Bueno. Supongamos que los problemas con Blogger no se arreglan pronto y no puedo postear tan seguido como quisiera.
Supongamos también que eso hace que pula mi sintaxis y mis ideas. Sólo supongámoslo y ya tenemos al próximo Capote, sin hemorroides, mejor cutis y una tendencia a las adicciones más moderada. Pero más joven y guapo -dicho sea de paso- aunque igualmente megalómano y dejémoslo clarísimo de una vez: con mucho menos talento, pero el mismo tamaño de ego. La oligofrenia viene mucho.
Con todo y ese ego, debo renunciar al optimismo porque me acaban de decir que es malísmo para el cutis y uno tiene que ayudarle a Lancome, no puede uno ir por la vida con un software como Photoshop borrándose las arrugas como la Rosellini: blur por aquí y depeckle por allá. No es nada práctico y es para casos extremos.
Un buen ejercicio sí que puede ser -como dice nuestro amigo Vipére- la sobreactuación. Así que no se asombren si levanto la ceja hasta la nuca al saludar o me despido con el brazo extendido como si estuviera lavando la ventana de una Explorer, en el más puro estilo Tennese Williams pero con una sonrisa de Miss pidiendo por la paz mundial, con las rodillas peladas de "cabildear" por su país.
El asunto es este: pesimista y sobreactuado. Es la consigna.
Olvidarse del esoterismo. Si sueñas con un Tsunami será porque estuviste a punto de mear la cama, no por una señal místico-premonitoria, túmbate ese rollo que no eres la reencarnación de Nostradamus.
4 comentarios:
Vaya, ya mestaba asustando con lo del optimismo. Este eres más tú, o sino más tú, el tú al questoy acostumbrada. Aunque en realidad nunca me he de acostumbrar a ti porque eres tan cambiante como la Cher en sus shows... Uno nunca sabe quesperar de ustedes.
Es que Cher et moi somos profesionales, no chingaderas.
El optimismo es algo parecido a la pereza intelectual o un bálsamo para el moribundo.
Monsieur Doppelganger: Es Vd. divino (además de humano, por lo que veo). Le extraño cuando por alguna razón no puedo leerle.
Doppelganger, querido. Vipere et moi le deseamos lo mejor. ¿Y qué entendemos por lo mejor? Para empezar, que no se cruce con ningún travesti superexecrable, como nosotros ayer, con la capacidad semántica de un sonajero; a saber, con cinco palabras -polla, mamar, chupar, chichi y follar- eran capaces de construir (más o menos) un discurso. Y qué discurso... Tuvimos que huir antes de que los maricas del Santo Rostro nos lincharan. Si desear que un mamarracho cierre el pico para siempre es ser homófobo, sí, somos homófobos.
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