miércoles, noviembre 10, 2004

Mil nubes de paz...

Me habían hablado tan mal de esta película que ya tenía ganas de verla.
Me dijeron que era pretenciosísima, cursi, mamona, etc.
Es cursi, un poco pretenciosa, pero tiene todo de lo que carece la producción nacional reciente.
Tiene congruencia visual, propuesta estética y hasta estilo. Deudor de Pasolini y Fassbinder, pero cuando menos no se cree Tarantino de Chiconcuac como la mitad de los cineastas jóvenes mexicanos.
Es la primera película gay mexicana que llega a las salas comerciales y ese es en sí mismo un mértio. Y a ese, agréguenle una buena fotografía.
Eso sí,la banda sonora es horrorosa y carece de algo que siempre se agradece, sentido del humor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Deudor de Pasolini? no creo, el italiano era mucho más naturalista, seco, austero y nada estiloso, no se permitía tantas licencias poéticas...De Fassbinder...mmm, puede ser tomando en cuenta lo azotado del personaje pero en Fassbinder los viacrucis sentimentales tenían una base mucho más sustancial y compleja. Yo le veo más deudas con el Juan Ibañez del mexican cinema de los 70s, o mejor aun con los ejercicios visuales del primer Ruben Gámez en plan Jean Genet de periferia defeña...porque eso sí este Indiana Jones en busca de su verga perdida es un pretexto para ofrecer harta fotografía chingona, que la tiene...

Barro dijo...

Pucha, ojalá lllegue a Chile, a un festival underground que fuera. Las películas que ganan premios suelen tener asegurada su distribución internacional, pero no pasa así con el Teddy.

Pobre Teddy que no le hacen caso.

Manuel dijo...

Pues tendrás que esperar a que la saquen en video, Barro. A ver si así, o que algún festival de tu ciudad tan progre la invite.
Te adelanto que no es muy buena, pero tiene sus logros sobre todo estéticos.
El tratamiento del amor homosexual huele un poco a rancio y puede ser irritante para quienes están susceptibles a que se asocie homosexualidad con sordidez, soledad y victimización, pero insisto que aún con eso en contra, logra una congruencia estética que pocas películas de autor llegan a tener, y menos en una opera prima.