de celofán, simplemente ya no me hace tanta gracia. La escala creativa se ha atorado en una nota y eso le quita diversión a ese ejercicio tan dosmilero de “postear”, y aquí es donde me queda claro que yo no soy tan bueno para inventar como para ocultar o disimular, para obligar al escapismo a travestirse de atrevimiento sin reconocerlo. Releyendo algunas cosas me queda claro que revelé más cosas de las que me propuse, pero mi desvergüenza pasa por otros caminos, me sonrojo con cosas tan simples como la vulgaridad, el miedo al ridículo tan victoriano como un cuello alto con encajes, pero aquí mismo me sorprendo arropándome a una excentricidad prefabricada y mi laberinto se revela aún más denso. El rizo se me enreda entre las piernas y tal vez ese sea mi nuevo ejercicio: exponer lo simple y lo obvio y tratar de desmadejar esa futilidad que esconde mi ombligo sin fondo.

martes, enero 19, 2010

Carrots and flowers

Rise from the bed; drag the blanket while walking in search of the bathroom. See my reflection on the mirror and pee with the pajamas down to the knees; notice how dark the circles under my eyes are and try to get rid of them by scrubbing like crazy. Pour coffee and start arranging vegetables and stuff to make zucchini soup I dream about. Food replace sex in my dreams; careful next time on the market, try not to get over excited with aubergine or carrots. Take a look inside the soup pot while the avocado oil almost cries. Feel the urge to jump on it and see how domestic hell must be; chopped potatoes and zucchinis not as excited with the idea. Little did they know their future wait in a blender; is some sort of blending device in the future of all? Getting a bit existentialist here or must stop mixing Sartre and Beauvoir with “Jules and Julia”? Too much garlic and pepper for Misses Dalloway. No flowers today …

lunes, enero 11, 2010

Blind

Contento de no ver sino hacia dentro. Enamorado de su profundidad, sus recovecos, de parpadear a voluntad y olvidarse del mundo de allá fuera de la misma forma que él es ignorado a pesar de estar siempre en la cima de las obsesiones no dichas. Hablaría pero los verbos le eluden, su expresividad no tiene límites a pesar de la insistencia en hacer oídos sordos a su lenguaje cifrado. Se guarda historias para sí mismo sin el menor sentimiento de culpa, elemento que ha sabido arropar así como aquellos de limitada imaginación que le condenan. Pocos son conscientes de su presencia y sus veneradores se reúnen como en cofradías medievales, reivindicando con su culto un camino de luz sembrado de sombras y aparente vacío, iniciados en un arte opuesto al de amar sin parecerse en nada al odio. Él sabe que basta mirar hacia adentro para reconocer su presencia y que sólo una mirada es suficiente para caer en su hechizo…

martes, enero 05, 2010

Agua

Este año al parecer la obsesión -perturbación anímica producida por una idea recurrente que produce malestar y ansiedad significativos, según la Real Wikipedia- se ha atravesado en mi camino en proceso de rumbo. Le ha de haber llegado el rumor de mi impermeabilidad y ha tocado a mi puerta como vendedora de paraísos technicolor encargados al más bucólico de los dibujantes de Jehová -alias que los judíos daban a Dios para no pronunciar su nombre en vano. Yo le he abierto la puerta y le he hecho pasar porque un vaso de agua no se le niega a nadie. Le conté de mi fin de año, que casi me agarra en una siesta prolongada y que me levanté con malestar intestinal pero dispuesto a comerme las uvas y hasta la luna azul colgada en el cielo de esa última noche. Le confesé entre risas los invitados especiales a mi sueños recientes, mi boda con Lily Allen que me cae re-bien como para hacerle eso de casarse con alguien como yo; también de mi encuentro con una Rebeca de Alba alcohólica irredenta (me dijo que al menos en mis sueños hago interesante y multidimensional a quien en la realidad no es más que un ladrillo de vacuidad y solemnidad a partes iguales y que necesito dejar de ver tanta televisión). Estamos de acuerdo y le aseguro que cada vez me interesa menos diferenciar entre sueños y pesadillas, al buen soñador eso no le importa. Se rió cuando le dije que perdí la cuenta de los martinis que tomé y las rayas que esnifé inútilmente porque igual terminé botado en la cama antes que saliera el primer sol del 2010... aunque lo alcancé a divisar cuando tuve que moverme de lugar al sentir actividad erótica a mi lado, no fuera a ser que me inaugurara en el fistfucking (que peligrosamente me persigue desde el fin de año antepasado) sin siquiera enterarme. No sabía si se reía de mi candidez o mi verborrea, pero noté su vaso lleno aún y me sentí ruborizado de tan folclórico. Le confesé de los tres primeros deseos a la hora de comerme las uvas, pero del resto no me acordé y se rió cuando le dije que estuve ante la disyuntiva de los calzones rojos, amarillos y morados pero que al final me fuí por los blancos porque estaban de descuento: ni modo, a reinventarse diría Giovannita. Cuando me dí cuenta que lo mío era casi una improvisación de stand up comedy miré al reloj y le abrí la puerta de salida porque estaba por empezar Betty la Fea, que ya ni es tanto. Desde entonces, religiosamente (osea, obsesivamente), lleno un vaso con agua y lo tengo listo para cuando quiera regresar.