-Es como un niñote, me dice Griselda.
-Es un niño grande. Tiene a pesar de todos sus retorcimientos esa ingenuidad de los niños. Es parte de su encanto. Digo yo.
El, en calzones, encima de una roca de la playa de Pacific Beach. Con su camiseta del concierto de PJ Harvey y con la sonrisa desnuda.
El sábado que llegué y me recibió caminando y con los brazos extendidos tenía esa misma sonrisa y esos ojos lagañosos con los que me despertaba y esa sonrisa dulce, como de 5 años.
Me dí cuenta que lo que más extraño aparte de los abrazos son los mijos y los papis que tanto me molestaban. La diminuta expresión de un cariño sincero reducida a una palabra que fuera de su boca suena hueca y ridícula.
Dormir juntos con los piés entrelazados y espiarnos la mirada, como queriendo adivinar todo lo que ha pasado en el tiempo sin vernos y no nos atrevemos a preguntar si no es por medio de algún intermediario.
Su departamento hecho un desastre, símbolo inequívoco de su etapa depresiva post ruptura amorosa. Tiene la ocurrencia de creer irremediablemente en el amor en un barrio donde lo que se vende es una felicidad de postal con su banderita multicolor infaltable y muda.
Hillcrest sigue siendo su improbable refugio, la burbuja frágil pero vistosa que ha sabido sobrellevar sin perder esa parte genuina que aún posee, sin renunciar a la frivolidad, que a punto ha estado siempre de devorarlo.
Está rodeado, afortunadamente, de gente que lo quiere y se preocupa por él.
Sueña con santos retro-futuristas que le dicen que le baje a la droga y a los demonios que lo persiguen desde siempre. Tiene un dibujo de ese santo pegado en su recámara y le prende una veladora todas las noches.
Sigue siendo disperso, autocomplaciente e irremediable romántico compulsivo.
-Es muy enamoradizo. Me dice Griselda.
-Ya sé, lo conozco.
-Se la ha pasado hablando de ti, de que vas a venir, que eres muy inteligente.
Me sonrío y lo miro a los ojos para que me quede claro que esa es la manera más directa que tiene de decirme que él también me quiere mucho.
1 comentario:
Aaaaaaay...! qué bonito
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