Nada mejor para dejar de quejarse que dejar de quejarse. Así de sencillo, si no has cogido en más de una semana, pues no pidas que te llegue todo como obra y gracia del espíritu santo (que otras cosas tendrá que hacer el pobre, con que te digan dónde hay es suficiente.
El chiste es aplicarse y no solucionar todo con duchas frías o ajusticiamientos a mano propia habiendo tanta mano generosa y solidaria rondando por donde menos te lo imaginas: el sexo express es el mejor invento, después de la comida ídem.
No hay necesidad de mucho preámbulo, va uno directo al grano (y no me refiero al acné) y lo más importante de todo: no es necesario hablar mucho.
Eso creía yo, pero el detalle es que hay mucha gente que pasa ese ligero detallito de largo y siente la imperiosa necesidad de narrar lo que está sucediendo en el más puro estilo “Red shoes diaries”, como si una escena sexual necesitara voz en off.
Hay a quienes eso les excita, pero la verdad yo no tengo clítoris en el oído (ni en ninguna otra parte, aclaro antes que me visulicen como fenómeno intersexual) y me tumba un poco el rollo porque luego me gana la risa y me desconcentro con facilidad, lo cual no debería de ser un problema si de lo que se trata es de divertirse, pero tal vez esa clase de sexo “oral” no es precisamente mi favorita.
El capítulo de la otra noche fue muy chistoso porque el hombre no dejaba de hablar y de decir y de felicitar y de gemir y de contar al viento lo que hacíamos en tiempo real, como si estuviera narrando un partido de futbol con su acento sinaloense y una mirada de fanático en campeonato mundial.
Hasta que me hartó y le dije que se concentrara en lo que estábamos haciendo y sonriendo me dijo: Está bien, pero con la condición de que me dejes penetrarte, me excita mucho la gente de tu tamaño (aquí hay que aclarar que el sujeto es de estatura discreta).
Yo, en plan Lauren Bacall, muevo mi cabeza a manera de negativa y el interesado pone esa cara de borrego a medio morir que más que conmoverme me irrita, cuando se da cuenta que no voy a cambiar de opinión me dice que por lo menos lo deje venirse en mi boca a lo que también digo que no, alegando intolerancia a la lactosa.
Sin ánimo negociador termino el capítulo donde debe terminar, sin dejar de sorprenderme que a estas alturas siga habiendo quienes piensan que el sexo oral es el que se platica. Ni hablar.
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