El final de la locura. La morra acaba de titularse con un trabajo sobre Jorge Volpi (ella sí terminó de leer En busca de Klingsor, yo no) y la posmodernidad. Le dieron Mención Honorífica y la inmediata promoción a mesera de sanborns en su propia casa. ¿Qué más puede pedir uno? No hay nada más "posmo" que atender mesas con uniforme folclorista mutante entre china poblana y campesina holandesa y un título en letras hispánicas.
¿La quieres light o roja? Eso no se pregunta, sólo te asomas a la anatomía del cliente y tienes que darte cuenta si le importa o no el conteo calórico. Mal comienzo, pero no hay que ser tan duro, se acaba de graduar.
Como en ritual prehistórico, una veintena de personas alrededor de un lechón danzante a punto de ser devorado por los salvajes. Adobado sabe mejor.
Bla, bla, bla... la tía pintora hablando con la boca llena de la niña de sus ojos, el padre encantador previniendo el dolor de muelas de un posible posgrado en San Pedro de la Cueva, si bien le va. La Rita, con una costilla en la boca, provocando la polémica entre Electra y su amado... La Rosamaría tiene una hija en NIZA!!!...Plop!
--Qué guapa, qué barbara, más que la graduada. ¡No se vale!
Le dice una a la imitación serreña de Kika, con su escote incólume.
Me aguanto la risa y llamo de nuevo a la mesera.
-Otra, porfas.
Entre morras te veas.
1 comentario:
No te hagas: te divertiste cañón entre las morras. Podemos ser megacómicas
Med
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